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Ejercicios para la esclerosis múltiple: equinoterapia

La esclerosis múltiple (EM) es uno de los trastornos neurológicos más comunes y causa de discapacidad en adultos jóvenes. Existen 2,3 millones de personas con EM en todo el mundo.

A la mayoría de los afectados por la Esclerosis Múltiple (EM) se les diagnostica entre los 25 y los 31 años de edad, siendo el número de mujeres afectadas el doble que el de hombres.

Las causas de la EM no se conoce todavía y aún no existe una cura, aunque existen tratamientos disponibles que pueden ayudar a algunas formas de esclerosis múltiple y hay muchas cosas que se pueden hacer para mejorar los síntomas.  No hay un patrón establecido acerca de la gravedad de la EM, el rumbo que toma ni los síntomas que se experimentan. Cada persona es distinta.

El Milenio conversó con Silvia Capeletti, quien tiene esclerosis múltiple y realiza equinoterapia desde hace años. Silvia asiste a la fundación Lazos del Corazón, ubicada en Villa Rivera Indarte, guiada por Daniela Estévez.

El Milenio: ¿Cómo empezó a manifestarse la esclerosis múltiple en tu cuerpo y cómo la asimilaste?

Silvia Capeletti: Empezó con una serie de síntomas que ahora me doy cuenta que eran parte de la enfermedad, los médicos no sabían un pomo de la esclerosis, porque vos les decís “esclerosis” y lo primero que te dicen es “ah no tiene cura”. La asimile como pude, manteniendo el humor siempre.


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EM: ¿Cuándo empezaste con la equinoterapia y cómo se te ocurrió?

SC: Empecé en el 2008 más o menos, porque  leí un artículo que escribió la mamá de una chica, que la había llevado a equinoterapia y ella hablaba maravillas. Entonces como todos me decían “no hay cura, no hay cura” yo pensé “vamos a probar con los caballos”. Y bueno, los caballos me tienen paciencia, yo los hablo. El caballo por ahí se pone firme para que me calle y yo me quedo muda, ¡que me es muy difícil!

EM: ¿Cómo sentís que ha impactado la equinoterapia en tu vida?

SC: Fue un gran cambio. Encontré un grupo muy lindo de gente, ahora hay algunos que ya no están pero quedan en mi corazón. Yo sigo yendo a martirizar al Pintado, el caballo con el que ando. Cuando termino él se acerca a comer las zanahorias a la ventana del auto.

Con la enfermedad me ayuda mucho, como el caballo es caliente me ayuda a ablandar el cuerpo, me deja hecha una pinturita. A mí lo que no me gusta es bajarme del caballo, pero a la semana vuelvo.

EM: ¿Has conseguido retrasar la enfermedad?

Si, hace años que los médicos dijeron que yo ya iba a estar postrada, pero la sigo retrasando. Y cuando se dé cuenta la infeliz de la enfermedad va a venir con todos los reclamos, pero yo estoy bien. Voy a andar a caballo y lo disfruto, a mí no me pone límites ni Magoya. Yo voy a seguir hasta que el caballo me diga “no viejita, no vengas más”.