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Darío Arcella: Entre el cine y la antropología

Mientras La Ceremonia se proyecta en las salas del cine unquillense, El Milenio charló con Darío Arcella, su director y vecino reciente de Cabana. El paso de la fotografía al cine, los inicios del documental y la aventura de contar las historias desde la mirada de sus protagonistas (en su mayoría, pueblos originarios) son algunos de los momentos más importantes en la trayectoria del cineasta. Hoy, última función en el Cine Teatro Rivadavia a las 19:30 hs.

Colaboración:

Abril García Y Giuliano Persegani

Instituto Educativo Nuevo Milenio

Iván Parnigiani, Franco Dolce y Federico Oberto

Instituto Milenio Villa Allende


Darío Arcella es uno de esos artistas importados que tanto abundan en la ciudad de Unquillo: nacido en la Ciudad de Buenos Aires en 1961, las vueltas de la vida lo trajeron a las Sierras Chicas junto a su familia hace tres años. Pero sus obras trascienden con creces estas fronteras, ya que Arcella es cineasta y se destaca por sus documentales acerca de los pueblos originarios aunque, según él mismo manifiesta, la diversidad y la complejidad de las relaciones sociales y comunitarias son la verdadera esencia de su trabajo.

Su última obra, La Ceremonia, anduvo por las salas del Cine de Unquillo estas últimas semanas, con excelente respuesta del público. Sin embargo, pocos saben que para el reconocido director todo empezó con la idea de estudiar fotografía.

“En la escuela, durante los cursos de orientación vocacional, se me cruzó dedicarme a la fotografía. Yo tenía más o menos buenas notas entonces la directora me dice: ‘¡Ai pero es muy poco eso!’ La verdad que era un arte con poco reconocimiento en aquellos tiempos “, sonríe Arcella mientras revive su historia para El Milenio.

De ahí, el paso de la fotografía al cine, “fue un segundo”. “Como veía que las fotografías se quedaban quietas pensé: ‘Yo quiero que se muevan’. Y rápidamente me gustó esto de narrar historias“, cuenta Arcella y recuerda esas primeras fotonovelas “bastante delirantes” que hacía con sus amigos. Así, en 1981 ingresó a la Escuela de Arte Cinematográfica de Avellaneda.

“En esa época, plena dictadura, estudiar cine era casi criminalizado, cualquier expresión artística era tildada de subversiva. Imagínate que había una circular que establecía que el pelo tenía que estar a 2 cm del cuello de la camisa. Y si la policía te agarraba, tenía pleno derecho de cortarte el pelo. Era una locura”, comenta el cineasta.

Yo decidí que quería hacer esto y nada más que esto. Mis viejos me re bancaron, porque era una carrera muy cara y ellos eran comerciantes. Laburé, hice de todo. Lo peor fue ser albañil, eso no se lo recomiendo a nadie“, cuenta el cineasta entre risas. Apenas recibido entró a una productora de video que para él fue “la verdadera escuela“, donde estuvo como “asistente de todo” hasta que se convirtió en editor y, lentamente, en director.

Más que simples preposiciones



El cine documental argentino tiene tres grandes referentes y yo tuve la suerte de trabajar con dos de ellos“, sonríe Arcella. Se refiere a Jorge Prelorán, un documentalista muy ligado a lo etnográfico que logró meterse profundamente en la vida de las comunidades nativas argentinas, Fernando Birri, con quien la cámara sale por primera vez a la calle para mostrar a la realidad como protagonista, y Raymundo Gleyzer, quien filma no desde el punto de vista del realizador, sino trabajando en conjunto con la comunidad, “no contar sólo lo que yo quiero, sino contar lo que quiere la comunidad“, en palabras de Arcella.

Estas influencias se ven claramente en el trabajo del Grupo Documenta, un colectivo de cineastas, artistas, antropólogos, filósofos, técnicos, comunicadores y dirigentes indígenas del cual Darío Arcella forma parte. “Nuestra idea no es hacer documentales sobre los pueblos originarios, sino con los pueblos originarios. Porque muchas veces vamos con la idea preconcebida de lo que queremos mostrar y terminamos mostrando eso y nada más“, explica el director, que incluso tuvo que poner a prueba esta lección durante la filmación de La Ceremonia, una película que muestra el ritual de iniciación hacia la adultez de los niños del pueblo nativo Yshir del Chaco Paraguayo.

“Un amigo antropólogo me cuenta la historia de los yshir en marzo del ’94, cuando hacía apenas 15 años que habían entrado en contacto con el hombre blanco. En junio yo ya había armado el equipo”, cuenta Arcella. El problema fue que, tras mucho debate, los yshir accedieron a ser filmados. Pero la ceremonia no.

Yo iba sobre una idea prefijada y ahí me di cuenta de mi error. Entonces comencé a filmar y a trabajar en conjunto con distintas familias y de ahí salió el primer documental: Chamacoco, la amenaza de Nemur“, continúa relatando el cineasta. Tras muchas idas y vueltas, finalmente en el 2007 logró filmar la ceremonia. “Coincidió con un acuerdo tácito de ‘filmemos esto antes de que nos olvidemos cómo se hace’. Y por otro lado, el haber logrado una confianza basada en el respeto mutuo. De hecho cuando hicieron la ronda para pintar a los iniciados, nos pintaron a nosotros también. No fuimos a filmar la ceremonia, participamos de la ceremonia“, explica.

“Nosotros también fuimos iniciados, en nuestro rol de documentadores”



La Ceremonia narra una historia que tiene que ver con los arquetipos de la humanidad. Ese modelo original basado en ser parte de la naturaleza y en lo comunitario, donde no se prioriza jamás lo propio porque no existe el concepto de lo propio“, reflexiona el director, al tiempo que apunta cómo el avance del “hombre blanco” pone en peligro estas culturas.

De eso se trata Nuestro mundo, la nueva película sobre la que Arcella está trabajando actualmente y que habla de la problemática que trae aparejada la declaración del territorio yshir como Reserva de Biósfera por parte de la Unesco.

“Se tomó una decisión sobre ellos que dice que no pueden vivir ahí. Pero estos indios que están hace miles de años nunca extinguieron una especie”, sostiene el cineasta.


Mientras continúa la historia de los yshir, Darío Arcella trabaja en una ficción sobre el barrio Ramón Carrillo de Buenos Aires y en otra película sobre la problemática medioambiental en Córdoba.