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Cristina Wargon. Entre la literatura y el humor, la ciudad y las sierras

Periodista, escritora y humorista, Cristina Wargon trabajó durante 30 años en los principales medios de Buenos Aires, entre ellos, la histórica revista Humor. Pasó por la radio, la gráfica y la televisión, incursionó en el teatro y publicó siete libros. Hoy transita la cuarentena en Mendiolaza, cuidando sus plantas, corrigiendo su próximo libro y dictando talleres de humor por Zoom.

  • Por Amparo Calzona.
  • Instituto Educativo Nuevo Milenio
  • Colaboración: Clara Angeletti

Cristina Wargon se describe a sí misma como “porteña de nacimiento, cordobesa por adopción”. La periodista, escritora y humorista debe a su Buenos Aires natal la posibilidad de haber trabajado en un gran abanico de medios, aunque también desarrolló una vasta carrera en su tierra predilecta, Córdoba. 

Empecé a escribir a los seis años, más o menos como todos los niños, la única diferencia es que yo no paré nunca. Podría pensar mil motivos, pero básicamente porque me gustaba”, explicó con simpleza en diálogo con El Milenio. Su pasión fue creciendo mientras estudiaba en un colegio religioso, un ambiente de “gran opresión” que, no obstante, fue el germen de la rebeldía que más tarde la posicionaría en espacios comúnmente dominados por el género masculino.

Licenciada en Letras, trabajó en un sinnúmero de medios en Buenos Aires, hasta que, finalmente, el amor por su familia la trajo a Sierras Chicas hace 20 años. Aunque Córdoba (a la que llama “su aldea”) siempre está presente como telón de fondo de sus obras, Mendiolaza se abrió paso en su corazón y en sus letras. Así, divide sus días entre la gran ciudad, donde sigue trabajando, y Sierras Chicas, donde vive su gente. “Tengo el corazón dividido, soy una leona de dos mundos”, bromeó.

EM: ¿Cuántos libros escribiste y de qué tratan?

CW: Escribí siete libros y uno que quisiera olvidar, ya que lo hice en conjunto con una amiga y colega, Esther Feldman, y la autoría es de ambas (aparte, fue un libro hecho a partir de una obra de teatro, así que no lo cuento).

Los demás tratan todos sobre la vida cotidiana y la función de la mujer. En cada uno abordo una etapa particular de su desarrollo, ya sea la juventud, la adultez o la mediana edad. También hablo sobre los hijos, los nietos, todo lo que tenga que ver con la mujer, pero escrito desde el humor.

EM: Como periodista, ¿en qué medios trabajaste y cuál te gustó más? 

CW: Si me pusiera a enumerar todos los medios en los que trabajé, no alcanzaría la nota, pero el que más me gustó, definitivamente, fue la revista Humor, que tuvo un protagonismo muy fuerte durante la última dictadura militar y reunió a la gente más brillante del país. 

Cuando llegué a la revista desde Córdoba, fue como entrar a una feria de diversiones. No lo podía creer. Todas las personas que yo había admirado a lo largo de mi vida y que pensaba que nunca iba a conocer, ¡estaban ahí! Desde María Elena Walsh para abajo, lo que te guste, y para arriba, también. Me los cruzaba todos los días, era un orgullo y una impresión maravillosa.

En la televisión, creo que el programa que más disfruté como guionista, no como conductora, fue Infómanas. Después tengo otros cientos de programas, algunos buenos, otros malos y otros pésimos, porque lamentablemente los periodistas no podemos hacer el medio en el que trabajamos ni hasta elegirlo demasiado, pero así vamos transitando nuestra carrera.

EM: ¿Cómo fue iniciarse en el periodismo del humor en tiempos en que no era ejercido por muchas mujeres?

CW: No era, ni es. Y no es que las mujeres tengamos menos humor, sino que históricamente los cargos bien pagos y que no dependen del talento personal, han sido ocupados por varones, todavía hoy sucede. La verdadera igualdad va a llegar cuando veamos sentada en el lugar de conducción a una mujer idiota, eso me lo enseñaron diputadas mexicanas. Existen muchos jefes idiotas, pero cuando una mujer llega a jefa, es tres veces más inteligente que todos los hombres que la rodean.

EM: ¿Podrías hablarnos de tu experiencia como humorista?

CW: Hablar sobre mi experiencia como humorista es como escribir un libro: épocas buenas, épocas malas, épocas brillantes (o por lo menos, yo sentía que escribía brillantemente) y después, las épocas de incertidumbre que tenemos todos los periodistas. 

Esa maravilla que era la revista Humor, terminada la dictadura, cerró. Entonces tuvimos que salir volando todos hacia distintos destinos. He trabajado en todos los medios y hecho todo en el periodismo, lo único que no hice es policiales, pero hasta los fúnebres escribí alguna vez.

EM: ¿En qué se basó la obra de teatro Acaloradas, que escribiste hace un tiempo?

CW: Yo en general me baso en mi vida y “Acaloradas” (que escribí con Esther Feldman), llegó cuando comenzaba mi menopausia (que justamente se caracteriza por los llamados “calores”). Era un tema muy tabú, pero coincidió con la primera obra, un musical, que se hizo en Estados Unidos sobre el tema. “Acaloradas” tuvo mucha suerte, de vez en cuando todavía sale a escena y hace más de 20 años que fue escrita.

“La verdadera igualdad va a llegar cuando veamos sentada en el lugar de conducción a una mujer idiota. Porque existen muchos jefes tontos, pero cuando una mujer llega a jefa, es tres veces más inteligente que todos los varones que la rodean”

EM: Recibiste un premio Martín Fierro, ¿por qué trabajo?

CW: ¿Por qué? Porque se equivocaron, te diría yo. En realidad, fue por un trabajo en Córdoba que se llamó “Otros Tiempos”, producido por Julio Serbali, donde yo conducía y mi hija, Gabriela Castillo, trabajaba como productora.

El programa se trataba de la historia antigua de Córdoba. Al principio no lo quería hacer porque no conducía, pero cuando me mostraron el material que tenían, me enamoré. Y así sacamos ese Martín Fierro, que ahora está por ahí en mi biblioteca.

EM: ¿Actualmente estás escribiendo algo? ¿Sentís que te quedan materias pendientes?

CW: En este momento tengo una novela sin publicar, “Mujeres de taco bajo”, y hace muchos años empecé a dictar talleres de humor creativo, que ahora se han transformado en virtuales, pero eran presenciales en Buenos Aires. En cuanto cosas por hacer, profesionalmente, me siento conforme. Lo único que me gustaría es seguir escribiendo, nada más.

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