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Un mausoleo contra el tiempo

Resguardar la historia de una comunidad es la principal misión del antiguo Cementerio San Francisco de Asís, donde descansan grandes personajes de la escena local y nacional. A fines del año pasado, familiares de los difuntos acudieron a celebrar los 85 años del camposanto. Entre ellos, se encontraban dos sobrinas de Ulyses Petit de Murat, quienes hablaron del paso del guionista más prolífico del cine argentino por el “Pueblo de los Artistas”.

El antiguo e icónico Cementerio Parroquial San Francisco de Asís cumplió 85 años de vida el pasado 4 de octubre y celebró su aniversario el 9 de noviembre, en conmemoración a los 134 años del nacimiento del Dr. Saúl Taborda, referente de la Reforma Universitaria cuyos restos descansan en dicha necrópolis, junto a otros ideólogos, artistas y reconocidos personajes que hicieron la historia del pueblo, y en algunos casos, del país.  

Desde 2016, por pedido ante el Arzobispado de Córdoba, el camposanto se encuentra bajo la tutela de Patricia Núñez, familiar directo de Zenaida Moldes, quien en 1934 donó las dos hectáreas que conforman el predio. Núñez contó que las tierras pertenecían a Francisco Moldes, quien las compró en 1876 al político y militar Juan Martín de Pueyrredón, dueño de la estancia que luego se transformó en la ciudad de Unquillo.

Fue en la década del 30 cuando comenzó a tejerse el origen de las parcelas, donde las lápidas y el distintivo arte del escultor español Alberto Barral, hablan de las vidas transcurridas en el “Pueblo de los Artistas”. El diseño y la construcción del cementerio nacieron del entramado de amistades entre José Greco (abuelo de P. Nuñez), Carlos Oreste Valli (uno de los constructores de la necrópolis) y los reconocidos arquitectos Augusto Ferrari y Ángel T. Lo Celso, quienes se conocieron en aquella particular década, en un viaje en barco desde Italia a Argentina.

Durante los 85 años que han transcurrido desde su nacimiento, el cementerio ha atravesado diversos momentos que amenazaron su existencia, incluso permaneció varios años en el abandono. A pesar de todo, Patricia Núñez decidió defender esta valiosa herencia histórica y encabezó los trabajos de recuperación, con el aporte del cuerpo de Bomberos Voluntarios de Unquillo, liderado por Miryam Romero, y los propios vecinos, que ayudaron a limpiar los nichos y a desmalezar el terreno.

La tierra que habla

El Cementerio San Francisco de Asís, ubicado al final de la calle Santa Fe, nació en el año 1934 y fue cerrado en 1962. Fue declarado Patrimonio Cultural de Unquillo durante el 2004. Hoy, sus tierras se debaten como tesoro histórico y nacional. La Voz


“En el cementerio están los pioneros de nuestra historia, personajes de relevancia local y nacional. Mi deseo es que se declare este espacio como patrimonio histórico del país. De hecho, en Unquillo está reconocido como patrimonio cultural, es parte de la historia que distingue a nuestra ciudad”, había expresado en su momento Patricia Núñez al celebrarse el aniversario. Durante la ceremonia, se colocó una bandera nacional en homenaje a los difuntos, en la cima de un mástil donado por los vecinos y coronado con una veleta angelical.

El Cementerio San Francisco de Asís, ubicado al final de la calle Santa Fe, nació en 1934 y fue cerrado en 1962. Declarado Patrimonio Cultural de Unquillo en 2004, hoy ha sido recuperado como tesoro histórico local y nacional.

Algunas de las figuras que se encuentran descansando en los panteones del antiguo cementerio son: Francisco Moldes y familia (primer estanciero de Unquillo), Florentino V. Sanguinetti (jurista y docente, actor de la Reforma Universitaria), su esposa e hijo; María Concheta Greco de Núñez (primera telegrafista de Unquillo), Alfredo Vallini (pintor, escritor y odontólogo), Eugenio Pappy (artista de herrería, primer difunto enterrado en el cementerio), Pedro Froylán(constructor del camino Pan de Azúcar) y el ya mencionado pensador y abogado, Saúl Taborda.

Entre las tumbas también se ubica la del Dr. Daniel Antokoletz, destacado tratadista que dedicó su vida a la investigación y enriquecimiento del Derecho Internacional Público, cuya interpretación sigue vigente en la actualidad. Fue uno de los principales defensores de la soberanía nacional, a través de su investigación histórica.

Falleció en Buenos Aires en 1954 y, siguiendo su voluntad, sus restos fueron trasladados a Unquillo en 1959, donde descansa junto a su esposa, Ismenia Soldano, y otros importantes miembros de su familia, como Hilda Antokoletz de Guevara (quien fue fundadora y directora del Museo Spilimbergo) y Nelly Antokoletz de Santa Cruz (creadora del primer diario de Unquillo, “El Grillo”, en 1963).

La lista sigue, aunque cabe destacar una historia en particular, recuperada durante el homenaje a los 85 años del camposanto unquillense: la de los Petit de Murat.

Los años dorados del cine argentino

Ulyses Petit de Murat, periodista, poeta, escritor y guionista. Gentileza a quien corresponda.


Entre las diversas personas que hacen del Cementerio San Francisco de Asís un lugar único, se encuentra la familia Petit de Murat. En dicha necrópolis, yacen los restos de Ulises Petit de Murat y su esposa, María Fedra Regunaga Vianna Giro (descendiente de familias patricias de Uruguay), padres del reconocido poeta, periodista, dramaturgo y escritor argentino, Ulyses Petit de Murat (quien decidió cambiar la “i” de su nombre original por “y” para distinguirse de su padre).

Patricia Núñez, responsable del Antiguo Cementerio San Francisco de Asís junto a su invitada, María Cristina Suárez Boedo. El Milenio


Aunque muchos no lo sepan, Ulyses es el autor que más guiones escribió para el cine nacional y parte de su historia se encuentra en Sierras Chicas, entre las localidades de Unquillo y Ascochinga. A fines del año pasado, de visita por el “Pueblo de los Artistas” para celebrar el 85 aniversario del cementerio, María Cristina Suárez Boedo Petit de Murat, sobrina de Ulyses Petit de Murat, compartió algunos recuerdos sobre la estadía de su célebre tío en nuestra región. En el marco de los homenajes, también arribó María Celia Petit de Murat, otra sobrina del gran guionista, quien presentó su obra “La fanática vida de Ulyses Petit de Murat”, en el Museo de la Ciudad.

Recibimiento. Patricia Núñez y María Cristina Suárez Boedo Petit de Murat.


Rebobinar la cinta 

“Describo a mi familia como sonora, especial, bohemia, anti convencional, llena de artistas”, Suárez Boedo Petit de Murat. El Milenio


Fue a principios de los años ‘40 que Ulyses Petit de Murat arribó a Ascochinga para una internación hospitalaria, a causa de un grave cuadro de tuberculosis. Tras dos años de internación y una riesgosa cirugía, recuperó su vida. “Por suerte, tenía acumulados los bacilos en la base del pulmón izquierdo y un cirujano se animó a cortarle la mitad del órgano para salvarlo. Fue una operación terrible, recuerdo que la cicatriz le daba toda la vuelta al torso, desde el pecho hasta la espalda”, rememoró su sobrina, María Cristina, durante una charla en el atelier del artista unquillense Álvaro Izurieta.

Una vez, Gabriela Mistral dijo que los escritos de Petit de Murat “desnudaban el hueso de la muerte”, y no era para menos. “En El balcón hacia la muerte (novela que obtuvo el Premio Nacional de Literatura en la década del 40), Ulyses cuenta su historia en el hospital de Ascochinga. Allí había una cantidad enorme de enfermos de tuberculosis. De su grupo, sólo se salvaron tres. Estaba en un lugar que era prácticamente una condena a muerte, hoy moría uno, mañana el otro, lo veía permanentemente”, contó Boedo.

Álvaro Izurieta fue invitado como artista destacado de la ciudad de artistas. En la foto junto Nuñez y Murat. El Milenio


Sin embargo, tras la milagrosa recuperación de Ulyses, la familia no tuvo respiro. Su hermana, Fedra Sofía, la menor de los siete hijos (y madre de María Cristina) enfermó de tuberculosis y, en un intento por combatir el mal que los acechaba, los Petit de Murat se instalaron en Unquillo.

“Ulyses consiguió rápidamente un lugar en la ciudad porque había muchos artistas de Buenos Aires que, por razones similares, vinieron a vivir acá”, contó Suárez Boedo. La familia alquiló diferentes viviendas (entre ellas, una llamada “La China”), hasta que consiguieron instalarse en la mansión donde actualmente se encuentra el Club Unión, sobre la calle Alberdi.

El humor siempre presente en la vida de Ulyses. Gentileza a quien corresponda


“Mi madre estuvo siete años enferma, de los 14 a los 21. La mantuvieron viva a fuerza de reposo y sobrealimentación, hasta que un médico de Unquillo de apellido Contreras encontró un artículo en una revista norteamericana que hablaba sobre la sulfamida y decidió probar. Así le salvó la vida. En sus memorias, mi madre escribió: ‘en mi familia hay dos bandos: los que murieron muy jóvenes, y los que resistimos y estamos vivos’. Realmente los Petit de Murat fueron una familia diezmada por la tuberculosis”, relató María Cristina.

“En el cementerio están los pioneros de nuestra historia. Mi deseo es que este espacio sea reconocido como patrimonio histórico nacional y reciba la conservación que merece como tal”.

Patricia Núñez, responsable del Cementerio San Francisco de Asís.

Al final, la muerte encontró a Ulyses Petit de Murat en China. “Nosotros siempre dijimos que ese viaje fue mucho para él. Había sido invitado por el gobierno chino a recorrer el país con un guía personal. Fue un viaje de 55 días a lomo de burro. En aquel entonces, mi tío ya era un hombre de 75 años con deficiencia pulmonar y nunca se había cuidado. Siempre estuvo viajando, trabajando, haciendo conferencias y trabajos periodísticos. Supo ser corresponsal de diarios extranjeros, hasta de un medio hindú, siempre había ejemplares dando vueltas por casa”, recordó con nostalgia su sobrina.

Una vida de película

Jorge Luis Borges, Ulyses Petit de Murat y su nieta política, Nannina Meoli, antes de una charla conjunta en el ISSB por 1982. Gentileza a quien corresponda.


El multifacético Ulyses Petit de Murat formó parte de la época de oro del cine argentino, a la que contribuyó con más de sesenta guiones que lo convirtieron en una de las personalidades más reconocidas del ámbito en el siglo pasado. Entre sus admiradores se encontraban grandes figuras como la chilena Gabriela Mistral y el escritor Jorge Luis Borges (quien fue su compañero en el prestigioso grupo literario de vanguardia Martín Fierro).

Su creatividad audiovisual lo llevó a ser uno de los fundadores de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas Argentina en 1941. Dos años antes, en 1939, había escrito su primer guión cinematográfico para la película Prisioneros de la tierra, adaptación de cuatro cuentos de Horacio Quiroga, realizada en colaboración con su hijo, Darío Quiroga. Además, mantuvo una entrañable amistad con el poeta y escritor de tangos Homero Manzi, junto a quien escribió varios guiones y algunas canciones. 

Sus admirados poemas, en verso libre, tocaban grandes temas como el amor, el misterio y la muerte, pero siempre a través de hechos biográficos esenciales. Los versos de Espléndida marca de las lágrimas fueron reconocidos por Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo entre las cinco mejores obras de la poesía contemporánea.

A lo largo de su vida, se codeó con el jet set cultural del mundo. Fue declarado miembro de la Academia de Artes y Letras de Estados Unidos, participó como jurado del renombrado Festival de Cannes y fue cofundador y presidente de la Sociedad Argentina de Escritores.

Entre su vasta contribución a la cinemateca nacional, no se pueden dejar de mencionar grandes títulos como Martín Fierro, Con el dedo en el gatillo, La guerra gaucha, Pampa bárbara, Su mejor alumno y Todo un hombre, obras que marcaron la etapa más prolífica del cine nacional.