La pandemia que tienen en vilo al planeta hace tres meses no para de crecer y, finalmente, ha llegado a Argentina. El primer caso de COVID-19 se notificó el 31 de diciembre del año pasado en la ciudad de Wuhan (China) y, desde entonces, se ha extendido al resto del mundo, iniciando brotes severos en lugares como Italia, Corea del Sur, Irán y España.
Como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS), los coronavirus son una extensa familia de virus que pueden causar diversas enfermedades. En humanos, provoca principalmente infecciones respiratorias, las cuales pueden ir desde un resfriado común hasta un síndrome respiratorio agudo (SARS).
De estas afecciones, la más reciente y novedosa es la cepa COVID-19, cuyos síntomas más frecuentes son fiebre, tos, cansancio, dolor de garganta y dificultad para respirar. Estas manifestaciones suelen ser leves y de aparición gradual (con un período de incubación que oscila entre 1 y 14 días) e incluso hay personas infectadas que no llegan a desarrollar sintomatología (aunque eso no disminuye su poder de contagio).
Según las estadísticas de la OMS, “alrededor del 80% de los infectados se recupera de la enfermedad sin necesidad de realizar ningún tratamiento especial”. Sin embargo, otros casos (aproximadamente 1 de cada 5) derivan en cuadros más graves, con dificultad respiratoria, y requieren internación hospitalaria. Hasta el 18 de marzo, el COVID-19 había afectado a más de 200 mil personas en todo el mundo, provocando más de 8 mil muertes (números que ya habrán aumentado cuando se imprima este artículo).
El primer caso de COVID-19 se localizó en Wuhan (China) el 31 de diciembre de 2019.
Alerta local
En Argentina, la primera persona infectada (un hombre de 43 años que recientemente había viajado a Italia) se detectó el 3 de marzo en la Ciudad de Buenos Aires. A partir de ese momento, el Gobierno Nacional ha implementado medidas cada vez más rigurosas para detener la circulación del virus dentro del país.
Ante este panorama (y teniendo en cuenta las experiencias de otros países) una de las primeras disposiciones fue el pedido de distanciamiento social, es decir, permanecer el mayor tiempo posible dentro del hogar, evitando el contacto con otras personas y los lugares concurridos.
Con este objetivo, nacionalmente se dispuso: licencia laboral para mayores de 60 años, embarazadas y personas en grupos de riesgo (aquellas que tienen afecciones médicas preexistentes, como hipertensión, diabetes y enfermedades cardíacas o respiratorias crónicas), cancelación de espectáculos públicos masivos de toda índole, suspensión del dictado de clases presenciales en las escuelas, cierre de fronteras para extranjeros y no residentes del país y cuarentena de 14 días para todos los argentinos que provengan de países afectados por el COVID-19, entre otras medidas.
Finalmente, el pasado 19 de marzo, cayendo la tarde, se decretó la cuarentena total, preventiva y obligatoria, para todo el país. En consonancia, los municipios de Sierras Chicas han adoptado las disposiciones y activaron los protocolos necesarios para abordar los casos sospechosos y confirmados. Vale recordar que los principales centros de atención en la región son el Hospital Vicente Agüero, de Jesús María, y el Hospital Provincial Profesor José Miguel Urrutia, ubicado en Unquillo.
Según un informe publicado por La Nación el 15 de marzo, la provincia de Córdoba cuenta con 15.150 camas en total para atender a los posibles enfermos graves. Localmente, estas se distribuyen entre el Hospital Urrutia (42 camas disponibles para internación y otras 6 dispuestas para terapia intensiva, con posibilidad de habilitar otras nuevas si la situación lo demanda), el Sanatorio Privado del Interior, en Río Ceballos (con 24 camas para internación y 8 para terapia), y la Clínica Privada de la Ciudad de Villa Allende (con 21 literas comunes y 5 para intensiva). Los restantes establecimientos sanitarios de la zona sólo se dedican a la atención primaria, derivando los casos más graves.
Sin embargo, cuando la situación se desborda, hasta los sistemas sanitarios más preparados terminan colapsando. Por eso, Juan Carlos Ávalos, subdirector del Hospital Provincial Urrutia, destaca que actualmente estamos en “fase de contención” y que es crucial extremar las medidas de prevención y controlar el avance del virus en los próximos días.
“En este momento estamos en fase de contención y hay que extremar medidas para frenar el aumento de casos”, señaló el Dr. Ávalos.
El Milenio: ¿Hay algún síntoma particular que permita distinguir al coronavirus de una gripe común u otras enfermedades similares?
Juan Carlos Ávalos: La sintomatología es básicamente respiratoria: un cuadro febril, acompañado de tos, dolor de garganta y a veces congestión. Lo importante es que las personas que han vuelto del exterior o que son conscientes de haber tenido contacto con alguien que estuvo de viaje en otro país, y manifiestan síntomas, consulten al médico de manera urgente. Y aunque no tengan ningún síntoma, que permanezcan en cuarentena igual por 14 días.
Ante un caso sospechado, se admite al paciente en la institución, se hacen estudios para dilucidar qué está pasando, se descarta si es influenza (gripe) y luego se hace el siguiente paso, para descartar que sea coronavirus. La diferencia, principalmente, consiste en el contacto o no con alguien que vino del exterior.
EM: ¿Cuáles son los grupos de riesgo?
JCA: En la casuística, no se perciben grandes distinciones en personas menores a los 50 años. Al pasar esa edad, la curva de mortalidad es mayor. Por ejemplo, en mayores de 60 años, la curva salta un 3%, mientras que a los 80, alcanza un 15% de mortalidad. Esta curva es importante, sobre todo para los países que tienen mucha población anciana. Entonces, en primer lugar, la edad es un factor clave para medir el riesgo.
Por otro lado, están las enfermedades preexistentes (diabetes, afecciones cardiovasculares o respiratorias, hipertensión, entre otras) que pueda tener el paciente. En estas personas hay más probabilidad de que se generen complicaciones serias, como una neumonía, por ejemplo, que pueden llevar al fallecimiento. Ese conjunto de problemas de salud, en una persona mayor y añadiéndole el coronavirus, genera los casos complicados.

EM: ¿Cuál es la principal forma de contagio?
JCA: La eliminación de gotitas de líquido que se produce cuando la persona infectada tose o estornuda, que son partículas más grandes y pueden ingresar por la vía respiratoria o quedar depositadas en objetos y superficies. Por eso se hace hincapié en esto de mantener una distancia de uno o dos metros con quienes interactuamos, ya que esa gota cae, no permanece en el aire. Y lavarse continuamente las manos.
EM: ¿Hay forma de erradicar los virus de este tipo?
JCA: Los virus tienen la particularidad de que pueden mutar, intercambian material genético con distintas especies de otros virus y pueden generar mayor facilidad para llegar activamente al ser humano. Sin embargo, con el tiempo se pueden desarrollar vacunas.
EM: ¿Qué medidas de prevención puede tomar el ciudadano común?
JCA: Es esencial el lavado de manos con agua y jabón, mantener una buena ventilación de los ambientes, cubrirse la boca con el pliegue del codo al toser o estornudar, estar atento y salir lo menos posible.
Si uno tuvo contacto con una persona que vino de una zona de riesgo (como puede ser Europa, Asia o Estados Unidos) y esa persona está asintomática, hay que ser responsable con uno y con los demás, y guardar cuarentena.
Lamentablemente está costando lograrlo. Todo el tiempo escuchamos que no se respeta esa consigna, lo cual es grave y hasta se considera un delito. Algunos enfermos incluso se niegan a revelar la información que deberían brindar al personal sanitario.
El Hospital Provincial Miguel Urrutia cuenta con 42 camas para internación y 6 para terapia intensiva, con posibilidad de habilitar otras nuevas si la situación lo demanda.
EM: ¿Cuál es el tratamiento y el protocolo ante un caso de coronavirus?
JCA: Voy a hacer hincapié en que la única información válida, real y que hay que escuchar es la que emite el Ministerio de Salud de la Nación y de la Provincia. Los audios de WhatsApp, videos virales, etc., sólo consiguen contaminar la cabeza de la gente. La información oficial y el protocolo son muy claros y se actualizan permanentemente, tanto las medidas de prevención, como el manejo de pacientes.
El que viene del exterior tiene que tener responsabilidad, una vez que se lo identifica, y cumplir la cuarentena correspondiente. Si al llegar al país o a los pocos días, manifiesta síntomas, debe acudir al médico y la institución dará activación al protocolo, que consiste, en primera instancia, en admitir al paciente y hacer estudios para dilucidar de qué se trata.
En cuanto a tratamientos, no hay uno específico. Se han probado antivirales, como los que se utilizaron con la influenza H1N1. También se han implementado recursos terapéuticos, por ejemplo, en Italia, pero son todas medidas del momento que cada equipo de salud e institución elige implementar. En la amplia mayoría de los casos, la enfermedad cursa como si fuera una gripe común, con síntomas respiratorios como pueden ser tos, congestión y fiebre, sin mayores complicaciones.
Para el COVID-19 se admite en la institución a quien viene con síntomas, si se confirma que es una infección por coronavirus, se evalúa el cuadro clínico del paciente. Afortunadamente, en Argentina la evolución ha sido favorable en la mayoría de los casos.

EM: En su opinión, ¿se están tomando medidas de prevención adecuadas en el país y en la provincia?
JCA: Todas las instituciones tienen la obligación y responsabilidad de apegarse a las directivas que se dan desde la principal fuente de información y directivas, que es el Ministerio de Salud de Nación y de la Provincia. Por mi parte, estoy totalmente de acuerdo con lo que se está haciendo, además, periódicamente se hacen reuniones entre la parte privada y la pública para analizar la situación.
EM: ¿Hay riesgo de colapso sanitario?
JCA: Actualmente, estamos en fase de contención. El objetivo es extremar medidas en este momento (utilizando la cuarentena, las medidas de higiene, la restricción de eventos públicos, la ventilación, etc.) para reducir la casuística. Lo más probable es que el virus entre en circulación, pero la idea de mantener la fase de contención es que no colapse el sistema. Si hay un cambio de clima y empieza a hacer frío, la curva probablemente se incremente, pero todavía es muy precoz. En ese caso, se pone en marcha el plan de contingencia, con ampliación de camas e insumos.
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