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Educación Sexual Integral: derribando tabúes

Desde su sanción en el año 2006, la Ley Nacional Nº 26.150 ha suscitado debate entre distintos sectores de la sociedad. Hoy en día, se vive un cambio de perspectiva y la ESI se ha convertido en uno de los proyectos más demandados por los estudiantes, en particular en el Nivel Secundario, donde se exigen más contenidos y variedad.

Desde su sanción en octubre de 2006, la Ley Nacional 26.150 de Educación Sexual Integral (ESI) generó numerosas discusiones, con expresiones a favor y en contra. Las comunidades educativas se convirtieron en el espacio por excelencia de la polémica, mientras que la información falsa o el simple desconocimiento fueron los principales inconvenientes para la implementación de este programa educativo.

En un esfuerzo por transmitir la relevancia social de la ley, el Ministerio de Educación de la Nación explicó que la educación sexual históricamente sólo se dictaba en el Nivel Secundario, pero su alcance se limitaba a temáticas como la reproducción humana y la pubertad.

Cuestiones vinculadas a la expresión de sentimientos y de afectos, la promoción de valores relacionados al amor y la amistad, y la reflexión sobre roles y funciones atribuidos a mujeres y a varones, no formaban parte de los contenidos”, señala el material didáctico ESI.

El desarrollo de los conocimientos de diversas disciplinas y la definición de los derechos de la infancia permitió una construcción más amplia e integral sobre la educación sexual. En Córdoba, a partir de la sanción de la Ley 26.150, se pusieron en marcha acciones y estrategias para hacer efectiva su implementación en las escuelas. En 2007, el Consejo Federal de Educación, a través de la Resolución 45/08, transformó la ESI en una política pública, dando lugar al Programa Provincial de Educación Sexual Integral (2009).

La ley nacional resuelve que todos los jóvenes que asisten a las escuelas, públicas o privadas, laicas o religiosas, tienen derecho a recibir educación sexual integral. Su concepto sobre la sexualidad es amplio, ya que considera “aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos”. Entre sus objetivos, se aspira a “promover actitudes responsables ante la sexualidad”, “prevenir problemas de salud” y “procurar igualdad de trato y oportunidades para varones y mujeres”, entre otros puntos.

Los contenidos se agrupan en cinco ejes que parten del Programa ESI: Sujetos de derecho, Perspectiva de género, Respeto a la diversidad, Cuidado del cuerpo y la salud, y Valoración de la afectividad”, detalló Marisa Allassia, profesora en Ciencias Biológicas, formadora en ESI y neuropsicoeducadora.

La principal barrera es la desinformación. Cuando se cree que hablar de sexualidad en la escuela es enseñar a colocar un preservativo, se cae en un reduccionismo que escapa al espíritu de la ley. Los colegios debemos involucrar a las familias en estas temáticas para que acompañen activamente a sus hijos en la construcción de sus sexualidades, de manera saludable, con libertad para manifestarse y vivir plenamente”, apuntó la educadora.

En Córdoba, sobre un total de 28.956 estudiantes, el 86% de mujeres y el 74% de varones del Nivel Secundario demandaron más ESI en las aulas, según las evaluaciones Aprender 2017.

De qué se trata el programa



Allassia, experta en Formación ESI, aclaró que “hay propuestas diferenciadas que responden a las características y necesidades de cada uno de los grupos etarios, sus estructuras psicológicas y posibilidades cognitivas. La idea es generar espacios en donde todos puedan expresarse con libertad y encontrar en sus docentes información científica, confiable y actualizada, que les permita tomar decisiones sobre sus vidas”.

En este sentido, a fines de 2018, el Ministerio de Educación de Córdoba detalló los contenidos de la ESI como reacción a información falsa que circulaba en redes sociales, donde se acusaba al programa de ser pornográfico e invadir la intimidad de los estudiantes. Por aquel entonces, el ministerio desmintió tales ideas y aclaró que “la ley apunta al desarrollo de la integridad y de los derechos de los jóvenes”.

“Los estudiantes fueron los grandes facilitadores, les gusta hablar de lo que sienten, los cambios que atraviesan sus cuerpos. Son muy reflexivos y respetuosos de los distintos modos de vida”.

Marisa Allassia, Directora Nivel Secundario IMVA.

Según el proyecto, en la etapa inicial (3 a 5 años) se enseña a identificar las partes del cuerpo humano con su correcto vocabulario y se explican los procesos de gestación y nacimiento. Se inculcan valores como confianza, libertad y seguridad para expresar ideas y pedir ayuda, pautas de cuidado y autoprotección. A su vez, docentes previamente capacitados, hablan a los niños sobre la diversidad de las familias y el respeto por la intimidad propia y ajena; al tiempo que les enseñan a no guardar secretos y a decir ‘no’ frente a situaciones que califiquen como incómodas o confusas.


En el Nivel Primario se trabaja una continuidad de estos conceptos básicos. El cuerpo humano sigue siendo un eje, pero se agregan otros aspectos, como las necesidades de afecto, cuidado y valoración, los procesos de crecimiento, maduración y pubertad. También se analizan críticamente los estereotipos corporales de belleza y se promueve la superación de prejuicios y actitudes discriminatorias, fomentando la igualdad entre varones y mujeres. El último punto clave es la identificación de situaciones de vulneración de los derechos, como el abuso sexual, la violencia de género y la trata de personas.


Ya en el Nivel Secundario, la ESI aborda la sexualidad humana desde la perspectiva científica, con información sobre los órganos sexuales y su funcionamiento, la salud, las enfermedades de transmisión sexual, el embarazo, la paternidad y maternidad, los cuidados en los vínculos y también su relación con la afectividad y los diferentes sistemas de valores y creencias, entre otros lineamientos pedagógicos.

Además, se busca reconocer y reflexionar sobre “situaciones de violencia en las relaciones interpersonales, específicamente afectivas y sexuales” y dar a conocer “los derechos de las diversidades sexuales y la responsabilidad del Estado frente a situaciones de discriminación”. Todo esto se detalla en los materiales pedagógicos publicados en las páginas oficiales de la Nación y Provincia.

Una mirada amplia



En los establecimientos educativos de la Fundación Josefina Valli de Risso, Instituto Educativo Nuevo Milenio de Unquillo (IENM) e Instituto Milenio Villa Allende (IMVA), la implementación del programa ESI arrancó en el año 2009, marcando el inicio de una década ininterrumpida en materia de educación sexual integral. “En un primer momento, lo viví desde mi rol como docente de ambas instituciones, en donde la inmensa apertura que hubo por parte de ambas Direcciones, facilitó la implementación”, indicó Marisa Allassia, actual directora del Nivel Secundario del IMVA.

“El proceso comenzó con la sensibilización de los profesores. Fue un camino de deconstrucción que nos llevó a reflexionar y repensar nuestras propias creencias, valores y experiencias. Somos el producto de todo lo que hemos vivido y de lo que hicimos con ello. Por lo tanto, el desafío era ampliar las miradas personales para diversificar los enfoques que llegarían a las aulas colmadas de adolescentes con realidades diferentes. De ahí la importancia de diseñar propuestas didácticas que contemplaran ambas instituciones”, rememoró Allassia.

Asimismo, fue fundamental considerar los temores de padres y madres sobre la información que sus hijos podrían recibir en las aulas. “Vale aclarar que ambas escuelas trabajamos en el fortalecimiento de valores, cada familia tiene sus propias creencias y eso también es parte de la diversidad”, expresó la directora y agregó: “La no implementación de la ESI no es una opción, ya que por ley se ha legitimado su incorporación en las escuelas”.

“Es muy importante conocer sobre estas temáticas, porque muchas veces no se habla de sexualidad. Nos gustaría que se integrara como una materia fija”.

Estudiantes de 5to y 6to año del IMVA.

Desde su puesta en marcha, el proyecto fue apropiado por las autoridades, los docentes y hasta los propios estudiantes. “Este año se formó un equipo de jóvenes a quienes se les brindaron jornadas de capacitación con acompañamiento docente. Ellos y ellas presentaron propuestas de actividades que llevaron al resto de las aulas”. La cercanía de edad y la posibilidad de una mayor empatía, generó mejores posibilidades de aprendizaje.

La intención es comprender que la sexualidad es un concepto amplio, complejo y diverso. Que cada uno es protagonista de su proceso de construcción, que comenzó desde el momento de la gestación, en su dimensión biológica, y termina con la muerte de la persona. Se pretende que los estudiantes tengan acceso a la información que les permitirá tomar decisiones minimizando riesgos, priorizando valores, aceptando que formamos parte de una sociedad donde lo común, es ser diferente. Tal vez estas generaciones logren una convivencia más democrática, menos violenta, respetuosa de los otros y con equidad de género”, finalizó Allassia.

Los estudiantes demandan más ESI en las aulas


Según el resultado de las evaluaciones Aprender 2017, un estudio realizado en las escuelas del país por el Ministerio de Educación de la Nación, un 80% de los estudiantes del Nivel Secundario señala la educación sexual integral como primera temática para desarrollar y atender en las aulas. Le sigue la violencia de género y otras formas de intimidación con un 75% de adhesión.

Según el Programa Nacional de Educación Sexual Integral, entre la población de 14 a 19 años que se manifiesta como sexualmente activa, el promedio de edad de iniciación sexual es de 14,9 en varones y 15,5 en mujeres. Uno de los principales ejes de atención se encuentra en los embarazos adolescentes, ya que 6 de cada 10 chicas que quedan embarazadas abandonan la escuela.