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El amor no tiene edad

Ya sea que se manifieste como cariño, pasión, amistad o respeto, el deseo de amar y ser amado es inherente al ser humano en cualquier momento de su vida. Cultivar este sentimiento en la tercera edad no sólo es posible sino también recomendable, ya que no existe mejor remedio que el enamoramiento.
  • Colaboración: Sol Periales, Malena Pedron y Mariano Fleiderman. IMVA.

El amor en la vejez comprende tantas variables posibles como en la juventud. No obstante, los abuelos han tenido más tiempo y oportunidades que los jóvenes para saber amar. Han aprendido a compartir también la enfermedad, las despedidas, los achaques, la disminución de actividad y fortaleza. Se trata entonces, de un amor más realista que acepta arrugas, deterioro, manías y preferencias.

Hasta que la muerte los separe

Según estadísticas, la mitad de las parejas que no son interrumpidas por la viudez, envejecen juntas sin problemas.

El amor es una combinación de cariño, atracción, afinidad de pensamiento e interés, que en la ancianidad se fundamenta en la espiritualidad y la entrega. Por eso, se asocia esta etapa a una disminución pasional en virtud de una relación coloquial. O sea, se vive de una manera más serena y madura.

A este concepto lo confirma el licenciado y doctor en Psicología docente de la UNC y vecino de Salsipuedes, Adrián Bueno: “En una pareja de toda la vida, se da un acostumbramiento, son más amigos que amantes. Se vuelven compañeros para charlar y compartir otros placeres y entretenimientos”.

El éxito de una pareja longeva puede depender de la capacidad de adaptarse a los cambios de personalidad de la edad. Además, la habilidad para manejar los altibajos de la adultez tardía con relativa serenidad puede resultar de su mutuo apoyo. Esto refleja tres beneficios importantes del matrimonio: intimidad (sexual y emocional), interdependencia (compartir tareas y recursos) y sentido de la pareja de pertenecer uno al otro.

Para, Mónica Sundberg, psicóloga unquillense especializada en gerontología, “la creencia de que una pareja de abuelos no se separa a esa altura de sus vidas por costumbre y sigue conviviendo para no quedarse solos; es un prejuicio que implica no reconocerle a la tercera edad la capacidad de elegir y de enamorarse”.

→Como en «Elsa y Fred», el amor en la tercera edad puede ser una importante razón para celebrar la vida.

El amor después del amor

Histórica y culturalmente se instaló el preconcepto de que, los mayores de 60 años, actuaran con sensatez, mesura, realismo y serenidad. Por lo tanto, el adulto mayor no tenía permiso para volver a enamorarse tras enviudar.

“Hoy socialmente está más permitido volver a enamorarse a la tercera edad, se ha logrado dejar de lado el perjuicio del ‘viejo verde’ y de cómo a esta edad se van enamorar, cuando en realidad la edad no influye para nada en el amor”, expresó Sundberg. Y añadió: “Esta evolución se le puede atribuir a la mirada social, que ahora lo admite mejor y también a los propios adultos mayores que al estar en la terminalidad de la vida eligen todo lo que tiene que ver con la felicidad. Es una etapa más plena, uno se contacta más con lo que uno desea y no esta tan preocupado por lo que vayan a pensar”.

→Según estadísticas, la mitad de las parejas que no son interrumpidas por la viudez, envejecen juntas sin problemas.

“La edad no habla de un deterioro al contrario se viven historias muy lindas, es otro nivel de relajación que permite un disfrute diferente incluso del amor. Los vínculos son más selectivos, porque ya no se juntan por compromiso, entonces la calidad vincular es más óptima”, dijo Sundberg.

Asimismo, Adrián Bueno explicó que las estadísticas señalan que la mujer enviuda con mayor frecuencia que el varón, lo que implica que, hay más mujeres adultas mayores en estado de viudez que hombres. Y estos últimos se casan rápidamente, pareciera que toleran menos la viudez que las mujeres, además de tener una oferta mayor para componer una nueva pareja. A lo que Mónica Sundberg agregó que en la viudez femenina se evidencia la problemática de género: “Cuando enviudan empiezan a vivir, porque es la única forma de zafar de tener que obedecer a los hombres”.

Intimidad divino tesoro

→»La edad no influye en la sexualidad; hasta el día que uno muere tiene deseos, lo que es saludable y además es un derecho».

El erotismo en la ancianidad se asocia a otro prejuicio instaurado culturalmente relativo a que los abuelos son asexuados o que están deserotizados.

A pesar de ello, los humanos nacen y mueren con el mismo potencial sexual, aunque sí se dan cambios en la respuesta sexual, así como en los objetivos y en la forma de desarrollarla. Pero la capacidad de disfrute permanece intacta.

En esta línea, Sundberg señaló que: “La edad no influye en la sexualidad; hasta el día que uno muere tiene deseos, lo que es saludable y además es un derecho. Todas las cosas que se sienten en la juventud no se abandonan con los años, están intactas. Inclusive hoy los adultos mayores se dan más permisos que tiene que ver con el hecho de postergar más las huellas del paso del tiempo. Antes decíamos viejo a los 60 años, pero ahora mucha gente a esa edad es sumamente activa, son muy jóvenes aún”.

Es innegable que la conducta sexual en la adultez tardía depende mucho del estado emocional de la pareja y de la salud de sus miembros, pero es posible. Sólo que con la edad, es más frecuente una disminución de la sexualidad pero en términos de frecuencia y vigor de las relaciones, es decir que se puede perder actividad sexual en términos de cantidad pero se gana en calidad.

En relación a estas variantes el Lic. Adrián Bueno comentó que: “el erotismo, la sexualidad y el romance son muy distintos y presentan un nuevo desafío en la tercera edad. Se despierta más el compañerismo que lo erótico”. Y agregó: “En las parejas estables de muchos años se da un acostumbramiento. Dejan el sexo de lado e incluso los niveles de seducción caen muchísimo. Pero esto no sólo se aplica para los viejos, sucede en todas las edades”.

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