Bajo el abrasador sol del verano en Córdoba, sobre el caliente cemento de la pista de ciclismo ubicada en la parte exterior del estadio Mario Alberto Kempes, entrena Miranda Capellades. Acompañada de su padre y su madre, recorre la pista una y otra vez. Cristian, padre de Miranda y triatlonista afirma:
“Esta es una vida muy sacrificada a todo nivel, porque no tenés vida social. Cuando el resto está de joda vos estás durmiendo, o entrenando”

Miranda es apenas una adolescente, sin embargo ya es capaz de manejar una intensidad de entrenamiento mayor a muchos deportistas profesionales. Su especialidad es el triatlón, una carrera multidisciplinaria que en su categoría combina 750 metros de nado, 20 kilómetros en bicicleta, y 5 kilómetros a pie. Con respecto a sus comienzos en el deporte, Miranda explica: “Empecé haciendo natación a los 11 años. Hice dos años y medio, luego arranqué con el triatlón porque mi hermano también lo hacía”.
La natación es de las tres disciplinas la que más le gusta y mejor maneja, mientras que la bicicleta es por ahora, el punto en el cual más tiene que trabajar para poder bajar sus propios tiempos.
“Entreno todos los días menos los domingos, y generalmente nado dos horas y media a la mañana, lunes, miércoles y viernes voy al gimnasio una hora, y también corro dos horas cada día, según el plan de entrenamiento que tenga. Dependiendo del día, a veces hago técnica, velocidad o fondo en cada disciplina”, afirma la atleta.
Al respecto, su padre agrega: “Ella hoy por hoy está haciendo 450km semanales de bicicleta solamente, más 120 km a pie, y 7000 metros de nado, dependiendo de la semana”.
Miranda al igual que la mayoría de los triatlonistas no cuenta con sponsors ni con ningún tipo de ayuda por parte del Estado, a pesar de que ya ha demostrado sus enormes condiciones en las grandes competencias. En el 2016, la deportista participó en una de las carreras más importantes del triatlón argentino como es la competencia en La Paz, Entre Ríos. Allí Miranda salió segunda en una categoría que reúne a las mejores entre 15 y 18 años.
En relación a esto, Cristian Capellades sostiene: “Miranda salió segunda el año pasado en La Paz, y uno piensa que haciendo una carrera así te van a cubrir o ayudar al menos en la inscripción pero no, 2500 pesos tenemos que pagar sólo de inscripción”. A esto se suman los traslados y las estadías entre una larga lista de gastos económicos que la familia afronta sin ninguna ayuda externa en pos de competir.
La durísima agenda del triatlón encuentra sus puntos claves en épocas de calor ya que las competencias son en aguas abiertas. Mientras tanto, en las épocas de bajas temperaturas para el nado, Miranda compite en duatlón, competencia que consta sólo de carreras en bicicleta y a pie. La joven de Mendiolaza participó de la competencia en uno de los mejores circuitos del país, ubicado en Entre Ríos, pudiendo consagrarse campeona, y mostrando así su gran potencial.
Una familia, un equipo

“Yo arranqué haciendo lo que se llama carrera aventura que suelen ser 300 o 400 km dependiendo de la carrera, en montaña, en kayak, de todo. Mi hijo más grande Mateo quería entrenar conmigo, pero el médico nos comentó que no podía recorrer esas distancias. Entonces yo dejé las carreras de aventura y empiezo con el triatlón, cosa que sí podía hacer mi hijo. Empezamos, y a los dos meses yo ya no lo podía seguir a él. Yo con el triatlón arranqué hace cuatro, cinco años, pero corro carreras desde hace más de 20. Ahí empezamos, al tiempo se sumó Miranda, y comenzamos a entrenar juntos”, explica Cristian Capellades.
Mateo Capellades, el hermano mayor de Miranda, fue parte del seleccionado argentino de triatlón. El año pasado además, en Entre Ríos no sólo Miranda se coronó campeona, Mateo hizo lo propio consiguiendo el primer puesto en su categoría y Cristian terminó siendo subcampeón.
Compiten y entrenan como familia cada vez que los tiempos se lo permiten, y así lo remarca Cristian Capellades:
“Con Miranda salimos mínimo dos veces a la semana juntos a rodar. Ella justo ahora está en un proceso de cambio, en el cual está empezando a tomar mucho volumen de entrenamiento, entonces trato de ayudarla y si tiene que salir a andar tres horas yo trato de salir con ella”
El equipo no termina ahí, Carina, madre de Miranda, sigue a su familia a donde vaya, pendiente de detalles claves como la alimentación, el descanso, el traslado o la ropa. Siguiendo esa línea, Cristian agrega: “Carina va con el auto siguiéndonos, cuando salimos a pedalear, y es complicado, llega un momento en que se sufre ese camino. Ella la lleva a Miranda a todos lados, somos un equipo familiar, nosotros corremos pero Carina siempre está atrás nuestro”.
Miranda sabe de las exigencias que le plantea el triatlón y entiende que cada kilómetro recorrido la hará una mejor atleta, y es que esta carrera multidisciplinar no es sólo un desafío físico y técnico sino mental. En ese sentido, su padre añade:
“Tenés una carga emocional muy grande, más ellos, que son chicos. Te empieza a ir mal y te podés preguntar para qué hago esto. Pero tiene muchas cosas buenas que son fundamentales para la vida. La disciplina que tienen para hacer cualquier cosa es impresionante. Son gente diferente en la vida, le guste a quien le guste, son deportistas”