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Tiempo de revancha

Cintia Rojo, más conocida en el fútbol femenino como la Coker, se está preparando para la posibilidad de jugar en Primera A de AFA con Belgrano. Mientras tanto, entrena a las chicas del Club Quirquinchos Verdes de Río Ceballos y gana experiencia como DT.
  • Por Matías Candoli. periodico@elmilenio.info
  • Colaboración: Bianca Squinobal, Federica Miretti, Jazmín Saracho y Azul Seydell (4to IENM).

Las revanchas, en los deportes, son algo que ocurre habitualmente, y el espíritu de quien practica trata de buscarlas siempre. Es un impulso y una motivación constante para superarse individual y colectivamente. 

Cintia Rojo es deportista, juega al fútbol desde muy chica, y laburante, también desde temprana edad; así que de reinventarse y volver a ser sabe mucho. En 2023, el fútbol y la vida pueden darle una nueva chance de hacerlo: volver a Belgrano, que ascendió a Primera A de AFA y llevó al club de barrio Alberdi a profesionalizar su plantel femenino. 

La Coker, como todos la conocen, vive hace algunos años en Río Ceballos y puede ser nuevamente convocada a empezar la pretemporada con las Piratas. “Me llamaron en octubre porque tenían un torneo y querían que esté, pero les dije que no estaba en las mejores condiciones. Les respondí que me dieran un tiempo, entrar en la pretemporada y ver si el año que viene me puedo ganar un lugar. Hay que estar al cien por ciento”, contó la futbolista a El Milenio.


Para ella, el anhelo es recibir pronto el llamado de Maximiliano Luján, el entrenador del equipo femenino del Celeste. “Ojalá me pueda ganar el lugar porque están muy bien las chicas. Hay que estar a la altura de las más jóvenes también. Diría el profe: ‘La experiencia gana, sí, pero hay que correr a una chica de 17 años’. Yo sé que en 30 minutos corro a la altura de ella, pero 90 minutos, no sé. Yo también tuve 17 y no me paraba nadie”, explicó preocupada la jugadora, aunque con la pasión intacta ante la oportunidad: “Para mí es un desafío personal y lo quiero hacer. Más allá de que me haya ido muy bien en Belgrano, nunca esperé que me vuelvan a llamar”.

Tras algún tiempo fuera de las canchas, la posibilidad de volver al club que significó tanto en su carrera, motiva su ilusión. “Es un amor que tengo. Me hubiera encantado formar parte de este proceso en que las chicas han ganado tanto, pero no se dio. Hoy me están dando la oportunidad de volver a lo que a mí me gusta hacer y ojalá que se me dé”, confió la volante.

Seguir en el fútbol, desde otro lugar

La Coker Rojo, alejada por un tiempo del profesionalismo en el fútbol, no pudo con su genio. Aunque no está jugando, en Río Ceballos volvió a acercarse al deporte desde otro lugar, dirigiendo al plantel femenino del Club Quirquinchos Verdes.

Así, este año y durante el año que viene, “Las Quircas”, como se las conoce popularmente, cuentan con la vasta experiencia de una jugadora que hoy se sorprende disfrutando de su nuevo rol. “Pensaba que no iba a poder hacerlo, porque tengo un carácter medio fuerte. Quizás alguna pateaba mal y yo se lo decía de una. Pero se ve que tenía la profesión adentro, muy escondida, y puedo decir las cosas mejor de lo que me salen cuando estoy jugando”, comentó entre risas. 

La volante que arrancó jugando con varones en el club Los Lagartos de barrio Juan B. Justo de Córdoba capital y pasó por Belgrano, Racing, UAI Urquiza de Buenos Aires y Sportivo Tirolesa, hoy busca seguir creciendo, aprendiendo y enseñando como entrenadora. “Yo he estado toda mi vida jugando a la pelota. Una puede alejarse, pero después el cuerpo te pide volver. Esta es una forma de mantenerse cerca”, contó Cintia.

Sin embargo, reconoce que el sentimiento adentro del campo, jugando, es muy distinto al que se vive afuera, dirigiendo. “Sufro el doble de lo que sufría dentro de la cancha, son unos nervios que no se pueden manejar. Siempre fui de protestarle a los árbitros, pero nunca a los rivales, es algo que tengo que trabajar porque me siguen echando por eso”, reconoció la Coker.

La llegada al club de Río Ceballos se dio por esas casualidades/causalidades de su pasión por el fútbol. Florencia, su pareja, juega en el Club Sportivo Forchieri de Unquillo. En una ocasión fue a verla, se acercó al entrenador para hacerle alguna sugerencia, le hizo caso y algo cambió a partir de ese momento. 

Más tarde, con el devenir de los partidos, se encontró con Luis Piozzi, un tío de ella que trabajaba en Quirquinchos. “Me ofreció jugar, pero le dije que, por cuestiones de trabajo y horarios, no podía comprometerme, pero que me gustaría dirigir. Después me llamó el presidente del club y me ofreció ir a que me conozcan las chicas. La verdad que me gusta enseñarles”, confesó la Coker.

 “A las chicas que quieren dedicarse al fútbol les digo que se animen y que nunca bajen los brazos, porque las oportunidades llegan todo el tiempo y hay que estar preparadas para asumirlas”

Cintia Rojo

En el fútbol femenino todavía no hay muchas entrenadoras y técnicas mujeres, aunque el camino empezó a abrirse para ellas en una profesión que, como todo en el fútbol, está dominada por hombres. 

“A las jugadoras les digo que es todo un conjunto para que el fútbol femenino tenga más protagonismo. Desde que se juegue bien un partido, que sea vistoso, que no sea aburrido; hasta la conducta en la cancha. Ha pasado en algún partido del femenino que haya violencia y es muy triste eso, porque si nosotras estamos peleando para que sea visible, para que crezca, y alguien va y ve que se agarran a piñas o que el técnico desde afuera está gritándole a sus jugadoras, al rival o a la tribuna; difícilmente quiera volver”, reflexionó.

El mensaje final de la Coker tiene que ver con todo el hilo de la charla: las oportunidades que tuvo como jugadora de clubes en Córdoba, en Buenos Aires, en las selecciones y en la vida. Y las frases que eligió para la despedida sintetizan su filosofía: “A las chicas que quieren dedicarse al fútbol les digo que se animen y que nunca bajen los brazos. He tenido malas pasadas, como quedar afuera de la lista para un olímpico, y es muy frustrante. Quizás a mí me costó muchísimo levantarme de eso y dejé pasar algunas oportunidades. Por eso les digo por experiencia: no hay que bajar los brazos, jamás, pase lo que pase, porque las oportunidades llegan todo el tiempo y hay que estar preparadas para asumirlas. Y si te volvés a golpear, hay que levantarse de nuevo, porque esa es la clave del éxito”.