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Los oficinistas del rock

VQS es la historia de seis compañeros de trabajo que decidieron compartir mucho más que las horas de oficina. Martín Grasso, guitarrista y corista de la banda, explica su lectura acerca de los orígenes y el proceso creativo de una agrupación con componentes de Sierras Chicas, que se afianza cada vez más en la escena rockera de Córdoba.

Colaboración: Wanjiru Macharía y Andrés Iacobelli (4to IMVA). Francisco Rodríguez y Santino Medina (4to IENM).


¿Se puede encontrar la creatividad y el juego en un cortado, en un break de oficina? Ese interrogante tiene en la banda de rock VQS la mejor respuesta posible. “Siempre escuchábamos música y hablábamos del tema en la oficina. De a poco nos dimos cuenta que cada uno tocaba un instrumento y que entre los seis teníamos todo para crear la banda”, cuenta Martín Grasso, guitarrista y corista de esta propuesta nacida el 1 de mayo de 2017.

Si bien Martín reconoce los “diferentes matices” en los gustos musicales de cada miembro de la agrupación, remarca que lo fundamental para los artistas y compañeros de trabajo fue generar un espacio donde todos pudieran disfrutar e interactuar a partir de la música.

Así, el guitarrista revela que el proyecto comenzó como un hobby, con la idea de conocerse y “vivir la experiencia”, pero con el tiempo se transformó en algo mucho más serio. La sigla “VQS” hace alusión a “veremos qué pasa”, nombre del grupo de WhatsApp que crearon para arrancar con la iniciativa. “Le pusimos así a la banda porque nos íbamos a encontrar con un mundo y una respuesta desconocida ante nuestra música”, confiesa Grasso. 

Lo cierto es que la respuesta fue mucho más potente de lo que esperaban y hoy VQS se posiciona en la escena local de la mano de un sonido ya consolidado, fusionando buena parte del bagaje musical del rock nacional de los años 90 y los 2000, con sonidos más actuales y propios que revelan la diversidad de sus integrantes.


El Milenio: ¿Cómo está conformada la banda?

Martín Grasso: Tenemos a Fernando Vicente como cantante y luego contamos con tres guitarristas: Charly Ruiz, que es nuestra primera guitarra, Gamal Sales y yo. En la batería está Ruy Rodríguez, de Mendiolaza, en el bajo Matías Vicente y en mi caso, además de tocar la guitarra, hago los coros en todas las canciones. Esa es nuestra formación.

EM ¿Empezaron haciendo covers?

MG: Sí, comenzamos interpretando canciones de otros autores, la mayoría de rock nacional, porque tenemos distintos gustos musicales, entonces tratamos de coincidir en algunos temas para ir generando un estilo propio. 

Al pasar unos seis meses de nuestro arranque, comencé a llevar algunos temas míos a la banda, para compartirlos y que entre todos les diéramos una forma definitiva y más acabada.  Poniendo un poco cada uno en la sala de ensayo, creábamos el corte y lo practicábamos hasta pulirlo totalmente. 

EM: ¿Les gusta esto del encuentro y el juego a la hora de componer?

MG: Por supuesto, tenemos una convivencia multicultural en lo que refiere a nuestra identidad musical. Los seis integrantes tenemos voz y voto en la composición, traemos influencias muy diversas y tratamos de que la comunicación, a la hora de componer, sea muy transparente. Obvio que nuestros temas cargan un poco con el capital musical que consumimos desde siempre, sean Los Redondos, Gustavo Cerati, Sumo, Massacre o tantas otras bandas de rock argentino que nos han marcado.

EM: ¿Qué buscan transmitir a través de sus letras?

MG: El proceso de composición es muy personal y cada uno lleva y transmite lo que quiere reflejar. Después, en la banda tratamos de hacer que nuestras composiciones tengan un estilo, una armonía, pero hay letras que tienen una carga personal innegable y otras que hablan de temas actuales, sociales o sensaciones que nos atraviesan a todos.

Nosotros no hacemos tanto hincapié en el resultado sino en el proceso de composición en general. La letra es una parte, pero también le damos mucha importancia a la melodía y al sentimiento que ponemos en acción al tocarla. Es un juego fantástico, porque somos varios compositores.

EM: ¿Cómo ha sido la experiencia de tocar en vivo en el contexto en el que estamos?

MG: Nos ha resultado bastante curioso el hecho de ver a las personas del público sentadas. En el rock se torna muy extraño, porque la costumbre es saltar, movernos, disfrutar, “poguear”. Como músico, ver al público sentado te genera esa sensación de no saber si la están pasando bien o no. No identificás si los que estás tocando les llega o no.

El rock está muy ligado a lo corporal, entonces al principio pensábamos que estábamos aburriendo a todo el mundo. Después veíamos los videos y nos dábamos cuenta que todos estaban moviendo los pies desde la silla, así que nos quedamos más tranquilos. En estos tiempos parece rock de teatro y se pierde un poco la esencia del género, pero de a poco estamos volviendo a tocar como antes.

EM: ¿Qué respuesta tuvieron ante los nuevos cortes que lanzaron este año?

MG: Los dos temas que ya publicamos tuvieron una respuesta óptima. Fue la primera vez que, además de mover nuestra música a través de plataformas digitales, nos metimos en la producción audiovisual con el armado de un videoclip realmente a la altura.

Eso generó una dinámica de interacciones de todo tipo. La reacción fue tremenda y en la actualidad, lo que está muy bueno es poder conocer desde dónde te escucha el público. Tenemos dos temas pendientes para lanzar este año y las expectativas son muy buenas.

EM: ¿Siempre lanzaron cortes individuales?

MG: De momento sí, la dinámica de composición nos permite siempre tener contenido nuevo e ir mejorando respecto a lo realizado en la canción anterior. Al mismo tiempo creo que con este formato vamos consolidando más nuestra identidad musical.