“Contar con una vacuna significa sumar una estrategia más a la prevención combinada. Cuando hablamos de prevención del VIH, primero pensamos en el preservativo, en la profilaxis preexposición. Después pensamos en que todas las personas con VIH estén diagnosticadas, tratadas y con su carga viral indetectable e intransferible. Ahora, además, también podemos pensar que tenemos una vacuna en estado avanzado de desarrollo”, declaró Valeria Fink, médica especialista en enfermedades infecciosas y coordinadora de la Unidad de Investigación Clínica de la Fundación Huésped.
Tras una década de investigación, el laboratorio Janssen, de Johnson & Johnson, desarrolló un prototipo de vacuna contra el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) que, a fines de 2020, alcanzó la fase tres, la cual determina si se aprueba o no su comercialización. Especialistas señalaron el salto tecnológico provocado por la actual pandemia del SARS-CoV-2 como el motor para la creación de esta vacuna histórica.
Desde su primera detección en 1981, la búsqueda de herramientas para combatir al VIH presentó numerosos desafíos debido a las propiedades únicas del virus, incluyendo la diversidad genética manifestada en los cinco continentes.
La vacuna desarrollada en el marco del estudio denominado Mosaico es la primera en llegar a fase tres, una etapa donde se realizan ensayos clínicos a gran escala, involucrando a 3800 voluntarios de todo el mundo, 57 centros de investigación y ocho países (Argentina, Brasil, España, Estados Unidos, Italia, México, Perú y Polonia).
En el país, el estudio es llevado adelante por la Fundación Huésped, organización independiente que trabaja en áreas de salud pública con perspectiva en derechos humanos, centrada en VIH/Sida. El pasado 11 de marzo, dicha institución aplicó por primera vez en América Latina una dosis de la vacuna elaborada por Janssen. Vale aclarar que esta herramienta tiene un fin preventivo, es decir, no elimina el VIH de las personas que ya conviven con el virus, sino que busca evitar que otras lo adquieran.
Protección global
Fink forma parte de la Sociedad Argentina de Infectología y es presidenta asociada de América Latina del AIDS Malignancy Consortium. Foto gentileza quien corresponda.
La vacuna utiliza un adenovirus como vector para transportar una combinación de proteínas del VIH que son identificadas por el sistema inmunológico, generando defensas que impiden el ingreso del agente infeccioso a las células.
Tras los resultados de las fases uno y dos, se determinó que la vacuna es inofensiva para las personas, pero efectiva para el desarrollo de inmunidad, ya que fue creada utilizando proteínas de una amplia variedad de subtipos de VIH, buscando generar una vacuna global que pueda implementarse en cualquier parte del mundo.
Cabe aclarar que, en los últimos 25 años, más de 30 mil voluntarios formaron parte de diferentes estudios de vacunas contra el VIH a nivel mundial y en ningún caso se produjo una infección, ya que las vacunas estudiadas no están elaboradas a partir del virus ni partes de él.
“Esta vacuna está basada en proteínas de VIH enlazadas al adenovirus 26, que es un virus que no va a generar enfermedad en los humanos, pero va a ayudar a producir defensas y anticuerpos específicos contra el VIH. Lo que se busca es que, frente a la situación de exposición al virus, la persona pueda frenar la infección”, aclaró Valeria Fink sobre el funcionamiento de la vacuna.
“Este estudio pretende evaluar la prevención del VIH en personas VIH negativas y está focalizado en hombres cisgénero y personas transgéneros que tienen relaciones con personas cisgénero y transgénero y que se consideran en riesgo de adquirir VIH”, compartió la médica y aclaró que existen pruebas que se realizan sobre otras poblaciones.
En este sentido, el primer estudio preventivo sobre VIH fue conocido como Imbokodo y actualmente evalúa un régimen de vacunas en 2.600 mujeres jóvenes (18-35 años de edad) en cinco países del sur de África. Los hallazgos iniciales de Imbokodo y Mosaico se esperan para finales de 2021 y 2023, respectivamente.
Un virus escurridizo
Mosaico involucra a 3800 voluntarios, 57 centros de investigación y ocho países. Los resultados se esperan para 2023. Foto gentileza quien corresponda.
Como indicó la Dra. Fink, la vacuna de Mosaico contempla cuatro dosis que se administran a cada voluntario a lo largo de un año, más tres años de seguimiento, en este caso a cargo de la Fundación Huésped.
“Al igual que muchos de los estudios que hoy estamos viendo en fase tres sobre el coronavirus, en Mosaico hay un grupo de personas que recibe la vacuna y otro, el placebo. Finalmente, se comparan los resultados de ambos para medir la efectividad”, señaló la profesional y destacó que todos los participantes reciben el asesoramiento y las medidas de cuidado necesarias por igual.
Finalmente, la médica especialista en enfermedades infecciosas subrayó la complejidad del VIH, sus mutaciones y la dificultad de su detección. “El virus actúa en el organismo metiéndose en ciertos ‘escondites’ que nosotros denominamos ‘reservorios’ y muchas veces es difícil para los medicamentos llegar a estos lugares”, indicó.
No obstante, destacó los avances alcanzados en los últimos 40 años de investigación. “Contamos con los tratamientos antirretrovirales (TAR), que permiten controlar en forma eficiente al virus con medicamentos que son mejor tolerados de lo que solían ser. Muchas veces, una o dos pastillas al día les permiten a las personas que conviven con VIH llevar una vida normal. Además, hoy sabemos que una persona que tiene su carga viral controlada por al menos seis meses, no transmite el virus por vía sexual”, recordó.
Combatir el VIH ha sido un desafío histórico con un largo recorrido para la comunidad científica y una necesidad imperante en la sociedad que se vincula no sólo con la salud, sino también con la ética y los derechos humanos. Para Valeria Fink es un orgullo participar de este estudio que trae una nueva esperanza a la comunidad y representa “un aporte muy grande a las estrategias de prevención del VIH”.