- Colaboración: Lucas Acevedo.
- 6to Año. Instituto Milenio Villa Allende.
Con la ampliación paulatina de actividades habilitadas, los talleres de distintas ramas vuelven a tomar su lugar en Sierras Chicas. El salón cultural Juan Irós de Salsipuedes es parte de este escenario. Aunque al cierre de esta edición, el crecimiento de casos de COVID-19 obligaba a las autoridades municipales a suspender temporalmente las actividades no esenciales, se espera que el panorama mejore en las próximas semanas y permita retomarlas.
Entre las propuestas de este espacio se destaca una muy particular: el Qi Gong (expresión que significa trabajo/ habilidad/ aprendizaje con la energía). “Es una gimnasia energética china, que promueve la salud y la longevidad. Su práctica se basa en la respiración lenta, armoniosa y distendida”, explica a El Milenio, Silvana Aciar, instructora que actualmente enseña esta disciplina en Salsipuedes.
Existen diferentes teorías acerca del origen de conceptos como la movilización del Qi, la nutrición de la fuerza vital y la realización interior, todas elementales en el Qi Gong. Hay quienes sugieren que se entrelazan por primera vez en páginas que se remontan a la dinastía Ming, en el siglo XIV. Otros se retrotraen a la enseñanza de un sacerdote chino cuatrocientos años antes de Cristo. Más allá de su origen, los primeros ejercicios registrados están vinculados a rituales chamánicos chinos, en los que el objetivo es incorporar las destrezas, la salud y la vitalidad de los animales.
Foto gentileza.
Silvana Aciar estudió bajo la tutela de las maestras Natalia Luna y Adriana Chasco en la academia Luna TaijiQigong. Sin embargo, prefiere no hablar en pasado del estudio ya que en su filosofía se trata de una práctica de continuo aprendizaje. “Esto es hasta el último día, mis maestras están cerca de los setenta años y ellas continúan aprendiendo”, comenta.
Si bien es un arte milenario, constituye una novedad para el común de la gente. De la mano del yoga o el Tai Chi, el Qi Gong (también llamado Chi Kung), pone a entrenar el cuerpo desde la comprensión de la energía como pilar fundamental del bienestar humano. En esta particular práctica se trabaja con las articulaciones, la columna y la respiración consciente para oxigenar el cuerpo.
Muchos piensan que se trata de una variante del más conocido Tai Chi, pero en realidad, el Qi Gong es la base del anterior. En ese aspecto, Aciar explica: “Buena parte de los ejercicios que se utilizan en las series van complementando al Tai Chi. Dos de las formas principales se entremezclan en las disciplinas. Una nos ayuda a centrarnos y enraizarnos con la tierra y el cielo, y la otra nos permita neutralizar todo nuestro cuerpo. Esas variantes se combinan, pero de diferentes maneras, en el Chi Kung y en el Tai Chi”.
“El Chi Kung busca centrarnos y plantar nuestros pies sobre la tierra”, explica Aciar. La práctica de esta disciplina es tan camaleónica que puede adaptarse a todas las edades y orientarse a diversos objetivos, como la salud, el arte marcial o la espiritualidad.
No obstante, a diferencia del arte marcial, el Chi Kung apunta a un mejor manejo y centralización de la energía. Por ello, sus movimientos son más lentos, mientras el Tai Chi involucra, con mayor intensidad, el uso de la fuerza y los golpes. De ahí surge otra de las aristas del Chi Kung, y es que su práctica puede tomar como objetivo la salud, el arte marcial o la espiritualidad.
Quienes la observen desde los cánones del ejercicio físico occidental podrán pensar que se trata de una gimnasia leve, sin exigencias ni dificultades que permitan aplicarla al trabajo en alto rendimiento. Pero el Qi Gong tiene utilidades ilimitadas, y al igual que otras gimnasias terapéuticas, posee una serie de niveles que lo vuelven una disciplina compleja. De acuerdo a las distintas técnicas aplicadas, es posible activar músculos que no pueden ser trabajados desde la fuerza con aparatos y ejercicios tradicionales.
Un nuevo caminar
Los movimientos del Chi Kung son más lentos que los del Tai Chi, que involucra una mayor intensidad en el uso de la fuerza y los golpes. Foto ilustrativa.
En tiempos en los que la ansiedad se combina con malestares físicos, psicológicos y emocionales, el Qi Gong se presenta como una alternativa interesante para trabajar el cuerpo y la mente de manera combinada. “El Chi Kung busca centrarnos y plantar nuestros pies sobre la tierra”, explica Aciar. Su práctica es tan camaleónica que puede adaptarse perfectamente a todas las edades, convirtiéndose, por ejemplo, en una herramienta para potenciar la concentración.
“Siento que es un método que ayuda mucho a las personas y es particularmente una gran herramienta para los jóvenes. Hemos tenido practicantes con hiperactividad, con problemas serios para detener un momento su ritmo de vida. Y lo cierto es que lo logran con esta práctica, porque generan un manejo consciente en diversos aspectos de sus vidas”, resalta Silvana.
La visión oriental y holística está presente en cada detalle. El ‘Chi’ de su nombre refiere a la fuerza vital que cada persona lleva dentro y cómo esta conecta con la fuerza de los elementos que hacen a nuestro entorno. No obstante, en la filosofía del Qi Gong el ‘Chi’ es sólo uno de los tesoros que cada uno debe cuidar. El “shing” (la esencia) y el “shen” (el espíritu) son los otros dos pilares que este arte invita a resguardar y fortalecer para que cada practicante se sienta pleno.
Lo cierto es que esta práctica también requiere paciencia, para despegarse del frenético ritmo de la vida cotidiana, pero también, para dejarse enamorar por la levedad de los movimientos. Los brazos se mueven cadenciosos, las piernas, el torso y la cabeza van mutando a diferentes formas casi sin notarlo.
La respiración pasa por diferentes etapas y la búsqueda de consciente de las mismas es poder descargar tensiones instintivas. Para ello, se combinan posturas estáticas con ejercicios de tensión, entre estiramientos y torsiones. El cuerpo como medio no alcanza y la idea del Chi Kung es llevarnos a un estado de meditación, con el fin último de reconocer nuestra propia esencia.