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Gustavo Canto. Bajo el ala del 10

De haber pasado por cada una de las categorías más importantes del fútbol argentino, el saldanense Gustavo Canto hoy milita en las filas de Dorados de Sinaloa. Con la conducción de Diego Maradona, el central izquierdo se consolida día a día en México y quedó a solo un paso del ascenso en la liga azteca.

Colaboración:

Agustina Inamoratto, Victoria Canto, Álvaro Zentena y Mateo Arévalo.

Instituto Milenio Villa Allende e Instituto Educativo Nuevo Milenio.


Siempre supo que quería jugar a la pelota. Tal como ocurre con tantos otros niños, aparece el deseo postergado de los padres, que intentaron dedicarse al fútbol y ahora alientan a sus hijos desde la tribuna. “Siento que cuando juego, también lo hago por él”, afirma Gustavo Canto, quien se asume como un hombre simple y con prioridades claras: la familia y el deporte.

El nacido en Saldán no había pasado mucho tiempo peloteando en el barrio cuando lo llevaron a Belgrano de Córdoba. Su formación lo fue recostando sobre el ataque, en el campo de juego. Sin embargo, en una de las últimas divisiones preparatorias a la primera, su entrenador logró entender cuál era el verdadero lugar de Canto en la cancha. “Ya jugaba en Racing de Córdoba y el técnico decidió ponerme de defensor, de modo que pasé a ser central izquierdo”, explica el zaguero.

Lo que al principio parecía un cambio demasiado radical para su juego, rápidamente se convirtió en una decisión correcta y determinante en su futuro como deportista. “Me siento muy cómodo ahí, ya casi ni me acuerdo que alguna vez fui delantero”, sostiene el joven de 25 años. Ocho años después, las pruebas están a la vista. Sus cruces rápidos y aspereza física lo vuelven un defensor complejo de superar, capaz de cubrir amplios espacios en el terreno de juego.

Gustavo lleva además los vestigios de un atacante en la buena resolución sobre espacios cortos. Sabe que tiene los recursos para tomar la batuta en los momentos en que su equipo lo requiere y avanzar en las líneas rivales aprovechando la superioridad numérica.

Canto afirma que no conoce otra manera de progresar en su profesión que no sea el trabajo duro y admite que, en sus comienzos, no imaginaba llegar al lugar que ocupa actualmente. Debutó a los 17 años en primera y la agitada carrera que eligió ya lo llevó a cuatro clubes en Argentina, pasando por Racing de Córdoba, Tiro Federal de Rosario, Sarmiento de Junín y Ferrocarril Oeste.

Cuando le toca elegir entre sus recuerdos deportivos, el joven hace una parada obligada en Ferro. El “Verde” de Caballito le dio amistades que aún mantiene vigentes y le devolvió la confianza en sí mismo, luego de un par de temporadas sin rodaje en Sarmiento de Junín.

Su actualidad lo sitúa en México, junto a Dorados de Sinaloa. El equipo conducido por Diego Armando Maradona demostró un alto nivel y quedó tan solo a un paso del ascenso a la máxima categoría del fútbol azteca, tras caer ante San Luis en la final por la única plaza en clasificatoria a primera división.

El Milenio: ¿Cómo se dio tu arribo al fútbol mexicano?

Gustavo Canto: A través de mi representante. Me llegaron algunas propuestas por el buen año que había tenido en ese momento en Ferro, donde pude crecer un montón. Diego Cocca, el técnico de Tijuana por ese entonces, se interesó en mí y me abrió una chance de emigrar.

EM: ¿Qué significa para vos tener como entrenador a Diego Maradona? ¿Cómo es su trato y su liderazgo sobre el plantel?

GC: Está bueno, es una gran experiencia. La verdad es que Diego es una persona sumamente humilde y motivadora. Representa mucho para mí, porque también tengo muy presente la idolatría que sentía mi padre, igual que todo el mundo del fútbol hacia Maradona. Me pone muy feliz integrar un equipo que él comanda.

EM: ¿Fue Maradona quien te llevó a Dorados?

GC: No, en realidad lo que ocurrió fue que Dorados pertenece al mismo dueño que Tijuana, mi anterior equipo. Acordaron llevarme a Dorados y al mes llegó Diego, lo cual obviamente fue una gran sorpresa y alegría. Afortunadamente siempre tuve entrenadores argentinos en México y eso está bueno cuando uno es nuevo en la liga.

EM: ¿Tenés pensado permanecer en la liga mexicana o querés cambiar un poco el rumbo en el futuro?

GC: No, en principio quiero quedarme un tiempo más en la Liga Mexicana, porque es muy competitiva y me siento muy cómodo al mismo tiempo.

EM: ¿Cómo manejás la adaptación a distintos lugares teniendo en cuenta que apenas tenés 25 años y ya pasaste por seis clubes? ¿Se hace difícil amoldarse a un nuevo grupo de trabajo en otro país?

GC: Es complicado, a mí me costó mucho irme de Ferro, por ejemplo. Ahí rápidamente me sentí como en casa y más allá del buen compañerismo, tengo muchos buenos amigos, de los cuales no fue fácil desprenderme. Con el correr de los meses y el buen recibimiento que tuve en México, se me hizo más simple, pero nunca deja de ser un desafío cambiar de club.

EM: ¿Cuál es la función principal que te pide que cumplas el cuerpo técnico?

GC: La tarea principal siempre pasa por mantener el arco en cero, pero Diego suele darme la libertad para salir jugando con pelota al pie, tomar decisiones. A veces busco más al mediocampista central para que él distribuya y otras salteo líneas buscando a los delanteros.

EM: ¿Cómo definirías el estilo de juego de los equipos que te tocó integrar hasta ahora en México?

GC: Tanto en Tijuana como en Dorados fui parte de equipos que intentan parar a la defensa en mitad de cancha y presionar constantemente al rival. Quizás la diferencia es que con Maradona tratamos de ser mucho más directos, más verticales en los ataques. A mí, personalmente, me gusta jugar al límite, siempre muy fuerte. Arriesgo y marco mano a mano muy seguido.

EM: ¿Qué diferencias encontraste entre el futbol argentino y el mexicano?

GC: Pienso que son jugadores más rápidos. Se juega a mucha velocidad y ese es el cambio más importante. Hay mucha calidad, yo pensé que me iba a encontrar con un fútbol de menor nivel. También noto que es muy difícil encontrar una liga en la que se juegue tan fuerte como en Argentina. El juego nuestro es trabado y agresivo, no hay espacio para jugadores técnicos como los que hay allá. En México se juega a un solo toque, eso cambia el ritmo.

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