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Ecología, ahorro económico y compromiso social: todo, en una sola vivienda

“3Construcciones” es una empresa social de Sierras Chicas que construye casas con fardos de botellas de plástico. La propuesta no sólo ayuda al ambiente, sino que también es más económica y brinda empleo a personas en situación de vulnerabilidad.

Colaboración:

Giuliana Cragnolini y Costanza Yelicich.

Instituto Milenio Villa Allende.

Milagros Ocanto y Lara Rodríguez.

Instituto Educativo Nuevo Milenio.


50 mil botellas de plástico pueden parecer simplemente una montaña de basura, pero para Tres Construcciones (3C) son mucho más. Y es que esta empresa, formada por un grupo emprendedor de Sierras Chicas y el estudio Quinua Arquitectura, ha convertido uno de los principales residuos de nuestra sociedad, el plástico, en el insumo principal de un innovador sistema de construcción de viviendas. La sorpresa no termina ahí. Aparte del obvio beneficio ecológico de este tipo de casas, la propuesta también tiene un impacto positivo a nivel económico (las viviendas son mucho más baratas) y social, ya que da trabajo a personas de sectores vulnerables de la sociedad.

Lucas Recalde 1

¿De qué se trata este novedoso proyecto, cuyo primer prototipo de vivienda se está levantando en Salsipuedes? Lucas Recalde, uno de los integrantes de 3C y vecino de Agua de Oro, lo cuenta en diálogo con El Milenio.

El Milenio: ¿Cómo surgió el proyecto?

Lucas Recalde: Nosotros veníamos probando con el tema de la construcción natural, pallets, etc. y un día nos encontramos con un fardo de botellas y vimos que tenía potencial. Lo que hemos desarrollado es un sistema constructivo, pero para trabajar desde lugares vulnerables, puntualmente cooperativas de carreros y otros recolectores informales de basura.

En el camino nos juntamos con Mariano Oberlin, que es un cura que está trabajando en los barrios de Müller y Maldonado con una casita donde chicos que tienen problemas de adicciones comienzan un proceso de recuperación. En Agua de Oro tenemos una sucursal de esa casita. Sostenemos esta idea del trabajo como algo terapéutico y finalmente decidimos unir los dos proyectos en uno.

EM: ¿Cómo se construyen las viviendas?

LR: Primero se recolectan las botellas y se las coloca en una prensa donde se arma un molón, que es como un ladrillo grande. Esto después pasa a otra máquina donde las botellas prensadas se integran en bastidores de madera, los cuales se van encastrando entre sí para formar toda la estructura. Lo innovador de este sistema es que las botellas no sólo se usan como aislante o envolvente, sino también como portante, es decir, que se les puede apoyar peso. Todo el proceso industrial no usa agua y consume muy poca energía.

EM: ¿Se puede usar cualquier tipo de botella?

LR: En realidad se puede usar cualquier tipo de plástico. Nosotros usamos botellas porque son lo que más impacta a nivel basura en términos de volumen y porque no se reciclan en ningún lugar cercano. Para una casa se necesita más o menos una tonelada y media de botellas, que son 50.000 envases en promedio.

EM: ¿Cuánto cuesta una casa de este tipo?

LR: Aproximadamente, un 40% del costo de una vivienda tradicional.

EM: ¿Y cuánto demora su construcción?

LR: Serían tres semanas de producción en la fábrica y luego seis semanas más de ensamblado, o sea, un mes y medio desde que ingresa la botella hasta que está terminada la casa.

EM: ¿Cuáles son las ventajas de este sistema constructivo?

LR: Desde el punto de vista económico, estas casas cuestan la mitad que una vivienda tradicional. Desde el punto de vista ambiental, se reutiliza un material que es de altísima calidad para hacer una construcción excelente, que es mucho más liviana, y por esto mismo, resistente, muy aislante térmica y acústicamente (por el aire contenido en las botellas) e ignífuga, ya que la terminación se hace con revoque de cemento tradicional, al igual que el sistema eléctrico y de desagote, que va embutido en la pared como en cualquier casa común.

A nivel social, nuestra idea es trabajar con microfranquicias, que son como una franquicia normal pero que se instalan en un lugar con problemáticas sociales y de esta forma se genera empleo a nivel local para las personas en situación precaria. Creemos que la pobreza no se puede paliar con procesos artesanales, sino industriales, y que es una problemática que hay que tomarla desde lo local y desde la inclusión.

EM: ¿Crees que este sistema podría convertirse en una alternativa para paliar el déficit habitacional que existe actualmente en el país?

LR: Creo que sí, por dos razones. Primero porque es mucho más barato que una vivienda tradicional y la calidad, la terminación y las prestaciones son las mismas o mejores. Segundo, por la apropiación de la tecnología, porque nosotros vamos a desarrollar esta industria en sectores vulnerables que, de esta forma, van a saber cómo construir sus propias casas y lo van a poder hacer.