Redacción: Daiana Zilioli. periodico@elmilenio.info Participaron: Milena Giarratana y Milena Venanzoni (4to IENM). Catalina Monguzzi y Nazareth Teixidor (4to IMVA).
La feria agroecológica de Río Ceballos nació como alternativa al mercado de consumo tradicional, buscando ofrecer alimentos sanos y libres de agroquímicos de la mano de sus propios productores, incentivando de esta forma el comercio justo y local.
Todo comenzó con un grupo de compras comunitarias llamado “Consumo Consciente Serrano” allá por 2014. Con el tiempo, gracias a la construcción autogestiva y asamblearia de sus integrantes, nació el espacio del que hoy participan más de 50 puestos de feriantes.
Convencidos de que la agroecología es el camino, desde la coordinación aseguran: “La feria es una puerta hacia una forma de consumir diferente, más respetuosa con el medio ambiente, con las personas y con nosotros mismos”.
Actualmente, además de alimentos, se ofrecen una gran variedad de productos elaborados en la zona, desde cosmética y medicina natural con plantas serranas, hasta libros, artesanías, indumentaria y tejidos. Además, cada sábado está acompañado por la propuesta de artistas locales, que llevan sus espectáculos a la feria.

Práctica y alimento
La propuesta de la feria responde a tres parámetros: el comercio justo, el cuidado del ambiente y el desarrollo de las economías circulares dentro del mismo circuito. “La agroecología no es solamente que el alimento que comemos no tenga pesticidas. Es un conjunto de prácticas en torno a la producción y consumo de esos alimentos que propiciamos en cada encuentro”, explica Agustina Canale, productora de Tenedor Verde, milanesas de cereales y legumbres.
Así, la feria se vuelve, en palabras de la emprendedora, “un territorio de militancia”, donde el contacto directo entre productores y consumidores permite transmitir información poco difundida sobre alimentación saludable, desde los beneficios de consumir una yerba orgánica hasta la diferencia en el proceso de elaboración del producto con respecto a lo que se encuentra en un supermercado.
“Además, al acortar estos eslabones, es más fácil llegar a precios justos, y a medida que hay más demanda, quienes producen van confiando más en que van a poder vender su mercadería, entonces pueden sostener y expandir su producción”, comparte la vecina, que forma parte de la feria desde sus comienzos.
Así como la feria pone en contacto directo a consumidores y feriantes, lo mismo sucede entre estos últimos y quienes producen las materias primas. Ese vínculo se traduce en varias ventajas en cuanto a los costos y la calidad de los insumos.
“Si este mes me vino muy malo el trigo, como tenemos relación directa con quien lo elabora, podemos comunicarnos y saber qué pasó, algo que no podría suceder con un producto convencional de las grandes empresas”, ejemplifica Canale.


Trabajo en red
Actualmente en la feria participan entre 50 y 60 puestos, pero como la mayoría venden sus productos en otros espacios similares, el número de participantes va fluctuando. “A veces somos más y a veces menos, dependiendo la época del año”, explica Anabel Lanni, productora de Solo Sentilo, cosmética natural.
Con todo, la Feria Agroecológica de Río Ceballos logró sostenerse en el tiempo y hoy, a poco de haber cumplido nueve años, es la más grande y convocante del corredor. Para ello, la coordinación interna ocupa un lugar fundamental.
“La feria la organizamos entre todos. Una vez al mes realizamos asambleas donde cada uno tiene voz y voto, algo que nos diferencia de otros colectivos”, resalta Lanni. “Acá no hay nadie que venga y nos diga ‘hay que hacer esto’. Lo que hacemos es darnos el tiempo de debate y construir desde ahí, de una manera comunitaria, horizontal. Para tomar una decisión, primero hay que escuchar todas las voces”, refuerza Canale.
Como explican las entrevistadas, existen diferentes comisiones en las que cada feriante participa de manera autónoma de acuerdo a su idoneidad, trayectoria y disponibilidad. Los espacios de participación son diversos, desde una comisión de cosmética hasta una que se encarga exclusivamente de la comunicación externa.

La transición es posible
Para Lanni y Canale, la feria propone “un despertar de la consciencia en torno a lo que estamos ingiriendo, consumiendo y desechando”, lo cual implica un cambio importante para la vida de cualquier persona. Aunque modificar hábitos cotidianos es un gran desafío, se puede empezar tratando de reemplazar un producto convencional por otro agroecológico, como un shampoo industrial por un shampoo sólido.
Así, las personas van haciendo su transición a la agroecología, como sucede con los campos que han sido cultivados con agroquímicos durante años y se van limpiando de a poco para albergar nuevas formas de producción.
Algo similar sucede con el ingreso de nuevos feriantes. Si bien el requisito es que los productos ofrecidos sean de origen agroecológico, desde la misma organización buscan acompañar a los productores para que eso sea posible.
“Por ejemplo, si se trata de un dulce que requiere azúcar, podemos ofrecer alternativas orgánicas dentro de la feria e indicarle con qué productor puede llegar a conseguirla más barata, para que eso que se ofrece vaya en consonancia con lo que se persigue como objetivo”, explica Lanni.
Así, la feria se convierte en un espacio de aprendizaje, donde el acompañamiento e intercambio de saberes y experiencias es permanente. “Nos nutrimos unos con otros”, dicen las feriantes. “Creemos que es posible abastecernos de la feria para nuestro día a día y por eso deseamos que cada vez sean más los vecinos y vecinas de Sierras Chicas que adopten esta forma de consumo más orgánica y respetuosa con nosotros mismos y el entorno”, concluye Lanni con convicción.
