- Por Daiana Zilioli. periodico@elmilenio.info Participaron: Fermín Sevilla y Trinidad Campero (4to IMVA). Martina Reinaldi y Avril Vera Vanini (4to IENM).
¿Qué leen las infancias? ¿Qué ofrecen las escuelas para leer en las aulas? ¿Desde dónde miramos a los niños y las niñas en los cuentos? Son algunas de las preguntas que se hacen las docentes y escritoras del libro “Literatura e infancias desde una perspectiva de género para la educación infantil”, publicado recientemente por la reconocida editorial rosarina Homo Sapiens.
Adriana Bonza, vecina de Unquillo e ilustradora del libro, cuenta que la obra busca ser una propuesta, una invitación para rever los cuentos y narraciones infantiles que se ofrecen en las aulas de nivel inicial, brindando itinerarios posibles para una nueva lectura.
“Proponemos integrar distintas miradas, empezando por recorrer la literatura que hay en las instituciones para ofrecer una mediación crítica y reflexiva sobre los libros que se seleccionan y adquieren para los niños y niñas”, amplía Bonza, quien además de ser artista visual es docente de nivel inicial y licenciada en Educación.
Dirigido principalmente a educadores y familias, el libro fue escrito a lo largo de siete años por cuatro mujeres (Liliana Simari, Melisa Maina, Marina Tutor y Karina Suárez) quienes, desde distintas formaciones y roles en el campo educativo, decidieron profundizar sobre los ejes infancia, educación, literatura y género.
Junto con una sólida base teórica, el trabajo de las autoras reúne aportes prácticos, en los que se condensan interrogantes, reflexiones y experiencias que recuperan las voces de docentes y estudiantes.

“Pensar la educación en la primera infancia demanda una reflexión personal y colectiva sobre los roles de género, el lugar de la mujer, la función de la familia y el cuidado”
Adriana Bonza
“La ESI nos impulsó”
Como cuenta la entrevistada a El Milenio, lo que impulsó a las autoras a escribir el libro tiene mucho que ver con la Ley de Educación Sexual Integral (ESI), que, aunque sancionada hace más de 15 años, sigue aplicándose de manera deficiente en muchos casos.
“Nos parece que hay cierta literatura que se da en las escuelas que viene sin filtro respecto a la ESI, y eso es algo que no debería suceder, ya que se trata de un derecho que atraviesa todo el programa educativo”, indica Adriana.
Sin embargo, la docente unquillense también reconoce que la aplicación de la ESI durante la primera infancia (hasta los 7 u 8 años) “es más compleja”. Por esta razón, las escritoras decidieron enfocar su trabajo en esta etapa, donde la literatura está muy presente y la perspectiva de género se vuelve fundamental.
“Pensar en la educación y el cuidado de niños y niñas en la primera infancia implica necesariamente la reflexión personal y colectiva sobre los roles de género, el lugar de la mujer, la función de la familia, la educación y el cuidado”, afirma la especialista.
Así, el libro aborda cuentos clásicos, tales como las historias de Disney, deteniéndose en aquellos roles y patrones de género que tienden a reproducir desigualdades. El objetivo de este trabajo no es dejar a un lado esas obras, sino proponer una mirada atenta y reflexiva sobre eso que se lee y ofrece a las niñeces.
“Nosotros hacemos una crítica a esas lecturas que han sido hegemónicas y que se han transformado en dogmas. No es una ruptura, porque eso sería querer imponer un nuevo dogma”, sostiene la entrevistada.

Teoría y práctica
El libro se organiza en tres partes. Comienza con un recorrido histórico en el que se analizan las categorías que guían el trabajo: infancias, educación inicial, literatura y género, partiendo del concepto de niño/a y sus variaciones a lo largo del tiempo.
En segundo lugar, se comparte un análisis crítico de algunas obras literarias (como Caperucita Roja y La Cenicienta) y las figuras relevantes de la literatura infanto-juvenil que allí aparecen. “En los distintos itinerarios de lectura que propone el libro, nosotras damos una revisión posible, aunque no única. Nuestra intención no es ser un manual sino una propuesta alternativa para pensar juntos/as”, aclara la entrevistada.
Por último, se recuperan las experiencias desarrolladas durante más de dos años en el Jardín Municipal Deodoro (al que asisten hijos e hijas de estudiantes de la UNC) ubicado en Córdoba Capital, donde Karina Suárez, una de las autoras del libro, se desempeña como directora.
“Es un trabajo transversal donde las docentes hablan. Eso es muy interesante porque le das la palabra a una persona cuyo rol a veces se quiere limitar al bajar contenidos que vienen desde otros lugares”, destaca la entrevistada.

A lo largo de toda la publicación se pueden observar diferentes tipos de imágenes que complementan el análisis, desde fotografías de los talleres que se realizaron en el Jardín Deodoro, hasta ilustraciones elaboradas especialmente por la misma Adriana Bonza.
“Además de colaborar en la maquetación, me convocaron para realizar las imágenes del texto a partir de las figuras arquetípicas (estereotipadas) de cuentos clásicos, algo con lo que vengo trabajando hace tiempo”, comparte la artista visual, quien además de ser docente es licenciada en Psicología.
De hecho, se inspiró en la obra de Carl Jung (psicólogo austríaco que abordó la figura del arquetipo) usando el collage como herramienta. “Siento que al ilustrar este libro se amalgamó mi trabajo, porque lo que se revisa en los textos y en los itinerarios de lectura que compartimos, es justamente aquello que está estereotipado”, agrega la especialista.
Diálogo abierto
Antes de ser presentada en Unquillo, la publicación hizo su aparición por primera vez en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires (FILBA) en mayo de este año. “Fue una gran vidriera, logramos vender todos los ejemplares que teníamos”, cuenta Adriana.
Para mayor difusión, las autoras decidieron abrir una cuenta de Instagram (@infanciasyliteratura) donde comparten información relacionada a presentaciones y talleres, además de recibir comentarios sobre el libro y otras experiencias en torno al tema.
“Queremos que el libro vuele, al igual que lo hace la flor del diente de león, que aparece en la tapa. Que se desparramen las semillas hacia otros lugares y personas”, concluye entusiasmada Adriana Bonza.
