El Milenio

Noticias de Sierras Chicas

Corriente al éxito

Vive en Salsipuedes, entrena en Río Ceballos y estudia en el Instituto Educativo Nuevo Milenio de Unquillo. Entre el ajetreo de la vida de una adolescente de 16 años, la joven nadadora Lara Heredia se prepara para una carrera sin límites. En pileta, aguas abiertas o en el aula, sabe que no hay que escatimar esfuerzo si de autosuperarse se trata.
  • Participaron: Jazmín Alonso, Morena Gil Queruz, Candela Rocha, Lucila Policicchio (4to IENM). Fermín Sevilla y Trinidad Campero (4to IMVA).

La natación es considerada uno de los deportes más completos para quienes buscan salud, aunque, también es reconocida como una de las disciplinas más duras por el nivel de dedicación que requiere. Con solo 16 años, Lara Heredia conoce bien ambas caras de la moneda.

A medida que fue avanzando en su proceso de entrenamiento, fue rompiendo sus propias categorías y marcas. Así, aunque al principio no tenía esa intención, las ganas de medirse con otros nadadores surgieron naturalmente y Lara se planteó la idea de competir. Esta evolución demuestra su pasión creciente por el deporte, su determinación por superarse a sí misma y su entusiasmo con el futuro prometedor que tiene por delante.

Natación, escuela, nuevamente pileta, gimnasio, estudio y descanso. Y así, cada día, hasta seis veces a la semana. Aunque la adolescente dio sus primeras brazadas hace apenas tres años, su propulsión ha sido notable. Este verano se consagró ganadora en un interprovincial de aguas abiertas y está decidida a dedicarse profesionalmente a la natación de alto rendimiento.


El Milenio: ¿Qué expectativas tenías cuando empezaste a nadar?

Lara Heredia: Yo arranqué un verano cuando tenía 13 años como algo recreativo que se me ocurrió probar en ese momento. Había practicado otros deportes y lo vi como algo bueno para mejorar cuestiones de salud, ya que tenía problemas de respiración y de postura.

La verdad que no tenía expectativas claras cuando empecé, no quería competir porque yo lo veía como un hobby. Después vino la pandemia y tuve que abandonar, pero al verano siguiente retomé y desde ahí nunca más me fui.

Comencé a competir sin quererlo. A medida que entrenás, las expectativas de ser grande y las ganas de hacerlo se te van metiendo solas.

Siempre entrené en el Atlantis, en Río Ceballos, que es un equipo que está hace mucho y es icónico acá en la zona, dirigido por una pareja: Andrea Córdoba y Darío Juárez. Andrea es entrenadora del equipo de competición. 

Ser parte de este grupo me ha abierto un montón de oportunidades porque me impulsa a viajar para competir. A pesar de ser un club chiquito, se mantiene en el perfil de una pileta pública, y al mismo tiempo pudiendo progresar y tener nuestro lugar en el ranking.

EM: ¿Cómo es tu preparación para la temporada de competencias?

LH: Mi preparación comenzó a finales del año pasado y fue bastante dura. Durante todo el verano entrené tres horas por día, seis veces a la semana, y algunas veces doble turno. Todo esto para llegar bien al circuito de aguas abiertas de este año (durante el verano se realizan competencias en diques y lagos, organizadas por la Federación Cordobesa de Natación, de la cuales Atlantis forma parte).

Después inician las competiciones de pileta, pero las más duras son las de aguas abiertas porque son más largas (entre uno y cinco kilómetros), así que requieren muchas horas de entrenamiento.

Este verano salí campeona interprovincial de aguas abiertas. Lo considero un gran logro, no tanto por el título en sí, sino porque no es algo que a mí me haya gustado tanto, pero a lo que le metí mucho esfuerzo y por lo que entrené un montón. Pude ver el progreso a medida que pasaban las fechas, cómo los tiempos bajaban, cómo incluso yo me sentía mejor nadando. Fue un triunfo personal reconocer que, con esfuerzo, se puede llegar.


EM: ¿Es necesario perfilarse como nadadora de aguas abiertas o de pileta?

LH: Si bien la natación para aguas abiertas tiene un entrenamiento distinto que para piletas, no hace falta definirse por una sola, se puede hacer ambas. Por eso dividimos las temporadas. Por un lado, en verano, aguas abiertas -que son metros largos y muchas horas- y por otro, en pileta, que son metros cortos y carreras que apuntan más a la velocidad. 

La mayoría se inclina por pileta y la verdad que yo también, pero disfruto las aguas abiertas porque es toda una movida y un entrenamiento distinto que está bueno hacer, aunque te perfiles o te percibas velocista, como yo.

Hasta ahora la competencia en pileta que más me marcó fue la primera que tuve como federada en San Luis. Fue mi entrada a una nueva forma de competir y me dejó un amor más grande por este deporte y ciertos valores que quiero sostener en mi carrera profesional.

Las categorías en natación son por edades, yo soy Juvenil Uno, que es hasta los 16 años. En cada categoría las competencias se dividen según la distancia y el estilo o brazada. Yo me presento principalmente a pruebas de estilo libre, que vendrían a ser las de crol. Después vienen las pruebas de segundo estilo, por ejemplo 50 metros espalda o 50 metros pecho.

El estilo favorito y en el que uno se destaca, siempre van de la mano en natación. Yo soy espaldista y pechista y siento que me destaco por igual en ambas. En cambio, mariposa es el que más tengo que mejorar, le tengo como un amor-odio.

EM: ¿Cómo desarrollás y organizás tu vida en función del deporte? 

LH: Al principio se me hizo muy difícil con las ocho horas en el colegio, más las cuatro de entrenamiento. Pero fue pasando el tiempo y siento que me pude ir adecuando un poco, por ejemplo, entrenando en turnos de casi dos horas, uno antes del cole y otro a la tarde.

Como estoy aspirando a dedicarme de manera profesional a la natación de alto rendimiento, en los próximos años voy a seguir más comprometida aún. Quiero superar mis logros y ocupar un lugar importante en el ranking de Córdoba. 

EM: ¿Tenés algún referente?  

LH: Diría que es Summer McIntosh, la canadiense que rompió cuatro récords del mundo. Ella dice que al competir se enfoca en todo lo que trabajó antes del momento de tirarse a la pileta y eso la hace sentir confiada, y piensa en cuánto le gusta hacer lo que hace. Siento que de eso se trata, es decir, que estoy haciendo lo que me gusta, más allá del sacrificio y el esfuerzo que implica.