- Por Daiana Zilioli. periodico@elmilenio.info
- Participaron: Fermín Sevilla y Trinidad Campero (4to IMVA). Martina Reinaldi y Avril Vera Vanini (4to IENM).
El pasado 3 de julio se cumplieron diez años de la sanción de la Ley Nacional 26.877, la cual regula por primera vez en la historia de nuestro país el funcionamiento de los centros de estudiantes en instituciones de gestión pública y privada, reconociéndolos como órganos democráticos de representación estudiantil.
Unos meses antes, en abril de 2013, nació en Río Ceballos la Red de Centros de Estudiantes de Sierras Chicas como una forma de nuclear a todas las escuelas de la región. Propuesta que, según cuentan sus representantes a El Milenio, no demoró en consolidarse y crecer como un espacio pensado por y para estudiantes, con el foco puesto en que se garanticen y respeten sus derechos.
Sin un orden establecido y prevaleciendo la horizontalidad, chicas y chicos de todo el corredor, desde Saldán a Villa Animí, se encuentran jueves de por medio en la Casona Municipal de Río Ceballos para pensar las escuelas que desean.
“Nos reunimos para conversar sobre las problemáticas que surgen todos los días en las instituciones y compartirnos herramientas para encontrar soluciones. Desde capacitaciones sobre cómo formar un centro de estudiantes hasta la organización de talleres de Educación Sexual Integral (ESI) y el reconocido festival ¡Suena Rebelde!”, destaca Sofía Stauber, ex alumna del Instituto Educativo Nuevo Milenio e integrante de la red.
Si bien cada año el grupo se renueva, quienes ya terminaron la escuela siguen compartiendo su experiencia y brindando asesoramiento a la juventud que toma la posta, ya que la única condición para participar del espacio es ser estudiante secundario.

“El saber que no estamos solos y que las problemáticas que tenemos nosotros también las tienen otros, sirve mucho para poder pensar ideas en conjunto, buscar soluciones y debatir”
Sol González
De la queja a la acción
Mediante un grupo de WhatsApp y su cuenta de Instagram (@redcentrossc), los y las protagonistas de este espacio se escuchan y organizan para dar lugar a todas las voces e inquietudes que surgen. De ese modo, y dejando un poco “la catarsis” de lado, los jóvenes planifican y gestionan los encuentros en equipo como instancias de aprendizaje y acción.
“Con el tiempo nos dimos cuenta que había mucha catarsis, pero pocas soluciones concretas. Surge mucho esto de quejarse de lo que nos pasa, por lo que entre todes (sic) nos organizamos para poder pasar a las respuestas”, confiesa Stauber.
“La red es una herramienta, una organización que te brinda aquello que tal vez no te puede dar el colegio o tus vínculos cercanos, porque quizás no tienen la información completa”, agrega Sol González, integrante de la organización y alumna del Instituto Nuestra Señora de Lourdes de Unquillo.
Si bien la participación es abierta y no es estrictamente necesario formar parte de un centro de estudiantes, uno de los objetivos de la Red es fomentar y brindar herramientas para la conformación de estos órganos en todas las escuelas. Tal como lo establece la Ley, la representación estudiantil es un derecho: “Donde hay una escuela, tiene que nacer un centro de estudiantes”.
“Los centros suelen ser la primera experiencia de participación política y ciudadana juvenil, ya que son lugares donde se aprenden ciertas cuestiones sobre la ciudadanía, las leyes, los reglamentos y también cómo funcionan organizaciones como la Red, que, si bien no es política partidaria, es política”, sostiene Sofía Stauber.
“En mi caso tuvimos un montón de problemas en la escuela y yo era de esas personas que se conformaban por no ir en contra del mayor, porque sentía que me intimidaba. Después entendí que nosotros, los y las estudiantes, somos los principales protagonistas del colegio”, comparte González, quien hasta hace un tiempo fue presidenta del centro de estudiantes de su escuela.
Respecto de la situación en la región, las entrevistadas destacan que las realidades de las instituciones educativas son diversas y que lo importante no es ver “quién tiene el centro más fuerte o más activo” sino fortalecerse en red para que cada quien pueda recibir lo que necesita.
Así, aunque a veces los representantes de algún colegio llegan con inquietudes puntuales, haciendo que sea más práctico el asesoramiento grupal, esto “no quiere decir que sean mejor o peor que otros”, como remarca González, destacando la horizontalidad y el espíritu colectivo del espacio.


Red de redes
Además de los vínculos más cercanos dentro de la zona, la Red de Sierras Chicas forma parte, a su vez, de la Red Nacional de Centros de Estudiantes (RE.NA.CE), lo que les permite estar en contacto con otros jóvenes del país.
“Es un nexo que hace que nos conectemos todos. Así como nuestra red conectó a varias personas de Sierras Chicas, la red nacional nos permite hacerlo con otros grupos y organizaciones de la provincia y del resto del país”, cuenta Stauber, quien hasta hace un tiempo fue delegada departamental.
Esta red de redes surgió durante la pandemia y funcionó de manera virtual hasta el año pasado, cuando se realizó el 1° Congreso Nacional de Centros de Estudiantes (Buenos Aires) y el movimiento estudiantil pudo encontrarse presencialmente por primera vez para afianzar sus vínculos.

“El saber que no estamos solos y que las problemáticas que tenemos nosotros también las tienen otros, te sirve mucho para poder pensar ideas en conjunto, buscar soluciones y debatir”, apunta Sol González y sostiene que “la salida siempre es colectiva”.
En el marco de dicho congreso, las y los jóvenes también presentaron el Proyecto de Ley de Conectividad y se reunieron con el ministro de Educación de Nación.
Para Stauber, todo esto “se pudo lograr gracias al diálogo constante con estudiantes de diferentes lugares de Argentina”. Por ello, desde la Red local alientan a todos los jóvenes a darse la oportunidad de encontrarse con otros, ya que “salir de la burbuja de mi colegio, de que acá las cosas funcionan así y no van a cambiar, nos invita a movilizarnos juntos, a desarrollar un criterio propio, político y colectivo”, concluyen.
