- Colaboración: Zoe Coutaz, Isabella Acosta, Iara Aquin y Nicolás Chabbal (4to IENM).
Para el escritor y ex comisario de Unquillo Marco Antonio Gómez, la literatura fue el medio por el cual logró realizar una transición más orgánica a la vida civil, una vez que decidió jubilarse de las fuerzas policiales, tras 27 años de servicio. Fue un momento bastante especial para Gómez, quien desde muy joven había coqueteado con la idea de incursionar en el mundo de la escritura, y más precisamente, en el terreno de las novelas negras.
Consciente de que la literatura es un medio más de comunicación, considera que, gracias a sus escritos, actualmente puede seguir ayudando a la sociedad desde otro lugar, uno más personal. Por este motivo, en todos sus trabajos se toca la idea de “evolucionar” el paradigma actual en materia de seguridad, invitando a sus lectores a reflexionar sobre la formación académica de las fuerzas o la necesidad de incluir cada vez más mujeres en los peldaños elevados del escalafón policial.
“Anticiparme a la llegada de una mujer como jefa de la Policía de Córdoba fue uno de mis mayores orgullos como escritor”, expresó el escritor que firma todos sus trabajos bajo el pseudónimo de Marco Antonio Séptimo, haciendo referencia a su trilogía “La Comisaria Alonso”.
Además, el año pasado publicó, en coautoría con el periodista Gonio Ferrari, el trabajo “La sociedad y los miedos”, donde hace un interesante análisis de los problemas de seguridad que afronta la sociedad cordobesa y cómo podrían resolverse trabajando más la parte humana y empática.
“Toda mi obra apunta a construir un nuevo paradigma de seguridad más humana en cuanto al trabajo de los funcionarios policiales, apuntando a una formación más sensible y empática”
Marco Antonio Gómez

El Milenio: Como escritor, ¿cuáles serían tus metas o sueños por alcanzar?
Marco Antonio Gómez: Mi pseudónimo “Séptimo” justamente hace referencia al séptimo arte, es decir, al cine. Escribo novelas con la idea de que algún día puedan ser adaptadas a películas o incluso a una serie de Netflix. Por eso busco que mis escritos sean detallados y claros en la descripción de lugares o situaciones.
EM: ¿Cuánto hay del Marco policía en el Marco escritor?
MAG: Actualmente creo que de ese Marco policía queda muy poco. A través del arte, uno se va sensibilizando, relajando y hasta liberando. Ahora mismo, estoy muy vinculado con mi faceta de escritor y no me siento el mismo que cuando ingresé a las fuerzas policiales. Fue un cambio bastante grande en mi vida y hoy puedo decir que el arte es una parte fundamental de mi persona.
EM: Sin embargo, uno de los géneros que más trabajás es la novela negra. ¿Se nutre de esa experiencia a la hora de pensar las historias?
MAG: Totalmente. En ese sentido me considero un privilegiado porque mientras otros escritores tienen que documentarse y estudiar bastante para poder trabajar ciertos temas, yo los experimenté en primera persona.


EM: ¿En qué se diferencia la novela negra del policial tradicional?
MAG: Por lo general, las tramas de las novelas negras son mucho más complejas que las trabajadas en la novela policial, donde suele haber un detective que resuelve un misterio y ya está.
En la novela negra, el escritor busca transmitir todo lo que se está viviendo en un contexto determinado. Por ejemplo, en mis obras se toca mucho el tema de la violencia de género y de los femicidios, flagelos que lamentablemente están muy presentes en nuestra sociedad actual.
EM: ¿Existe algún mensaje que busques trasmitir en tus últimos trabajos?
MAG: Sí, que se puede construir una sociedad mucho más empática. Toda mi obra literaria trata sobre la posibilidad de construir un nuevo paradigma de seguridad humana.
Hablo de una seguridad más humana en cuanto al trabajo de los funcionarios policiales. Eso lo podemos lograr cambiando el lugar donde se forman los policías, trasladándolo a las universidades. En mis obras propongo crear una Facultad de Seguridad Humana, un concepto que no existe en Latinoamérica, pero que sería ideal que se implemente. Creo que es la única forma de lograr esa formación policial más sensible y empática que tanta falta hace actualmente.

EM: Además de novelas, el año pasado publicaste “La sociedad y los miedos”, ¿de qué se trata este trabajo?
MAG: Es un ensayo que escribí en coautoría con el periodista Gonio Ferrari en donde buscamos dilucidar, por medio de la reflexión y la experiencia, las claves para mejorar la seguridad en América Latina.
Ferrari tiene más de 65 años de experiencia periodística y en el libro hace un un análisis de los diferentes problemas que aquejan a la sociedad cordobesa, mientras que yo aporto mis ideas sobre cómo abordar los problemas de seguridad.
Además del nuevo paradigma sobre formación universitaria, propongo una activa participación ciudadana en el ámbito de la seguridad social. Principalmente sostengo la importancia de incluir a los adultos mayores en la toma de decisiones, que son quienes conocen todos los movimientos del barrio y saben cuáles son los problemas crónicos que aquejan a los vecinos. Todo ese cúmulo de experiencias debemos tomarlo en cuenta a la hora de diseñar una política de seguridad pública que realmente beneficie a toda la sociedad.
EM: ¿Crees que por medio de la literatura se puede llegar a concientizar sobre algunas problemáticas sociales?
MAG: Totalmente. Incluso cuando hablo de seguridad humana, me refiero también al tema de la violencia de género. Cuando una mujer llega a una dependencia policial a pedir ayuda, ese lugar tiene que ser lo más humano y empático posible.
Es muy difícil para esa mujer tomar la decisión de ir a contarles a otros el problema que vive en el seno de su propia familia. Por eso, el policía que la recibe debería estar capacitado, no sólo para acompañarla en todo el proceso de la denuncia, sino para que se activen todos los mecanismos para que no se termine agravando el problema.
