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“La palabra no va a morir nunca”

Nadina Barbieri es una fiel representante del arte de contar historias y una gran promotora de la lectura a nivel Sierras Chicas.

Nadina Barbieri es una fiel representante del arte de contar historias y una gran promotora de la lectura a nivel Sierras Chicas. Narradora, capacitadora y actriz, esta entrerriana devenida en ríoceballense habla sobre su formación, el oficio del cuentacuentos y el lugar de la palabra hoy en día.


Por Lucía Argüello | luciaarguello@elmilenio.info

Colaboración: Jazmín Corvalán y Carlota Arrieta (4to IENM).


[dropcap]A [/dropcap]primera vista, el oficio de narrador pareciera ser algo de origen reciente. Sin embargo, es tan viejo como la humanidad misma. Quizás sea el auge de la virtualidad y la tecnología lo que nos ha llevado a volver al mágico y sencillo encuentro de narrar un cuento, pero lo cierto es que se trata de una misión que tiene cada vez más adeptos.

Por suerte, a Sierras Chicas no le faltan exponentes en esta materia, y Nadina Barbieri es una de ellas. Actriz, narradora y capacitadora, nació en Concordia (Entre Ríos) pero vive en Río Ceballos hace 17 años. Actualmente, preside la comisión directiva de la Biblioteca Popular Sarmiento y, desde el 2005, organiza junto a Karina Filoni el “Río Cuentero”, un espacio comunitario para escuchar y contar historias que se lleva a cabo el tercer viernes de cada mes, generalmente en la Capilla Vieja, y que cuenta con más de 60 participantes.

El Milenio: ¿Cómo empezó tu carrera?

Nadina Barbieri: Mi carrera empezó cuando era muy chiquita. Yo me crié en un hogar donde siempre hubo cuentos, música y dibujos, un hogar donde siempre tuve la posibilidad de expresarme. Mi mamá era animadora de lectura, tenía programas de radio y televisión para niños, así que en mi casa había mucho material. Y yo era muy curiosa, recuerdo que me encantaba escuchar las conversaciones de los adultos. Así que ya en ese entonces estaba el germen de esto de querer contar historias.

De grande me fui a Buenos Aires, estudié teatro, hice talleres de títeres, idiomas, guitarra, pintura y muchas cosas artísticas que me fueron nutriendo. Cuando me vine a Córdoba, me encuentro con todo esto de la narración oral y ahí empiezo a relacionar toda mi formación con este nuevo oficio de ser narradora de cuentos. Hoy hace más de 15 años que me dedico a esto.

EM: ¿Cómo vinculás tu formación actoral con tu trabajo como narradora?

NB: Cuando uno se pone frente a alguien con una determinada propuesta, está ocupando un lugar escénico. Y ahí el teatro te brinda muchas herramientas: la proyección de la voz, el uso del vestuario, los colores, los sonidos, la postura corporal, los gestos, etc. La diferencia es que el teatro no necesita sí o sí la participación del público. En cambio la narración oral sí, es importante que quienes escuchan también contesten, porque eso forma parte de la historia.

EM: Sos narradora, capacitadora y actriz, ¿cuál de todos esos oficios disfrutás más?

NB: Todo está relacionado. Narrar cuentos es algo que disfruto muchísimo porque es lo que me convierte en capacitadora y me ha permitido estar en diferentes proyectos, no sólo vinculados estrictamente con lo literario, sino también con lo comunitario, con la salud, con la educación, con los derechos humanos, etc., siempre desde la palabra, el encuentro y la importancia de escuchar y ser escuchado.

Aparte permanentemente tengo funciones en jardines, escuelas primarias, secundarios, teatros, librerías, bibliotecas, no sólo acá en Córdoba, sino también en otras provincias. Incluso me han invitado a festivales en otros países. También doy talleres sobre narración y tradición oral y animación y promoción de la lectura para chicos de distintas edades, familias, adultos, docentes y otros profesionales.

EM: ¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo como cuentacuentos?

NB: Yo creo que lo más importante a la hora de narrar es el vínculo que uno genera con el público. Esto de contar cuentos me ha dado muchas satisfacciones, no tanto por lo que yo doy, sino por lo que recibo. Y las experiencias que uno va recolectando a medida que transita esta profesión son la mejor recompensa. Una vez, por ejemplo, me tocó narrar para niños ciegos. Fue algo que me dejó muy impactada porque tuve que trabajar los cuentos desde otro lugar, menos visual, para acercarlos a sus vivencias. Entonces recurrí a imágenes táctiles, gustativas, olfativas, y los cuentos crecieron mucho más. Hay uno que se llama “La bolita azul” que ellos lo transformaron en “La bolita picarona”.

“Yo creo que lo más importante a la hora de narrar es el vínculo que uno genera con el público”.

EM: En tiempos de virtualidad, ¿qué lugar crees que ocupa la palabra y el encuentro interpersonal?

NB: Yo creo que la palabra no va a morir nunca. Es lo más efectivo que tenemos, por más que haya celulares, computadoras, tablets, cuando uno necesita decir algo importante, sigue recurriendo a reunirse con el otro. No hay nada que pueda suplantar ese vínculo. De todas formas, todos los padres, los animadores de la lectura y las personas que acompañamos a los niños tenemos el desafío de que el celular no se transforme en el chupete electrónico y de no abandonar la palabra.

Yo doy talleres en la bebeteca (espacio pensado para niños de 0 a 4 años y sus padres o seños) de la Biblioteca Popular Sarmiento sobre cómo fortalecer e incentivar la comunicación y los vínculos afectivos en los primeros años de vida. Los hábitos de lectura nacen en el núcleo familiar, los niños agarran los libros porque alguien los motiva y los incentiva a leer, porque alguien los sienta en la falda y les narra o les canta historias con cariño. La clave es esa, el vínculo con la palabra y, sobre todo, la palabra dicha con afecto.

EM: ¿Qué opinás de esto que se dice que “los niños y los jóvenes de ahora no leen”?

NB: Creo que cuando los adultos dicen eso, es porque ellos mismos no leen. Vos les preguntás qué están leyendo y son muy pocos los que tienen un libro en la mesa de luz. En la biblioteca hay niños lectores permanentemente, adultos tenemos, pero son menos.

Y los adolescentes también leen mucho más de lo que nosotros creemos, lo que pasa es que no leen lo que nosotros queremos que lean. Leen letras de canciones, mensajes, poesías, historietas, cortos animados, etc. La lectura es mucho más que simplemente decodificar letras. Además, la tecnología también trae otras formas de leer, ya no es sólo el libro tradicional. Por supuesto que también necesitan de un mediador, alguien que les ofrezca otra cosa.


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