A medio siglo del primer bypass que cambió la historia del mundo El Milenio hace un recorrido por los momentos más importantes de esta técnica inventada por un Argentino, el Doctor René Favaloro.
9 de mayo de 1967 en la Clínica Cleveland en EE. UU., medio siglo ha pasado desde que un argentino revolucionó la medicina cardiovascular con una innovadora técnica conocida hasta el día de hoy como bypass, nombre que llevan en el corazón millones de personas que lograron una segunda oportunidad de vida.
La historia dió un giro gracias a René Gerónimo Favaloro, hombre visionario y sin lugar a dudas un líder carismático que entre pacientes y pasillos dejó entrever a una persona comprometida con su pueblo y apasionada con su trabajo.
Ya se cumplieron 50 años desde que el aclamado doctor Favaloro comenzó a hacer historia y también 25 años desde que su fundación sigue vigente como legado, para el respiro de las nuevas generaciones y de otros tantos que recurren a ella para salvar sus vidas.
Remontando el tiempo, René Favoloro nació el 12 de junio de 1923 en La Plata en un barrio muy humilde conocido como El Mondongo. A pesar de los pocos ingresos económicos cursó la primaria en un colegio muy modesto donde se fomentaba la participación, y la disciplina. Como ironía del destino o bien como premonición certera, su infancia transcurrió a cuadras del Hospital Policlínico entre las experiencias propias de un niño como las visitas médicas de su tío, también doctor, las tardes con su padre carpintero y su madre modista. Su espíritu y vocación fueron profundos y fueron motorizados por sus padres que le enseñaron el valor del trabajo y del esfuerzo, pero sobretodo el valor de la humanidad.
En su momento, el Hospital Policlínico le ofreció un puesto que luego rechazó por la falta de compromiso social que implicaría aceptar un contrato que esgrimía al final de un documento aceptar las doctrinas de un gobierno que consideraba corrupto y deshonesto. Muchos saben de sus ideas que acompañaban a la libertad, la democracia y la justicia, ideas que siempre defendió y en alguna ocasión le costó noches en cautiverio.
Aun así, la oportunidad de continuar con su residencia profesional llegó desde la lejana y eterna pampa en 1950, en Jacinto Arauz donde entendió algo realmente transversal en su profesión pero también algo que lo marcó para siempre. Favaloro comenzó a interesarse aún más por cada uno de sus pacientes, en los que procuraba ver su alma. De esa forma pudo llegar a conocer la causa profunda de sus padecimientos que se hallaban según él en el alma de cada uno, por ello la necesidad de conocerlos. Incluso en los años de la Fundación, las personas se acercaban por los pasillos a saludarlo y a mimarlo frente a la admiración de sus colegas. Su vida siempre estuvo marcada por el afecto y cariño por lo que hacía y también por lo que se le devolvía.
Poco a poco, con las frecuentes vueltas a La Plata para actualizar sus conocimientos fue creciendo su entusiasmo por la cirugía torácica y por viajar a EE.UU. a especializarse. Decidido a perseguir su sueño decidió armar maletas para un viaje de un corto período pero no fue tan corto. Partió a EE. UU. con poco recursos y un inglés muy básico y llegó a Cleveland donde se quedó durante una década. Empezó trabajando como residente y luego como miembro del equipo de cirugía.
Al principio la mayor parte de su trabajo se relacionaba con la enfermedad valvular y congénita pero apenas terminaba con su labor era capaz de pasarse horas interminables revisando las cinecoronarioangiografías (fotografías coronarias) y estudiando la anatomía de las arterias y su relación con el músculo cardíaco.
Ya en 1967, Favaloro había ideado la posibilidad de utilizar la vena safena en la cirugía coronaria, idea que llevó a la práctica durante el mismo año, confiado en que los estudios y la fe en sí mismo siempre llevan a buen puerto. Y así fue, su técnica fue práctica, útil y sobretodo salvaba la vida de millones de personas en el mundo.
El bypass o cirugía de revascularización miocárdica, fue el trabajo fundamental de su carrera, lo cual hizo que su prestigio trascendiera los límites de ese país, ya que el procedimiento cambió radicalmente la historia de la enfermedad coronaria. En su libro, “Surgical Treatment on Coronary Arteriosclerosis” publicado en 1970, el mismo René Favaloro detallada en profundidad las aristas del bypass.
Hoy en día se realizan entre 600.000 y 700.000 cirugías de ese tipo por año solamente en los Estados Unidos. En el caso de nuestro país un estudio denominado “seguir” indica que el 97% de los pacientes coronarios no tiene necesidad de internarse nuevamente por un infarto luego de someterse al Bypass. Además la investigación indica que los resultados también son observados en personas con edad avanzada donde la calidad de vida y los corazones fuertes ascienden a un 80%.
Bypass, es el término inglés para referirse a la derivación vascular o revascularización en el corazón, se aplica como solución a las obstrucciones en las arterias coronarias. El baipás coronario, por su denominación en castellano, consiste en tomar la parte de una vena o arteria corporal donde un extremo se une a la arteria aorta para conseguir aporte de sangre y el otro extremo se une a la zona arterial libre de obstrucciones.
No quiero ser un mendigo en mi propio país
Sin lugar a dudas, Favoloro se ha convertido en lección para muchos. Ideales como la pasión, la libertad, la justicia, la ética, siempre serán referentes de su nombre, el Doctor (y docente, como él quería ser recordado) René Favaloro.
Con esa idea en el horizonte Favaloro creó la Fundación en 1975 que hoy cumple 25 años de existencia. Uno de sus mayores orgullos fue el de haber formado más de cuatrocientos cincuenta residentes provenientes de todos los puntos de la Argentina y de América latina.
Sin embargo, la fatalidad fue inminente. No sólo las deudas sino también la falta de apoyo estatal, la corrupción sindical y de tantos profesionales y empresarios y organismo como PAMI decididos a elegir su porción de la torta e indiferentes al compromiso y la sensibilidad social colaboraron en la creación de un panorama tormentoso para la fundación que ya debía 18 millones de dólares. Las causas, nadie pagaba.
Ya en el 2000, años de la presidencia de De La Rúa, el país ya estaba sumergido en una profunda crisis y los gritos de Favaloro pidiendo ayuda para salir adelante con la fundación que buscaba ayudar hasta el más indefenso nunca fueron escuchados. Así el 29 de julio el Doctor deja huérfano a todo un país tras encerrarse en el baño de su casa y quitarse la vida de un disparo al corazón.
Entre las cartas que fueron reveladas parcialmente aclaró sus motivos. Decepcionado de la corrupción de los organismos estatales y no gubernamentales que generaron la insostenible situación económica llevó a la drástica decisión donde el pueblo argentino debía aprender con su muerte a abrir los ojos de la situación que los envolvía y nos envuelve hasta el día de hoy.
“Estoy pasando uno de los momentos más difíciles de mi vida, la fundación tiene graves problemas financieros. En este último tiempo me he transformado en un mendigo. Mi tarea es llamar, llamar y golpear puertas para recaudar algún dinero que nos permita seguir”.
Cuando el pueblo abrazaDe la pampa a los Estados Unidos; Recuerdos de un médico rural; y Don Pedro y la Educación, ¿Conoce usted a San Martin?, entre otros, fueron los libros escritos por puño y letra de Favaloro. La cultura popular argentina tampoco quedó atrás en cuanto hacer honores al Doctor de todos, del pueblo. Agrupaciones musicales como Ataque 77 y Bersuit Vergarabat homenajearon al doctor mediante canciones rápidamente divulgadas en las radios. Western en Antihumano (disco de ataque 77) y en argentinidad al palo de la Bersuit y el bailecito de Eduardo Falú fueron los iíconos sociales del amor y el respeto hacia su labor.
Entre los innumerables premios que recibió el doctor podemos destacar algunos como, el premio Maestro de la Medicina Argentina (1986); el premio Distinguished Alumnus Award de la Cleveland Clinic Foundation (1987); Distinguished Alumnus Award de la Cleveland Clinic Foundation (1987) y el Premio Príncipe Mahidol, otorgado por Su Majestad el Rey de Tailandia (Bangkok, Tailandia, 1999). La última distinción otorgada fue posmórtem, en el año 2010, oportunidad en la cual la Fundación Internacional de Jóvenes Líderes lo considerara «Referente de la Humanidad».