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La dama de la danza

A 50 años de haberse dedicado a la docencia, tres generaciones de unquillenses han sido alumnos de Purula Pérez. Más allá del “Pericón de mi pueblo” existe una mujer que lo ha dado todo por su familia, su pueblo y la danza.
A 50 años de haberse dedicado a la docencia, tres generaciones de unquillenses han sido alumnos de Purula Pérez. Más allá del “Pericón de mi pueblo” existe una mujer que lo ha dado todo por su familia, su pueblo y la danza.

Redacción El Milenio | periodico@elmilenio.info


[dropcap]M[/dropcap]ientras intenta destapar la bombilla del mate, y una leve llovizna serrana oficia de banda sonora, Teresa Del Carmen Pérez, o mejor conocida como Purula, le dijo a El Milenio –entre risas: “¡Hace 48 años que vivo de la chacarera!”.

Es que la dama de la danza unquillense, también hace más de 30 años que es la Directora del Grupo Municipal de baile de la ciudad de Unquillo: “Toda mi vida me dediqué y viví de esto”, agregó.

Purula viene de familia de campo y de música, o como la artista define mejor, “de familia de guitarristas”. Ya que su papá cantaba, y lo hizo hasta poco antes de morir, cuando tenía 88 años de edad; “en mi casa nunca faltó la guitarra”, reconoció.

La pasión por las danzas folclóricas la llevó a recorrer por primera vez varios puntos del país. Pero en un viaje a la ciudad autónoma de Buenos Aires, cuando sólo tenía 22 años,  Purula conoció a quien fuera el amor de su vida, su marido.

Se trataba de amor a primera vista, de un porteño de zapato y corbata que cayó rendido ante la belleza de la cordobesa.

Aunque él le llevaba 20 años, y en esa época no era bien visto, se volvieron juntos a la ciudad de los artistas, y desde ese momento comienza su historia de amor.

Respectivamente, estuvieron juntos 33 años, y como resultado de esa unión tuvieron tres hijos; “¡Que fachita que tenía!”, añoró Purula.

Una docente en Misiones

Los inicios como docente de Purula Pérez fueron en las ciudades de Unquillo y Río Ceballos, donde tenía filiales de las academias del reconocido folclorista Aldo Besone.

Pero poco después que la bailarina se casó, Besone le propone viajar a Misiones, ya que sus academias en la provincia de la tierra colorada no estaban funcionando del todo bien.

La decisión de dejar todo atrás fue tomada por Purula y su marido. Además, la artista estaba pasando por un duro problema familiar, por lo que el viaje fue un modo de escapar a esta difícil situación.

“Vos no sabes el éxito, tuve 250 alumnos y cuatro filiales; una en El Dorado, Puerto Esperanza, Monte Carlo y Piraé”. Pero Purula dice, que así como ganaron la plata, la “reventaron porque eran unos locos de la guerra”.

Pero como dice la conocida canción, “todo concluye al fin”, y con el tiempo decidieron regresar a Unquillo. Ya que la artista no se sentía atraída por la estructurada escuela de danzas.

Cuando regresa, tuvo la noticia de que las dos filiales que había dejado en Sierras Chicas habían cerrado, y al año “murió” todo lo que habida dejado en Misiones. Inmediatamente, le ofrecieron trabajar en la Municipalidad, y Purula no se negó al nuevo desafío.

El origen de una tradición

Purula Pérez al enviudar de su esposo sintió una especie de depresión, entonces se le ocurrió pensar acerca de las virtudes que podía tener un baile en el ánimo de la gente.

Fue así, como comenzó a darle forma al histórico “Pericón de mi pueblo”, llamándolo así porque no solo lo bailan las academias, sino también gente que no sabe bailar.

La danza no debe ser complicada

El éxito del Pericón fue porque se respeta la sencillez del baile nacional argentino; “La danza de hoy es muy complicada, por ejemplo, el tango de academia sólo se baila entre quienes tienen un nivel elevado de técnica. Es muy complicado para el hombre, porque es quien lleva a la mujer, entonces si él mismo no te sabe llevar, las mujeres no saben para dónde ir”, reconoció la artista.

A ritmo de yegua

El grupo de danza municipal dirigido por la docente se llama “A Ritmo de Potro”, y tiene un significado que Purula Pérez le contó a El Milenio: “Yo lo saqué de un verso que el profesor Aldo Besone le hizo al malambo. Y la última estrofa de ese verso dice algo así como llegaste a ritmo de potro por la senda del pasado, para decirnos presentes con el lenguaje endiablado”.

“Pero si sigue así, tengo pensado cambiarle el nombre y le voy a poner a ritmo de yegua, porque son sólo 7 hombres los que forman parte del staff, mientras que hay 35 mujeres”, agregó.

Una anécdota tanguera

Cada año, la artista organiza una muestra final con sus actividades, y en el año 2013 preparó un tango junto a su hermana. En ese contexto, interpretaban a dos hombres bailando tango, ya que en sus inicios los caballeros del Río de la Plata bailaban entre ellos esta danza ciudadana: “Mientras bailábamos la comparsita nos empujamos y mi compañera en ese momento debía caerse, agarro un cuchillo y hago como que se lo clavo, en ese momento sale un pañuelo rojo de su abdomen; lo loco es que la gente estalló en risas”, recordó.

¿Por qué Purula?

A pesar de que su nombre es Teresa, su madrina la apodó con el nombre de Purula. Y la artista reconoce que en un principio fue algo que le costó mucho aguantarlo. Entonces cuando le preguntaban el nombre, ella decía que se llamaba Pamela.

 


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