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Una feria para el encuentro

La Feria Agroecológica nació en 2019 y se ha convertido en el clásico de los sábados a la mañana para la Villa. A pesar de su gran crecimiento, desde la organización advierten que aún no cuentan con todas las condiciones que necesitan para operar y piden al municipio que disponga sanitarios y un tablero eléctrico.
  • Por Daiana Zilioli. periodico@elmilenio.info
  • Participaron: Constantino Martínez y Valentino Tosco (6to IMVA). Melissa Gallardo y Candelaria Bronstein (6to IENM).

En los últimos años, Sierras Chicas ha asistido al nacimiento de diferentes ferias de producción agroecológica que apuestan a la economía popular. Cada sábado de 10:00 a 13:30, emprendedores, vecinos y productores locales se dan cita en la Plaza Manuel Belgrano de Villa Allende para apostar a otras formas de consumo, bregando por una alimentación más natural y libre de agroquímicos.

Con alrededor de 32 puestos fijos y una gran organización interna, la Feria Agroecológica de Villa Allende (FAVA) se transformó en una opción alternativa al mercado tradicional, en la cual vecinos y vecinas de la zona pueden acceder a una gran diversidad de productos. 

Hay desde frutas y verduras agroecológicas hasta miel, panificados, fermentos, lácteos, dulces, yerba, vinos orgánicos e incluso medicinas naturales e insumos de higiene y cuidado personal; todo de la mano de sus propios productores.

“La feria es el último eslabón de una cadena de producción de alimentos diferentes y quienes participan trabajan con mucha dedicación para ofrecerle a la comunidad sus mejores productos cada fin de semana”, explican a El Milenio Paula La Serna, Noelia Bonavia y Eugenia Frávega, integrantes de la Comisión de Gestión del espacio.


De la web a la plaza

Como relataron las emprendedoras, la feria nació como forma de “fortalecer la economía del hogar” unos meses antes de la pandemia. Arrancó despacito, en el patio de un taller de arte, y luego fue mutando hasta encontrar su lugar actual, en la plaza.

“Al principio convoqué a algunas personas que estaban en la feria de Río Ceballos, nos organizamos y funcionó durante un tiempo domingo de por medio. Fue así hasta que llegó la pandemia y tuvimos que transformarla en una tienda virtual”, cuenta La Serna.

Con el aislamiento y las restricciones, muchos espacios y emprendimientos desaparecieron. Sin embargo, la Feria de Villa Allende logró el efecto contrario: cobró fuerza y se consolidó como opción de abastecimiento de diversos productos, fundamentalmente alimenticios.

“La venta online fue maravillosa y significó un ingreso semanal muy bueno. Si bien la dinámica fue muy intensa, ya que había que armar los pedidos y después repartirlos, eso nos fortaleció y ayudó a formalizarnos”, confiesa Paula, vecina de Villa Allende y una de las principales propulsoras del proyecto desde sus inicios.

A medida que se fueron flexibilizando las restricciones, la feria volvió a ser presencial, pero esta vez en un espacio público. Así, con la autorización del municipio, la FAVA comenzó a funcionar en la plaza Manuel Belgrano, ubicada frente a la Iglesia de la Virgen Del Carmen.


Complicado desembarque

Sin embargo, “la salida de lleno a la plaza” no fue tan fácil, ya que una feria no sólo necesita el espacio físico, sino también ciertas condiciones para que todo funcione óptimamente. Para las entrevistadas, al día de hoy este punto sigue siendo una dificultad y un motivo de desilusión hacia la gestión municipal.

“Nos habilitaron un espacio que es público, pero sin baño y con un único enchufe (el cual está bastante deteriorado y usamos solamente para poner un parlantito)”, revela Paula y destaca que son dos cuestiones que se vienen planteando desde 2020.

En un comienzo, el tema de los sanitarios pudo resolverse provisoriamente gracias a la ayuda de un local comercial colindante a la plaza, pero más pronto que tarde el problema volvió a presentarse. De más está decir que, sobre todo para los feriantes que pasan muchas horas en la plaza, frecuentemente acompañados por sus hijos e hijas, contar con ese servicio es imprescindible. 

“Empezamos a gestionar con la municipalidad, pero se demoró bastante. Estuvimos casi un año sin baño, fue muy complicado, hasta que logramos que nos presten uno del jardín de infantes que está atrás de la iglesia. Sin embargo, no es una solución definitiva”, cuentan las integrantes de la Comisión de Gestión, quienes se encargan constantemente de articular las necesidades de la feria con el municipio. 

Hoy han pasado casi tres años desde que la FAVA se instaló en la plaza y, a pesar de sus reiterados reclamos, las dificultades persisten. “Hace tres años que pedimos luz para poder enchufar una pava y calentar agua”, resume Eugenia.

“Queremos visibilizar nuestra situación. Detrás de la feria hay muchos emprendedores y emprendedoras que viven de sus ventas. Lo único que queremos es mejorar este espacio de trabajo, para nosotros y para la comunidad”, concluye la vecina.


Más que una feria

Contra viento y marea, la Feria Agroecológica de Villa Allende se ha ido transformando en una actividad donde prevalece el encuentro entre vecinos y vecinas. Así, su instalación en la plaza ha permitido revalorizar un espacio que ha quedado medio relegado en las nuevas configuraciones comerciales de la Villa, que concentra gran parte de su actividad en el Polideportivo.

Además de incentivar al consumo consciente de productos orgánicos y agroecológicos, dicho evento apuesta al desarrollo de la cultura local, convocando a diferentes artistas de la zona, desde espectáculos para las infancias hasta música en vivo para disfrutar en familia.

Debido a su gran crecimiento, el colectivo se ha organizado en cuatro comisiones, como cuentan las entrevistadas: una de admisión (“que se encarga de conocer a los nuevos postulantes que desean participar para bregar, ante todo, por el alimento honesto”), otra de comunicación (encargada de las redes como @feria.agroeco.villaallende en Instagram), una de gestión y otra reciente de cultura (aún limitada por la falta de disponibilidad eléctrica).