- Por Lucía Gregorczuk. periodico@elmilenio.info
- Colaboración: Agostina Ciprian y Andrés Garriga (4to IENM). Octavio Argañaraz, Joaquín Susino y Luca Ruiz (4to IMVA).
Profesora de inglés y traductora, Martha González dedicó su vida a la docencia y fue directora del IPEM 23, donde formó parte del equipo fundador del secundario de adultos. Vive en Unquillo hace más de 20 años, pero sostiene que ya se siente unquillense de pura cepa y dice que “no se iría nunca de acá”.
Su rol en la historia del Pueblo de Artistas no termina ahí, ya que Martha es la fundadora del histórico Recodo del Sol, un espacio cultural y educativo, con biblioteca propia, ubicado en una joya arquitectónica de la calle Ercilia López, a pocos metros de Av. Belgrano, que compró junto a un grupo de compañeras de clases de yoga que tenían ganas de ver crecer la cultura en la zona.
El espacio abrió sus puertas el 24 de febrero de 2001, con 16 talleristas, pero la crisis de diciembre de ese año las obligó a cerrar en 2002. “Recién cuando vimos que la situación económica empezó a mejorar, planteamos la idea de volver, pero mi socia de ese momento tenía un comprador para la casa”, contó Martha en diálogo con El Milenio.
“Yo empecé a llorar sintiendo que se terminaba el proyecto, pero fue ahí cuando apareció Encarnación Sobrino, que había conseguido el dinero para comprarle la parte a mi ex socia. Gracias a ella, en 2004, se reabrió definitivamente el Recodo del Sol, después creamos la fundación”, recordó con una sonrisa.

“Para mí El Recodo del Sol es un hijo de todos. Quiero retirarme tranquila y estoy muy confiada, porque he liberado este lugar, nunca lo tuve como algo mío, siempre fue de la comunidad”
El Milenio: ¿Quiénes te acompañan ahora a llevar adelante el Recodo?
Martha González: Está el Consejo de la Fundación, que se consolidó en 2008, donde actualmente soy la presidenta. La Fundación se regula con las reuniones que se hacen periódicamente y está atenta a las necesidades de la comunidad del centro cultural. Fuera de eso, las propuestas de los talleristas van cambiando y acompañando lo que piden los vecinos y vecinas.
EM: ¿Cómo se financia este espacio? ¿Suelen recibir ayuda gubernamental?
MG: Hemos recibido en distintos tiempos, pero no es algo habitual. En este momento no tenemos ninguno, pero durante la pandemia recibimos una partida del Instituto Nacional del Teatro.
También recaudamos de las entradas que se cobran durante los eventos, cuando vienen los artistas dejan el 30% de lo recaudado para el Recodo del Sol, así como los talleristas. También tenemos una cocinita que funciona como bar.
Creo que estamos haciendo bien las cosas, nos merecemos que el Estado nos ayude. Por eso presentamos siempre proyectos, aunque a veces vuelven con respuesta negativa.
EM: ¿Cómo empezó a trabajar El Recodo en la zona?
MG: Hemos tenido un trabajo importantísimo con el Dibo, a nivel educativo y social. Hace poco terminó un taller de costura que se hace junto al programa Ceder, del Ministerio de Trabajo, y allí concurren muchas señoras de la zona.
Con la gente del Complejo Dibo es una relación no tanto institucional, sino de ayuda mutua, entre vecinos y vecinas. Por eso escuchamos lo que necesitan y traemos las capacitaciones que nos piden. Hay mucho respeto mutuo y saben que cuentan con nosotras.


EM: ¿Qué rama del arte está más presente en talleres y eventos?
MG: Lo que más se da música, pero también hay pintura, escultura, presentaciones de libros y mucho teatro. La gente propone y los mismos artistas nos consideran como un espacio donde se pueden ofrecer espectáculos, obras de arte, muestras, etc. En este momento están trabajando jóvenes que participan con proyectos muy interesantes, algo que yo valoro enormemente, porque El Recodo funciona gracias a toda esa gente.
EM: ¿Cree que es más un espacio para mostrar o para aprender?
MG: Las dos cosas, no prima una sobre la otra. Dentro de poco tendremos un mes de vacaciones y luego planificaremos el año 2023, comenzando con la organización de talleres diversos y recibiendo también propuestas musicales y teatrales para desarrollar a partir de febrero.
Pensamos mantener abierta la Biblioteca Miguel Aurelio Paz dos días a la semana, por la mañana, y desde febrero se reanudan las actividades del Taller de Cine Debate, coordinado por el Profesor Gustavo Mariani. A mediados de enero estaremos publicando la programación.
EM: ¿Cómo se imagina al Recodo en cinco años?
MG: Para mí el Recodo del Sol es un hijo de todos. Yo ya estoy en camino de retirarme, no mañana, pero pronto. Ya son muchos años y me merezco un descanso, empecé a trabajar a los 17 y cumplí 80 en septiembre.
Quiero retirarme tranquila y estoy muy confiada, porque he liberado al Recodo, nunca lo tuve como algo mío, yo sólo lo he cuidado, porque siempre fue de la comunidad. Sé que ahora está en buenas manos, se está formando un lindo equipo. Confío en ellos y en que el Recodo va a seguir creciendo.

La anécdota de Cantilo
La morada de El Recodo del Sol siempre fue un lugar vinculado al arte. Y es que en aquella casa supo vivir el músico Miguel Cantilo, pionero del rock argentino, en su “época hippie”, como alguien supo contarle a Martha.
“Un día prendo Radio Nacional y escucho que mi locutor favorito estaba hablando justamente con Cantilo. Cuando llegó la pausa, llamo por teléfono a la radio y le pido que le pregunte si vivió en Unquillo. Cuando vuelven al aire le pregunta y Cantilo responde que sí, que vivía en una capillita. Hablaba del Recodo”, recuerda la actual moradora del lugar.
“Mi amigo de Radio Nacional me pasó el teléfono, así que le escribí a Cantilo. Tres años después, pasó a visitarnos junto a su compañera. Cada vez que viene, dice que vuelve a su casa. Todos los años tenemos un lindo encuentro, ya es como un amigo del espacio”, cuenta Martha emocionada.
