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Del siempreverde al Siempre Monte

En los últimos cuatro años, Proyecto Hormiga no ha parado de trabajar en pos de brindar soluciones ambientales y sociales para toda la región. Con un nuevo propósito, la cooperativa que funciona dentro de la Planta de Tratamiento de Residuos municipal, propone una forma de mitigar el impacto del siempreverde en el monte nativo, utilizando su madera para la construcción de viviendas.
  • Por Daiana Zilioli. periodico@elmilenio.info
  • Colaboración: Jerónimo Correa, María Paz Lissera y Vittorio Lenti (4to IMVA). Lara Heredia (4to IENM).

Durante la década del 40, la tala de árboles para alimentar los grandes hornos de cal que funcionaban en Sierras Chicas significó una de las primeras amenazas para el monte nativo de la región. Grandes parcelas de territorio quedaron a merced de nuevos propietarios, provenientes principalmente de Buenos Aires, quienes, además de valijas, traían el siempreverde. 

Conocido también como ligustro (Ligustrum lucidum), esta especie exótica invasora de origen asiático se ha vuelto objeto de múltiples estudios, ya que como explican desde la cooperativa Proyecto Hormiga, está afectando a más del 50% de nuestro bosque nativo. 

“En Unquillo, una caracterización de los residuos de poda del año pasado hecha en conjunto con el INTI, el INTA y la Facultad de Agronomía de la UNC, mostró que el siempreverde representa el 32% de los residuos verdes que ingresan a la Planta de Tratamiento, lo que equivale a 16 camiones diarios y 120 metros cúbicos al día”, señala Sebastián García, presidente de la cooperativa.

Sin embargo, según explica a El Milenio, actualmente se le da tratamiento a un 20% de lo que ingresa, lo cual ha significado pensar en nuevos destinos para el material. Así, con casi cuatro años de vida y 15 socios, la organización unquillense se ha embarcado en una acción de remediación ambiental denominada Siempre Monte: un sistema de construcción prefabricado para módulos habitacionales con madera de siempreverde. 

“Este nuevo proyecto se gestó a través de la articulación con una arquitecta e investigadora del Conicet, Valeria Fenoglio, y el Ministerio de Ciencia y Tecnología de Córdoba. Se presentó en el marco de la revalorización de recursos maderables regionales, donde nosotros decidimos medir y testear puntualmente la madera de siempreverde”, cuenta García y asegura que la calidad de la misma ha demostrado buenas propiedades estructurales físico-mecánicas.

Finalmente, con financiamiento brindado por el gobierno de Córdoba a principios de 2022, este nuevo proyecto comenzó con un primer ensayo de construcción prefabricado en el mismo predio donde funciona el Proyecto Hormiga. 


“Esta primera etapa consiste en armar la estructura de un módulo de 45 metros cuadrados en el que habrá una oficina y un espacio para el vivero municipal de productores de nativas”, detalla García, quien aclara que la iniciativa no es nada más ni nada menos que “otra pata más de nuestro gran proyecto” con el que se apuesta, además, a la economía circular. 

Sin embargo, según aclaran desde la cooperativa, no se pretende hacer una industria del siempreverde, sino que apuntan a la mitigación del daño ambiental que esta especie invasora produce sobre el ecosistema local y, a futuro, reducir el déficit habitacional.

Por esta razón, el sistema circular con el que se intenta reducir la huella de carbono se completará con otros dos ejes fundamentales del proyecto: el vivero municipal de especies autóctonas (que producirá y ofrecerá a la comunidad especies del estrato arbóreo, arbustivo y del sotobosque) y la reforestación. 

 “En Unquillo, el siempreverde representa el 32% de los residuos de poda que ingresan a la Planta de Tratamiento municipal, lo que equivale a 16 camiones y 120 metros cúbicos al día”

Sebastián García

Trabajar para transformar

Proyecto Hormiga nació allá por 2018 cuando Sebastián García visitó la Planta de Tratamiento de Residuos de Unquillo y notó una máquina chipeadora de ramas en desuso que podría ser la solución al problema de los restos de poda que ingresaban al predio. Donde todos veían inconvenientes, García encontró una oportunidad: transformar residuos en recursos. 

Basada en nociones de economía circular, solución ambiental y producción agroecológica y comunitaria, nació esta cooperativa de trabajo que además de contar con socios y socias, comparte y articula su labor con el municipio unquillense dentro del ex basural.

Según cuenta el impulsor del proyecto, para llegar a esta consolidación institucional, estuvieron un año y medio trabajando en demostrar que el proyecto brindaba una solución ambiental real y rentable. 

Desde un primer momento, los socios fundadores tuvieron claro que deseaban ser autónomos del Municipio, pero que “era fundamental la articulación entre lo público y lo privado”. Finalmente, a partir de 2020 y tras recibir la matrícula para funcionar, el Estado les ofrece el lugar, la maquinaria y los insumos, y la cooperativa aporta la mano de obra y el valor agregado de transformar los mal llamados residuos en bioinsumos.  

“Nos encargamos de los residuos de 30 mil habitantes, siendo 45 compañeros municipales y 15 socios de la cooperativa. Esto representa el 0,2% de la población de Unquillo haciéndose cargo de los residuos verdes que generamos el 100%”, resalta el emprendedor.

Como las hormigas

Proyecto Hormiga se sostiene exclusivamente con lo que produce a partir de su labor y es fuente de ingresos para más de 10 familias. Además de cuidar el ambiente, ofrecen trabajo digno, porque, tal como señalan, “compartir esta abundancia es también nuestro objetivo”. 

Del tratamiento de la poda, algunos de los productos que obtienen son: el mulch vegetal (un cobertor agroecológico), el mantillo ecológico (chips de poda triturados y compostados) y el bocashi (abono agroecológico producido con carbón, melaza de caña, tierra negra y guano, entre otros elementos). También ofrecen tierra fértil, el kit de practi-huerta (para el desarrollo de microhuertas familiares) y, próximamente, plantas nativas. 

Así como hacen las hormigas, la cooperativa local busca, mediante el trabajo sostenido y colectivo, mantener el equilibrio. Para eso, explican, es fundamental la conciencia ambiental que permita pasar de la queja a la acción. Por lo que, además de producir y brindar soluciones, desde el Proyecto Hormiga también se realizan capacitaciones para que toda la comunidad sepa que los residuos son recursos, y los recursos, oportunidades. 

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