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El método San Emeterio

Ignacio San Emeterio entiende al fútbol como algo más que un simple deporte. Para el entrenador, el juego es un campo de estudio y desarrollo personal. Con 26 años, se convirtió en el DT más joven de la Liga Cordobesa en comandar una primera división y hoy, a sus 32, presenta un libro que recoge las bases metodológicas, conceptuales, técnicas y humanas de su forma de entrenar.

Entre literatura, docencia y fútbol, José Ignacio San Emeterio vive sus días con mucha pasión. A sus 32 años, el joven oriundo de Villa Allende se impulsa a través de su fanatismo por el deporte con la firme convicción de ser un agente de cambio para la sociedad. 

Crecer en una familia estrechamente ligada al folklore del fútbol fue el motor principal de su profundo vínculo afectivo con el deporte. Esta relación con la “caprichosa” se afianzó con el correr del tiempo, primero como jugador y después como director técnico, llevando a San Emeterio a convertirse en un estudioso del juego.

Así, tras colgar los botines a temprana edad, “Nacho” comenzó su carrera como entrenador y profundizó en la teoría, técnica y metodología del fútbol. Tras una década de investigación y experiencia, el año pasado plasmó su recorrido en “Método Propio”, su primer libro.

El Milenio: ¿Cómo fue el trayecto futbolístico que te llevó a inclinarte por la parte técnica de esta disciplina? 

Ignacio San Emeterio: En la adolescencia viví un desarrollo muy bueno dentro del deporte, muy intenso y feliz, pero también con muchas frustraciones. Eso hizo que me alejara por un tiempo, hasta los 19 años, cuando decidí ser entrenador. 

Al principio con mucha energía y poca preparación, fui ayudante en el Club Huracán de barrio La France y después empecé a trabajar en el Quilmes de Villa Allende. Allí di mis primeros pasos, pero todavía no tenía las cosas muy claras, hasta que llegué a Universitario y decidí emprender formalmente mi carrera como director técnico de fútbol.

EM: ¿Qué te dio el empujón para dedicarte de lleno a esa profesión?

ISE: Me inspira y motiva mucho ser entrenador, sentirme un agente de cambio mediante el fútbol, tener esa posibilidad de desarrollar jugadores y equipos, de ayudar a instituciones y, a partir de ahí, también crecer en lo personal. Siento que hay muchísimos espacios donde enseñar y, al mismo tiempo, aprender.

Es importante la proyección de objetivos en los jóvenes para lograr compromiso y dedicación, tanto dentro como fuera de la cancha. Mi mayor desafío es mostrarles que hay un proyecto de vida detrás del deporte”

EM: ¿Cómo fue la experiencia de comenzar la carrera de técnico tan joven, en un contexto donde la mayoría da sus primeros pasos luego de los treinta?

ISE: Creo que se trata de ir superando barreras y prejuicios. La juventud me dio la posibilidad de tener mucha energía a la hora de trabajar, pero también contaba con poca experiencia. Siento que la fuerza fue lo que me impulsó a abrir puertas y finalmente llegar a muchos clubes. Fui aprendiendo a medida que iba ejecutando y con el tiempo aumenté mis conocimientos, tratando también de sostener la intensidad.  

A la juventud siempre la vi como algo muy lindo y pude aprovecharla para desarrollarme como técnico: a los 21 años ya estaba al frente de una reserva de Liga Cordobesa, a los 25 era el más joven dirigiendo una primera división. Fueron experiencias enormes, como también lo fue haberme ido al sureste de la provincia con 27 años, formarme como coordinador y ser docente en el curso de entrenadores. Todas fueron oportunidades de crecimiento y por suerte me llegaron a temprana edad.

EM: ¿Con qué entrenador te sentís más identificado?

ISE: Me gusta identificarme con los que se toman la profesión con la seriedad y el compromiso con el que creo que hay que tomarla. Fuera del fútbol, Rubén Magnano me parece un formador extraordinario. Si vuelvo a mi deporte, siento que Marcelo Bielsa es un referente notable. 

En lo conceptual, todos los entrenadores tenemos muchos puntos en común. Es desde el perfil humano donde nacen las diferencias, las formas de vincularse con los planteles y con la prensa o cómo contemplan su desarrollo metodológico.

EM: En el último tiempo trabajaste con jóvenes en conflicto con la ley penal, ¿qué resaltarías de esa experiencia?

ISE: Es una tarea enriquecedora por donde se la mire. Hace tres años que vivo esa experiencia y a partir del 2020 tuve la chance de dedicarme cien por ciento a ser entrenador dentro del Complejo Esperanza, relacionándome con jóvenes que tienen el deseo de entrenar y hacerlo con exigencia. 

Es muy interesante el proceso que se fue dando, desde el principio pusimos pautas claras sobre la constancia y el ser conscientes de qué es lo verdaderamente importante. No se trata de aprender destrezas técnicas o tácticas, sino de incorporar hábitos deportivos saludables y de tener la posibilidad de proyectarse fuera del complejo al egresar. El vínculo que se generó es extraordinario, la posibilidad de conocer otras realidades y de compartir mucho tiempo con los chicos, para mí es algo único.

“Los entrenadores somos agentes de cambio, apostamos a la relación con el ser humano. Cada uno debe tener la capacidad de trasladar sus ideas y que esas ideas ayuden a mejorar el lugar donde se encuentra”

EM: En muchos de estos jóvenes el consumo de drogas es una realidad, ¿cómo se maneja esa variable desde tu tarea?

ISE: La relación con el consumo de drogas es uno de los problemas más graves que tiene la adolescencia, porque es una etapa psicológica y emocionalmente profunda, repleta de cambios. Pienso que mi mayor desafío es mostrarles que hay un proyecto de vida detrás del deporte, no sólo como profesionales o soñando con jugar en Boca, River, Talleres o Belgrano, sino que de la mano del deporte se pueden relacionar de otra manera, generando nuevos vínculos sociales, conseguir espacios laborales, cuidar el cuerpo, proponerse objetivos. 

Tengo en claro que la apertura de espacios para deportes recreativos es una obligación para la asistencia a chicos que tienen dificultades socioeconómicas, culturales y emocionales, pero también el deporte competitivo debería abrirles las puertas y desarrollar proyectos que promuevan la formación de deportistas. Hay una gran diferencia entre un lugar de contención como una plaza, donde se realizan actividades lúdicas, y una institución donde se pretende desarrollar deportistas de alta exigencia.

EM: ¿Qué fue lo que te condujo a publicar “Método Propio”?

ISE: El libro tiene que ver con las experiencias que he tenido en clubes entre los 24 y 25 años, donde sentía que ponía mucha energía, pero no estaba conforme con la calidad de mis intervenciones. Entonces empecé a pensar la profesión con un poco más de profundidad, con mayor envergadura, como un lugar de estudio. 

Así fui buscándole el sustento teórico para no ser simplemente un entrenador que va y dirige, sino una persona que está a cargo de un grupo de seres humanos y tiene responsabilidades con cada uno de ellos, con la institución y con la comunidad, una persona que tiene que profundizar en su capacidad para dar respuestas muy claras dentro de una disciplina específica. 

Entendí que debía conjugar todas estas áreas para llevar adelante la profesión desde otro lado y empecé a investigar, a estudiar y a proyectarme. Así empezaron a surgir las primeras ideas de transmitir toda esta experiencia y reflexión, quería generar un contenido de calidad, aunque al principio no pensaba en un libro.

EM: ¿Sentís que ya alcanzaste las expectativas que tenías antes de emprender la iniciativa de “Método Propio”?

ISE: El objetivo principal con el que emprendí “Método Propio” fue el de trascenderme a mí mismo. Sueño con trabajar en el fútbol profesional, estudio y me esfuerzo para eso. Todo lo que hago va en ese camino y haber materializado un proceso de investigación de mucho tiempo en un libro, también lleva a abrir nuevos caminos, generar vínculos y darse a conocer en otros ámbitos. 

Creo que todos los entrenadores tenemos la capacidad de ir tomando herramientas de distintas metodologías, paradigmas o profesiones y armar nuestro propio método. Lo que hice en “Método Propio” fue ordenarlo y plasmarlo, sentando las bases para que otro entrenador pueda generar su propia idea. 

“Todas las experiencias me han enriquecido, todos los jugadores me han hecho crecer, cada club donde estuve me dejó aprendizajes importantes a partir de los aciertos y los errores, propios y ajenos”

EM: ¿Qué mensaje le dejarías a otros entrenadores?

ISE: Que llegamos a un determinado lugar para generar un cambio. A veces no lo tenemos en cuenta, pero somos agentes de cambio, apostando a la relación con el ser humano, con el jugador, con los compañeros de trabajo, con los dirigentes, con los utileros, cancheros e hinchas. 

Por eso es que debemos ser sumamente profesionales a la hora de ir evaluando nuestras acciones. Cada entrenador debe contemplar el desarrollo de su propio perfil, de su arista humana, de su personalidad, de sus herramientas a la hora de vincularse, de su método de trabajo. Creo que cada uno debe tener la capacidad de trasladar sus ideas y que esas ideas ayuden a mejorar el lugar donde se encuentra.