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Yamilet Duarte y la difícil decisión de empezar de nuevo

Yamilet Duarte es venezolana y vive en Sierras Chicas. Al dejar su país tomó la difícil decisión de empezar de nuevo.

Unquillo. Yamilet Duarte, con 36 años, decidió salir de su Venezuela natal junto a su familia para buscar y conseguir un futuro seguro en las Sierras Chicas cordobesas.

A continuación, en diálogo con El Milenio cuenta cómo fue la decisión de emigrar y el recibimiento local tras su llegada. 

El Milenio: ¿Cómo era su vida en Venezuela?

Yamilet Duarte: Tenía una vida fantástica, una vida hecha. Una profesión, ya que soy enfermera instrumentista y trabajé siete años en una clínica. Tenía dos casas, tengo a mis papás, a mis hermanos, a toda mi familia en Venezuela. Creo que tenía una vida formada.

Tuve que emigrar a raíz de la situación que tenemos los venezolanos que para nadie es un secreto, las cosas están muy mal. Esperamos hasta lo último y finalmente decidimos salir.

EM: ¿Vino con alguien de su familia?

YD: Con mis cuatro hijos y mi esposo.

EM: ¿Tiene contacto con su familia que aún está en Venezuela? 

YD: Si, hablamos poco con mi mamá y mi papá porque nunca hay luz y cuando hay luz no hay señal de teléfono ni mucho menos WiFi.

EM: ¿Puede ayudar económicamente a su familia?

YD: Sí, cada vez que cobro es lo primero. Le envío dinero a mi mamá, podés enviar 4000 o 5000 pesos, pero no te alcanza porque allá las cosas por la inflación están muy costosas.

EM: ¿Qué tan duro fue irte? 

YD: Horrible, muy triste, porque sentí que dejaba parte de mi vida ahí. A mis papás, a mis hermanos y a mis sobrinos que son mi vida 

EM: ¿Cómo logró venir a Argentina?

YD: Salí en un auto que me llevó hasta la frontera con Brasil a las tres de la mañana. Hicimos 14 horas de viaje desde mi casa hasta el límite.

Cuando llegamos, a los niños los metieron en un cuarto de inmigración de Venezuela y los interrogaron. Les preguntaron si estaban saliendo obligados, para dónde iban, si teníamos los documentos en regla; nos revisaron todo.

Gracias a Dios que teníamos los pasaportes, que pudimos pagar en dólares, de otra manera es imposible tener un pasaporte en Venezuela. 

A los niños los metieron en un cuarto de inmigración de Venezuela y los interrogaron. Les preguntaron si estaban saliendo obligados, para dónde iban, si teníamos los documentos en regla; nos revisaron todo.

EM: ¿Cuánto lleva en Argentina?

YD: Entré a Argentina el 5 de julio del 2018, poco más de un año.

EM: ¿Cuál fue su visión económica y social del país?

YD: Trabajar. Llegar a trabajar y echar pa’ lante con mis hijos.

EM: ¿Cuál fue su primera impresión al llegar?

YD: Que todo era muy económico, al ver los precios de allá y compararlos con los de acá los veía económicos (risas). Pues la comida en mi país es casi imposible de obtener, aquí veía que con el sueldo la podía comprar.

EM: ¿Les fue duro adaptarse? ¿Qué costumbres les costó aceptar?

YD: La comida, porque nosotros allá comíamos arepas, plátanos, muchas cosas que si bien aquí hay, estas son muy costosas ya que son importados.

Allá nunca desayunamos cosas dulces, se desayunaba arepas de jamón y queso, mientras que aquí lo que comemos es una factura y un café o un té (risas) y eso no es comida (risa).

EM: ¿Tiene esperanza con su país?

YD: Sí y pienso en volver. No ahorita ni mañana pero sí, y si mis hijos hacen su vida aquí está bien, yo me voy.

Mi esposo es argentino pero ama Venezuela, nos fue muy bien, tenemos todo. Yo creo que aquí, en Argentina, con la situación económica que hay ahorita es imposible tener una casa, allá tenía dos casas y tengo 36 años, te puedes imaginar, aquí creo que es casi imposible tener una, eso es lo que veo.

EM: ¿Pudo ejercer su trabajo? ¿Cómo lo consiguió?

YD: Sí gracias a Dios conseguí trabajo en una residencia geriátrica. Yo llegué el 5 de julio y el 5 de agosto ya estaba trabajando en lo que me gusta, en lo que me apasiona que es la enfermería.

Lo conseguí por una amiga de mi marido que me recomendó y todavía trabajo ahí, aunque todavía estoy homologando mi título.

EM: ¿Por la crisis económica  que hoy se vive la Argentina tiene  en cuenta volver a Venezuela?

YM: Si el presidente actual de Venezuela se va, espero un tiempo y me regreso porque allá está toda mi familia.

EM: ¿Cómo fue la adaptación de sus hijos acá?

YD: Los primeros días fueron muy difíciles porque allá tenían a sus amigos, mi hija a su novio, teníamos una casa grande donde cada uno tenia su habitación, su espacio.

Cuando llegamos aquí y era un espacio tan pequeñito, eso costó pero lo importante es que ahorita estamos bien, tenemos trabajo y tenemos para comer.

Vinimos con una mano atrás y la otra adelante, porque a pesar de que era invierno no teníamos abrigo, ropa para cubrirnos, porque en mi país hace 40 o 45 grados de calor siempre; eso fue difícil, el invierno.

EM: ¿Tuvo ayuda cuando llegó?

YM: Sí, los argentinos me ayudaron mucho en todo, tanto económicamente como emocionalmente.

Me consiguieron ropa de invierno, cosas para la cocina, colchones, cama, nevera; todos me ayudaron muchísimo. Vale destacar, que hay gente puntual que me ayudó y me sigue ayudando.

EM: ¿Qué es lo que más le gusta de acá?

YD: Que puedo comprar las cosas, que tengo trabajo y puedo ayudar a mi mamá que es lo primordial, que a pesar de la  situación que hay, tenemos seguridad, porque en Venezuela te matan por un celular, por una zapatilla, entonces eso, por lo menos, me deja más tranquila, la seguridad de mis niños, por eso salí de mi país, porque siento que estábamos arriesgando todo. La gente va con una bolsa de comida y te pueden matar por esa bolsa. 

EM: Alguna anécdota de cuando llegó a Argentina ¿y en Venezuela?

YD: Cuando llegábamos al aeropuerto teníamos mucho miedo porque pensaba “nos van a devolver, nos van a decir algo” y cuando llegué a migración de Argentina nos abrazaron y dijeron: “Bienvenidos a Argentina, les deseo muchísima suerte”.

Ahí me puse a llorar, sentí que nos recibieron con los brazos abiertos (ojos llorosos) pues era otra cosa la que me imaginaba (me van a preguntar si traigo dólares y yo no tengo) porque eso decían en las redes sociales: “cuando llegues a Argentina te van a preguntar a dónde vas y cuánto traes”, nunca me preguntaron nada, me sellaron todos los pasaportes y me dieron la bienvenida, para mí fue un alivio.

Y en mi país  fue algo que me marcó… cuando los niños regresaban del colegio los esperábamos en el portón, porque nosotros vivíamos en una organización cerrada (country) y los esperábamos porque les robaban las cosas, no podían salir solos. Vivimos aterrados, no podíamos salir era demasiada la inseguridad; y comer en Venezuela es un reto, la gente hace una o dos comidas como mucho porque no hay, no se han muerto de hambre definitivamente por los mangos, plátanos que hay en todas las casas y con eso pasan el hambre. Una cosa es contarlo como yo a ti y otra es vivirlo, es muy duro.

Comer en Venezuela es un reto, la gente hace una o dos comidas como mucho porque no hay, no se han muerto de hambre definitivamente por los mangos, plátanos que hay en todas las casas y con eso pasan el hambre. Una cosa es contarlo y otra es vivirlo, es muy duro.

EM: Desde su perspectiva, podría describir la Venezuela de hoy …

YD: Ustedes no tiene ni idea la cantidad de niños que se están muriendo de hambre, no hay medicamentos, no hay nada; se mueren por una hipertensión, por dengue, hay muchas enfermedades que los matan a ellos y a los abuelos. 

Nosotros  teníamos una posición económica buena, mi casa era de tres pisos, una empresa, un auto nuevo, nos vinimos porque no había qué comer; así tengas dinero no tienes cómo comprar comida, porque no hay, con lo que trabajaste en un mes comes un día.

El hambre es de verdad y si te enfermas te morís, la gente necesita una ayuda humanitaria urgente, una intervención. Yo todos los días no como tranquila pensando lo que comió mi mamá y a veces no me puedo comunicar con ella porque estuvieron 14 días sin luz ¿Quién puede vivir sin luz, sin agua, sin gas, sin comida, sin medicina, sin higiene? Hay niños con sarna porque no hay jabón, detergente, crema dental, no hay anticonceptivos, no hay nada.

¿Quién puede vivir sin luz, sin agua, sin gas, sin comida, sin medicina, sin higiene?

Mucha gente no puede salir del país porque es muy costoso, yo tuve que vender una de mis casas para venirme porque todo es en dólares. Al señor que me sacó de mi casa con mis niños hasta la frontera lo pueden meter preso, hay gente que salió en balsas y se ahogaron en el medio del mar, prefieren lanzarse en una balsa y no morirse lentamente de hambre, mi hermana se estaba muriendo a pesar de enviarle dinero, no alcanza, se tuvo que ir pa´ Colombia con los niños y su esposo.

En un país tan rico, hay tanta gente muriéndose de hambre. Hay gente, que dejan sus casas, las botan (venden), no les importa, prefieren hacerlo para no morirse de hambre. Yo dejé mi casa sola cerrada que pase lo que tenga que pasar pero por la seguridad de mis hijos me tenía que venir.

En un país tan rico, hay tanta gente muriéndose de hambre.

EM: Con respecto a la accesibilidad en la salud: ¿cómo se sintió en Argentina?

YD: A mi hijo le dio neumonía y lo llevé al hospital, y le pusieron todo, yo estaba tan feliz porque en otros países no te atienden si no tienes seguro social u obra social y a él lo atendieron sin preguntarle de qué nacionalidad era, nada de nada; le hicieron todos los exámenes gratis, no pague nada. Para mí eso es una felicidad muy grande, que se te enferme un hijo que es lo más valioso que uno tiene y que tenga a la mano todo.

EM: Algún “consejo” que pudiera darle a los argentinos a pesar de la crisis económica que estamos pasando.

YD: (risas) Esta crisis no le llega ni en pañales a Venezuela, donde ya es algo humanitario. Los venezolanos están o estamos tan mal que ahorita está sobreviviendo el más vivo, es como la ley del oeste.

La crisis de aquí no es nada comparada con la de allá,  quizás ustedes han vivido mejores años pero están súper bien. Y como un consejo, cuiden lo que tienen y valoren las cosas porque a veces malgastamos y botamos comida.