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Juntos y en familia

Un argentino, una colombiana y su hija llegaron a Unquillo en su moto con sidecar. Fueron recibidos por una familia unquillense, quienes los hospedaron durante varios días. Los “viajeros latinos” recorren el continente americano con un fin solidario y El Milenio comparte su historia a través de esta imperdible entrevista.

Colaboración: Milagros Ocanto, Agustina Gallego, Lara Rodríguez. 4°A IENM. Mariano Centeno, Martín Ahumada y Augusto Widmer. 4°A IMVA


Un matrimonio unquillense recibió en su casa a una familia viajera. Sí, lo leyeron bien; se trata de un argentino, Javier Gardiner (49) y una colombiana, Ilva Cárdenas Rúgeles (35), que junto a su pequeña hija, Geraldine (3), se encuentran recorriendo el continente americano en su motocicleta con sidecar.

Así es que durante unos días, la ciudad de los artistas fue el cobijo para los “viajeros latinos”, que así se hacen llamar. Pero la historia de fondo es aún más interesante, es que el clan viajero recibido por Mónica y Fernando, tiene un fin solidario que deja huellas en cada localidad que pisan.

A través de un diálogo imperdible con El Milenio, Javier e Ilva cuentan qué les pareció Unquillo, cómo hacen para sustentar los viajes, además de compartir los puntos necesarios para quienes deseen emprender un desafío de similares características.

Mamá tiempo completo y a través de todo el continente.

El Milenio: ¿Qué los motivó a iniciar este viaje?

Ilva Cárdenas: Nosotros llevamos 10 años de casados, y desde que estamos juntos viajamos siempre en moto. En este sentido, siempre nos dijimos que queríamos recorrer el mundo de alguna manera, pero obviamente en moto. Al nacer la nena, elegimos una moto con sidecar para poder transportarnos todos y recorrer juntos en familia.

Javier Gardiner: El sidecar es la única forma legal para llevar a un niño menor de 7 años en el mundo. Pero en Argentina, si bien la gente conoce que pasan extranjeros en sidecar, acá no se venden, no se fabrican, y no existe la homologación. Entonces, tuvimos que ir a un país donde sí existieran, como lo fue Colombia.

Nos fuimos allá, nos radicamos allá e hicimos eso, porque los niños menores de 7 años no podrían andar en moto, porque tienen que llegar con los pies a las estriberas para pisar. En Europa sí, porque una empresa de accesorios, inventó una silla en la cual los bebés asientan los pies, la homologó legalmente, y ahora se puede andar con niños de dos años.

El sidecar es la única forma legal para llevar a un niño menor de 7 años en el mundo.

EM: ¿Y viajan los tres en una sola moto?

JG: Sí. Hay una sola familia que lo hizo en Europa, y han recorrido todo el viejo continente en el 2008. Nosotros seríamos la segunda familia en salir a recorrer, pero la primer familia americana en hacer una travesía en moto con sidecar.

IC: La niña y yo vamos en el sidecar, y mi esposo va en la moto.

JG: Cuando lleguemos a dar la vuelta al mundo, seremos la única, por ahora somos la primera en recorrer Sudamérica.

“La niña y yo vamos en el sidecar, y mi esposo va en la moto”.

EM: ¿Cuándo empezó su viaje, desde dónde partieron y cuáles fueron los recorridos hasta el momento?

IC: El 4 de febrero de este año partimos de San Gil Santander, eso es en Colombia, y fuimos recorriendo desde ahí hasta salir de Colombia, más precisamente llegando a la frontera con Ecuador, recorrimos todo el país vecino hasta llegar a Perú, más tarde hicimos Bolivia y después entramos a la Argentina. Llevamos 8 meses de viaje.

EM: ¿Es la primera vez que llegan hasta acá?

JG: Sí, en lo que respecta al recorrido más grande que hicimos, pero conocemos Chile y la Patagonia, aunque lo hicimos en otras motos. Europa también, pero siempre sin niños.

EM: ¿Fue una decisión difícil emprender el viaje con su pequeña hija?

IC: Yo te digo en términos de mamá fue un poquito complicado al principio, porque no es lo mismo viajar nosotros dos solos, es decir dos adultos. Y con la niña era como volver a empezar, era como si fuera el primer viaje en mí vida. Entonces yo quería llevarle muchas cosas.

Si nos remontamos a nuestro primer viaje, nosotros llevábamos una moto chopera, con dos maletitas comunes a los lados. Con la nena yo llevaba muchas cosas. Y en el camino empecé a regalar. Y me volvió a mostrar el aprendizaje de los demás viajes. No necesitás esto ni lo otro.

Pero una como mamá quiere que no le falte nada, que no se vaya a enfermar. Entonces fui al pediatra y le dije ‘Mira, nosotros siempre hemos hecho esto y tenemos la decisión de seguir viajando. ¿Qué te parece?’. La revisa, siempre ha estado bien gracias a Dios, no se enferma casi nunca, y me dice ‘ella puede ir a la China’, sólo tienen que cuidarla y alimentarla bien. Así que ahí dijimos ‘Listo, salgamos ya, no paremos más’.

“Yo te digo en términos de mamá fue un poquito complicado al principio, porque no es lo mismo viajar nosotros dos solos, es decir dos adultos. Y con la niña era como volver a empezar, era como si fuera el primer viaje en mí vida. Entonces yo quería llevarle muchas cosas”.

EM: ¿Cómo se sustentan económicamente durante la travesía?

JG: Uno generalmente cuando va a hacer un viaje ahorra. En el caso nuestro, vendemos postales con la frase “Gracias por ser parte de nuestro sueño”. Entonces, en las gasolineras cuando vamos a cargar las ofrecemos, o si está lindo el clima paramos en las plazas y la gente viene, se saca fotos y la mayoría pregunta cómo nos pueden ayudar. Ahí les ofrecemos nuestras postales y si quieren pueden colaborar. Y con eso uno se paga el viaje, los gastos.

Pero guardamos plata para nuestra hija, porque estar viajando con una niña es otro miedo que uno tiene, que le pase algo y tengas que llevarla al médico de urgencia.

EM: ¿Alguna vez han tenido algún inconveniente que los haya obligado a ir hacia un centro de salud?

IC: Una alergia que le dio en el norte de Perú. No sabemos si fue el picante o algún marisco, porque había varias cosas en el plato, y era un restaurante muy costoso. Una noche empezó a levantar temperatura, pero gracias a Dios fue algo simple, le puede dar a cualquiera, y se manejó rápido. Aunque fueron cuatro días de fiebre, cuatro días de estar ahí pendiente y que no podías descuidarte en los horarios de la medicación.

EM: ¿Y ella cómo se porta durante el viaje?

IC: Ella lo disfruta.

Geraldine es una pequeña trotamundos…

EM: ¿Son muchas horas de viaje?

JG: Lo máximo que hemos viajado son tres horas a la mañana y cuatro a la tarde. Pero normalmente son de dos a cuatro horas por día. Por ejemplo, si viajamos hoy, mañana nos quedamos. Disfrutamos y hacemos trabajos solidarios.

Entonces, si estamos haciendo nuestras actividades solidarias nos quedamos. Por ejemplo, fuimos a un orfelinato y yo ayudé a hacer un galponcito de material y mi esposa, que es docente, ayudó a los chicos a repasar dictado y cuentas, porque en Perú hace dos meses que no tienen clase.

IC: Era multigrado, había niños de todo tipo e incluso había una nena con Síndrome de Down que estaba aprendiendo los números del uno al diez, así que tenías que concentrarte en que todo el mundo estuviera haciendo algo.

EM: ¿Y por qué nace esto de ayudar a los otros?

IC: Siempre nos ha gustado.

JG: Nosotros viajamos una vez hasta Chile, y llegamos de noche. Yo no podía llamar con el celular, y entonces un taxista se nos acercó a preguntarnos qué necesitábamos, ofreciéndonos su celular. Rarísimo, porque uno no está acostumbrado a esos actos. Además, como estaba lloviendo, nos ofrecieron quedarnos en su casa. Cuando nos despertamos no había nadie, dejándonos todas las indicaciones en la cocina. Después apareció el vecino a traernos queso que él hacía para vender ¡nos ofrecían de todo!

IC: Entonces decidimos que tenemos que devolver un poquito de todo lo que la vida nos está regalando, generando una cadena.

JG: Nos pasó también en el sur de Colombia, fuimos a la casa de una nena que no tenía ninguna ventana, estaban todos amontonados. Y les colocamos unas ventanas.

IC: También tuvimos la posibilidad de hacer un hornito de barro a una familia, fue en dos días, con materiales y todo. Se habían quedado sin trabajo y sabían hacer pan, les enseñamos a hacer masa de pizza casera, para que vendieran dos cosas. Después nos mandaron fotos de que hacían pescados, pollos y lo usaban para calentarse, porque en esa zona hace mucho frío.

“Decidimos que tenemos que devolver un poquito de todo lo que la vida nos está regalando, generando una cadena”.

EM: Cuando viajan ¿sienten esa discriminación o diferencia?

JG: En Bolivia sí. Hubo veces que no nos querían vender gasolina por el simple hecho de ser turistas. Entonces, lo que hacíamos era pedirle a un policía que nos comprara, y no solo que le vendían, sino que le vendían más barato. Muchas veces me sacaban fotos y ni siquiera me hablaban, o les hablás y te contestan de manera fría, pero si lográs entablar relación con ellos, te das cuenta que son muy cálidos y buena gente.


IC: Tienen frases como ‘Estos argentinos vienen a molestar y cuando nosotros vamos allá nos tienen de esclavos’.

EM: ¿Hasta dónde piensan llegar?

IC: La idea es llegar a Ushuaia y desde ahí subir hasta Uruguay, Paraguay y Brasil, después ir hacia Alaska para finalmente hacer todo América.

EM: ¿Qué les parece Unquillo en comparación a otras ciudades?

JG: Córdoba es hermoso y se nota que respetan el contacto del humano con el medio ambiente. Eso es lo que uno ve lindo cuando viene hacia esta provincia.

EM: ¿Qué es lo que más los deslumbró hasta el momento?

IC: La gente, si bien hay muchos paisajes y lugares hermosos, pero al lugar lo hace la gente.

Unquillo fue uno de los destinos de los “Viajeros Latinos”. Fotografía: Eduardo “Ninja” Parrau. 

EM: Ustedes hablan de la versatilidad: ¿Es difícil adaptarse?

IC: Constantemente estás adaptándote a todo, porque va a haber un lugar donde llegás y encontrás una familia como la de Mónica y Fernando, que están dispuestos a recibirte, y va a haber lugares donde por ahí es el dueño de la casa el que quiere recibirte y la mujer no.

En la vida cotidiana estás todo el tiempo dentro de la sociedad normal: arreglándote. En la moto, no podés estar tan bonito como te gusta o como querés.

JG: Hemos estado, tanto en palacios de una manzana, como en una casa de cuatro por tres. Pero a todas las disfrutamos por igual. Cuando salís de tu casa decís que nunca dormirías en el piso, y después, en el viaje, te das cuenta de que sos feliz en ese lugar. Empezás a valorar otras cosas.

IC: Estás enfrentando todo el tiempo nuevos climas, personas, lugares, nuevos aromas o nuevas comidas. Por esto, vas abriéndote y vas absorbiendo constantemente. O le das vuelta a la rosca y le ponés buena onda o te come la situación.

La familia viajera recomienda no viajar con prejuicios.

EM: ¿Qué les recomendarían a las personas que quieren viajar?

JG: Primero que no viajen con prejuicios; que viajen de día, porque en algunos países es peligroso, tanto por robos como por las bajas temperaturas.

IC: Que revisen todo antes de salir. Tienen que tener la moto en condiciones, llevar casco y una ropita de lluvia, porque la seguridad está ante todo. Salir por salir, también es irresponsabilidad.

JG: Siempre es aconsejable que viajen de a dos. Si los invitan desde Facebook, revisar que el perfil esté hace tiempo, por tu seguridad. Por el tema de salud existen algunos seguros para viajeros que les pueden servir.

IC: Hay que ser conscientes que después de las tres de la tarde no se viaja. La hidratación es importante. Por lo general, los motoqueros no toman mucha agua en el viaje, pero hay que llevarla para cuando paramos. Lo importante no es llegar, es llegar bien.

El cobijo unquillense

Por Unquillo. Mónica y Fernando fueron quienes invitaron, en la ciudad de los artistas, a los “viajeros latinos” en su paso por las Sierras Chicas.

EM: ¿Y ustedes cómo se enteraron de esta travesía?

Mónica Durán: En realidad fue mi marido, ellos tienen una página en Internet que se llama Latinos Viajeros, y como nosotros también andamos en moto, hacíamos muchos viajes antes de tener los chicos, y ahora nos movemos mucho por la provincia de Córdoba.

Casi todos los fines de semana salimos en moto, así que en algún momento queremos hacer también algún tipo de travesía como esta. Y él se interesó por ellos, porque viajan en familia, que es raro cuando se trata de este tipo de vehículos.

Fue así que los empezamos a seguir y estábamos muy atentos a su recorrido tras ingresar a la Argentina. Hasta que mi marido Fernando me dice: ‘Yo los invité, pero no sé si van a venir, porque tienen muchas invitaciones’. Y bueno, finalmente nos tocó recibirlos.

EM: ¿Ya han hospedado a viajeros del mundo?

MD: Sí, pero no que viajen en motocicleta. En realidad hospedamos a amigos relacionados con la náutica, y hay mucha gente viajando por el mundo en lo que respecta a esta disciplina. Por eso nos llama la atención todo lo que es “familias viajeras”, porque se trata de una gran aventura viajar en familia.

EM: ¿Qué aprendiste con esta experiencia?

MD: Aprendimos a compartir, por lo que en tan solo dos días nos tuvimos que poner las pilas, porque nos avisaron a último momento y como hacía mucho que no teníamos un bebé en casa, tuvimos que adaptarnos a las necesidades de la pequeña. Es  un placer su visita y creo que nos hemos ganado nuevos amigos.