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“Un recuerdo que aún perdura”

Ester María Nardón tiene 78 años. Junto a su esposo Miguel fundaron el Hotel Amaya en 1993.

Ester María Nardón tiene 78 años. Junto a su esposo Miguel fundaron el Hotel Amaya en 1993.

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 Por Gaspar Mengarelli y Nicolás Dacunte. 4°B IENM.

El Milenio: ¿De dónde es oriunda, usted?

Ester Nardón: Somos de Córdoba capital, vinimos a vivir a este pueblo en el año 72 y pusimos una despensa en el barrio Los Cigarrales C donde todavía tenemos la casa, aunque ahora vivimos en barrio Centro.

EM: ¿Cuál fue su oficio?

EN: Ahora, junto a mi esposo tenemos un hotel. El único hotel familiar que quedó en el pueblo, sacando el Hotel Eva Perón que pertenece a un sindicato.

EM: ¿Cómo se popularizó el hotel?

EN: Este hotel se popularizó por la misma gente de acá de Unquillo, porque es un pueblo chico y casi todos nos conocemos. Después de tantos años que estamos trabajando, la misma gente lo ha hecho conocido a través de otras personas que necesitaban un lugar donde parar.

EM: ¿En qué época del año se trabaja más?

EN: La época en la que más se trabaja es en meses de verano, para semana santa y en vacaciones de julio. Unquillo no es un lugar de turismo sino de paso, por eso la gente con la que más trabajamos son personas que pasan para hacer algún trámite o participar de una fiesta.

EM: ¿Considera que aportó usted a la historia de Unquillo?

EN: Primero, yo aporté a su historia con la despensa que tuve en barrio Los Cigarrales C, dándole más facilidad a la gente para poder comprar algo. Después de eso, con el hotel Amaya para dar albergue a la gente que viene para hacer un trámite o algún casamiento, para lo que sea porque no hay muchos lugares en Unquillo donde parar.

EM: ¿Tiene alguna anécdota que destacar sobre el hotel?

EN: Una anécdota linda que tenemos es que en los primeros años vino a quedarse un hombre de Francia que era campeón de equitación y se quedó un mes. No entendíamos el idioma, pero nos hicimos tan conocidos que logramos comunicarnos adecuadamente. Le presentamos a Gerardo López, un vecino nuestro, que también se hizo amigo de él y en más de una oportunidad comimos asados juntos o tocamos la guitarra. Es un recuerdo lindo que conservamos de esa persona.