El unquillense de 43 años, Hernán Armando Biasotto, más conocido como “La Pepa”, comenzó su vida en el fútbol como cualquier niño, con el sueño de llegar a ser un grande. Luego de muchos años de esfuerzos y sacrificios, logró cumplir sus objetivos, debutando en primera división y enfrentando todo lo que este hecho conlleva.
Por Sol Weth (6to IENM)
El Milenio: ¿A qué edad comenzó a jugar al fútbol en un club y cómo influyó en su vida cotidiana, estudios, amigos? ¿Cuándo debutó como profesional?
Hernán Biasotto: Yo empecé a jugar en un club a los 16 años, me gustaba mucho el fútbol, entonces decidí ir a probarme. Mi objetivo era jugar, como el de la mayoría de los chicos. Debuté a los 19 años en la primera división de Talleres. Mucho antes de mi debut, mi vida había cambiado un poco, porque tuve que dedicarle mucho tiempo al fútbol, es mucha responsabilidad. Con respecto a los amigos, hay que intentar no apartarlos, pero tenés que saber decidir qué es bueno y qué no lo es para tu vida como deportista.
“Tuve que dedicarle mucho tiempo al fútbol, es mucha responsabilidad”
EM: ¿Cómo era su vida diaria con respecto a los entrenamientos, dietas, concentraciones, viajes y pre-temporadas?
HB: La rutina se hizo un poco dura en la secundaria, porque cuando yo estaba en quinto año ya entrenaba y me iba a las 7 hs al colegio, salía al mediodía, comía algo y de Río Ceballos salía directo a Córdoba a entrenar, volvía a mi casa alrededor de las 20 hs. Esta rutina era 3 o 4 veces por semana; se hacía bastante duro.
En cuanto a la comida, cuando uno es joven no es un gran problema, a medida que vas creciendo es cuando tenés que cuidar un poco más el físico, en cada club hay un nutricionista y no todos los jugadores tienen la misma dieta.
EM: ¿Se puede decir entonces que un deportista profesional trabaja las 24 hs?
HB: Si, totalmente de acuerdo, un jugador profesional debe cuidarse las 24 hs del día y los 365 días del año. Es algo duro, porque no hay que tirar por la borda todo el esfuerzo. Hay que ser profesional, no es tan duro como parece.
“Un jugador profesional debe cuidarse las 24 hs del día y los 365 días del año”
EM: ¿Cuáles fueron los principales clubes donde jugó y qué momentos le quedan de cada uno de ellos?
HB: Jugué en talleres, en Atlético de Tucumán, Quilmes, Gimnasia de Jujuy, Barcelona de Ecuador e Instituto. Tengo muchos recuerdos de todos, en Talleres por ejemplo viví momentos muy duros, por que el club estaba muy mal, pero rescato mucho el compañerismo para tratar de salir adelante. En Instituto, el año que estuve ascendimos y creo que fue el último ascenso que tuvo. En Barcelona de Ecuador me tocó jugar la copa Sudamericana y hacer un gol contra Alianza de Lima en Perú, un instante único. Uno siempre rescata momentos de cada club por el que pasó y que son inolvidables.
EM: Es un confeso hincha de Talleres… ¿Tuvo un sabor especial jugar en su club y encima lograr aquel ascenso?
HB: Sí, la verdad que jugar en el club donde uno fue hincha siempre, es mucho más importante, yo siempre fui hincha de Talleres, me tocó ir a entrenar y debutar ahí, lograr un ascenso y la verdad que fue muy lindo, tiene un sabor distinto. Pero, como dije anteriormente, en todos lados hay buenos recuerdos.
“Jugar en el club que uno es hincha siempre es mucho más importante”
EM: Yéndonos un poco a la vida privada mientras jugaba ¿Cómo vivió el nacimiento de sus hijos? ¿Cree que se perdió algún acontecimiento especial?
HB: Bueno, cuando mi hijo mayor Mateo nació acá en Córdoba, yo estaba en Buenos Aires, jugábamos a la tarde contra Argentino Juniors y él nació a la mañana, me enteré que había nacido porque me avisaron por teléfono. Me acuerdo que nuestro 5 era Cabrera y ese día ganamos por su gol, que se lo dedicó a Mateo. En cuanto a mi hija Catalina, nació en Quilmes y yo sí estaba, la vi nacer, fue un momento único, increíble. Pero bueno, tiene esas cosas el ser profesional, tenés que saber que se pueden perder o no esos momentos, que dependen de tus partidos o entrenamientos y a pesar de que las alegrías son muchas más que las tristezas, hay momentos importantes que se pierden.
EM: ¿Qué sintió cuando se retiró? ¿Le costó habituarse? ¿Qué es lo que más extraña y lo que menos extraña del fútbol profesional?
HB: Bueno, en realidad sí me costó, como un año, me retiré y estuve medio deprimido porque es un cambio muy duro. Por suerte yo tengo una ferretería, invertí algo ahí, pensé que mi futuro iba a ser ese y bueno, me distraje un poco con esto que es el negocio. Lo que más extraño es el vestuario, el compañerismo, vernos antes para tomar mates por ejemplo, lo que menos extraño sin dudas son las pre-temporadas, me costaban muchísimo.
EM: ¿Sigue ligado al fútbol en la actualidad?
HB: Sigo jugando con amigos, hace más o menos 3 años en Córdoba estuve un poco ligado, porque hicimos una fundación de exjugadores para ayudar a los jugadores que estaban con problemas económicos, esa fundación creo que sigue. En lo futbolístico, lo único que me gusta es jugar con amigos.
EM: Casi todos los niños y jóvenes a los que les gusta un deporte sueñan con ser famosos o llegar a jugar en primera ¿Qué consejos le daría al respecto?
HB: Bueno, creo que mi consejo principal es la perseverancia, es querer, trabajo, dedicación, profesionalismo. Hay que soñarlo y cumplirlo, no hay nada mágico, todo se aprende y todo es trabajo.