Comienzan las inscripciones en las colegios, y en muchas instituciones de la región no hay vacantes. Existen largas listas de espera para el ingreso de nuevos alumnos en todos los niveles escolares. La matriculación, al igual que las cuotas, no deja de subir.

María Emilia Soria | emiliasoria@elmilenio.info
Colaboración: Milagros Jerez y Juan Sol Agüero Yadanza (4° IENM). Agustina Sticca y Gerónimo Montanari (4° IMVA)
Como todos los finales de año, llega la misma preocupación a gran parte de los hogares de las Sierras Chicas: conseguir bancas en algún colegio para los hijos.
Esta no es sólo una preocupación en la región, sino además, una problemática que se repite año tras año, puesto que no hay vacantes ni cupos suficientes para congregar la cantidad de jóvenes en edad escolar, tanto en instituciones educativas públicas como privadas.
El vertiginoso crecimiento demográfico de la zona deja desabastecidos de vacantes a los colegios y limita las elecciones de los padres sobre los mismos. Así, la posibilidad de que los hijos ingresen en la escuela seleccionada queda librada al azar, ya que obedece a un sorteo o a la baja de algún estudiante que deja libre su lugar.
La demanda de cupos crece año tras año en los niveles primario y secundario de las instituciones públicas, obligando a los directivos de los establecimientos a abrir listas de espera, ya que la prioridad de ingreso se define en función de la zona de residencia de los estudiantes.
El nivel inicial – jardincito- tampoco es la excepción. Esta etapa escolar sufre una avalancha de solicitudes de bancos igual y quizás mayor a los niveles superiores, porque en la mayoría de los casos los padres de los estudiantes se garantizan los lugares en los siguientes años, ya que las instituciones dan prioridad a los alumnos que continúan en el establecimiento.
Asimismo, los futuros alumnos que tengan hermanos mayores dentro del establecimiento educativo tienen prioridad a la hora de asegurarse un lugar. Luego, se reservan los derechos a quienes sean allegados a la institución, tanto trabajadores educativos como ex alumnos.
Por otra parte, según un relevamiento realizado por el Sindicato Argentino de Docente Privados (Sadop), en Sierras Chicas la mitad de los aspirantes a una sala de 4 años se queda en lista de espera. Esto denota que no hay capacidad de contención por parte de los colegios frente a la cantidad de niños que requieren del inicio de la educación obligatoria.
En esta línea, también se suma la demanda de las salas de 3 años. Si bien esta etapa educativa no está vigente dentro del régimen de educación obligatorio, las solicitudes de cupos aumentan, tanto para escolarizar a los niños desde temprana edad, como también garantizar la vacante en los siguientes años.
Un dato a tener en cuenta en este punto es que la mayoría de las instituciones que ofrecen nivel inicial no cuentan con sala para niños de 3 años; son algunos escasos colegios que lo brindan, y en tales casos, los cupos son extremadamente limitados, entre 15 y 20 alumnos.
Lo irónico es que mientras la demanda aumenta, la apertura de instituciones educativas también crece, pero aun así, continúan los problemas que año tras año se repiten en estos meses.
Precios inflados.
En 2015, los costos de las matrículas sufrieron la misma inflación que refleja el país, es decir aumentaron igual que todos los servicios públicos y la canasta familiar.
En las instituciones privadas, las cuotas mensuales prácticamente se duplicaron, y esto también implicó que las inscripciones aumentaran paralelamente. Y para el año 2016 se espera un nuevo ajuste.
Los valores varían de acuerdo a los niveles educativos, como también a la institución. En escuelas privadas, el nivel inicial, que comprende pre jardín y jardín de infantes, donde los alumnos asisten desde los 3 a los 5 años, el costo oscila entre los 1500 y 4000 pesos.
En el nivel primario, las matriculas cuestan entre los 1500 y 5500 pesos. Y el secundario tiene un costo aún mayor, ya que el precio varía entre los 2000 y 6500 pesos.
Por su parte, los institutos públicos cuentan con una cooperadora, que es la que regula la colaboración de parte del alumnado y destina lo recaudado al mantenimiento del establecimiento.
Estas cooperadoras plantean una contribución mínima, pero no obligatoria. Es decir, aquellos alumnos que puedan colaborar económicamente con la escuela, podrán hacerlo en cuotas a lo largo del año. Pero esto no es un requisito indispensable para la continuación del estudiante dentro del establecimiento, ni tampoco un condicionamiento para una futura inscripción, cuestión que sí se torna un requisito indispensable en los colegios privados.
Las instituciones privadas cuentan con un arancel de pago obligatorio por parte de los alumnos, y en caso de no efectuarse, el colegio tiene el poder de decidir si mantiene al alumno en el cursado del año lectivo, y si renueva su asistencia el año siguiente.
Cabe aclarar que los establecimientos educativos privados, que también están regulados por el Ministerio de Educación de la provincia de Córdoba, establecen una relación contractual con los alumnos, en el que se designan derechos y obligaciones a respetar por ambas partes.