Por Natalia Boffelli – Lic en Psicopedagogía- MP 13-1567.
La lectura es uno de los objetivos primordiales y de importancia para la educación en cualquiera de los niveles educativos en que una persona se encuentre y lo es durante toda su vida. Fomentar entornos de lectura desde el ámbito familiar, ver que otros seres queridos leen y les leen desde muy pequeños, genera que los niños se acostumbren a imitar diferentes formas de acceder a la cultura letrada y así a los aprendizajes-conocimientos.
Los niños aprenden la importancia que tiene leer cuando en su entorno inmediato observa que la escritura y la lectura dice o significa algo importante que decir, que comunica y que es necesario para las personas… así observan y aprenden desde como se toman los libros, leen sin saber leer, guiándose por los dibujos e inventando grandes historias, visualizan para que sirven las listas de cocina de mamá o las tarjetas de cumpleaños de los hermanos, boletas que llegan a casa… transitando diferentes instancias de construcción de este aprendizaje.
Además, aumenta nuestra cultura y deja crecer la acción interactiva entre textos y lector y no deja entrar la pasividad. Es necesario fomentar nuestra costumbre por la lectura día a día, ya que por medio de esta accederemos además a poseer buena escritura, y por ende a expresar mejor nuestras ideas, proyectos, pensamientos y argumentos a la hora de manifestar nuestras inquietudes.
Se sabe que los países más desarrollados cuentan con los índices más altos de lectura y, entonces, la riqueza de esas sociedades se configura desde un elevado umbral cultural. Por otra parte, la costumbre de acercarse a los libros, de vivenciar ferias de libros escolares, bibliotecas fijas o ambulantes, maratones de lectura entre otros, es inculcada a los niños desde pequeños, integrando el mundo de las letras a la vida cotidiana.
La variedad de tipos de texto que se les presente desde pequeños le dará significatividad a la misma desde textos literarios, escolares hasta guías telefónicas. En la actualidad no deberían existir analfabetos absolutos, que son aquellos que se les considera no saben leer ni escribir, ni analfabetos funcionales, que son aquellos que pese a haber habiendo aprendido a leer y escribir no pueden utilizarlo de forma autónoma.
Desde la educación primaria, como objetivo primordial se espera que los alumnos puedan leer textos adecuados a su edad, de forma autónoma y utilizar recursos para afrontar obstáculos de esta tarea, se espera a su vez que tengan preferencias de lectura y que puedan opinar de lo leído.
Sobre la base de esa premisa, es de suma importancia fomentar en los niños el hacer de la lectura un hábito, ya que significará que en el futuro nos encontremos con personas más conocedoras de las distintas realidades y conocimientos, capaces de actuar en el mundo y de acceder a diversidad de culturas mientras también crean cultura o la transforman.
Es por ello que se hace necesario no solo el entregar a partir de la enseñanza aprendizaje, las herramientas para acceder a la lectura, sino también que los docentes les acerquen experiencias variadas de lectura en las cuales pueda cubrir diversos objetivos de lectura como lo es la lectura por placer, leer para extraer información precisa, para seguir instrucciones, para tener ideas generales sobre algún tema, leer para aprender a través de textos escolares o expositivos, leer en vos alta o para uno mismo, entre otros.
Motivar a leer, generar gusto por la lectura, dar significatividad a la misma es un desafío educativo que debe ser acompañado por los entornos familiares en diferentes etapas de escolaridad y sostenerse con el tiempo.