Desde Villa Allende, Roxana Carabajal reafirma su faceta como compositora talentosa y comprometida. Con 41 años, la artista recordó su infancia en La Banda y confesó que siempre quiso vivir en las Sierras.

Por Lucía Argüello,
Desde la primera vez que se subió a cantar a un escenario, a los 9 años, Roxana Carabajal no ha perdido ni un minuto de su vida. Después de peregrinar muchos años entre Santiago del Estero, Buenos Aires y las distintas provincias por donde la han llevado los festivales, finalmente la cantante ha elegido a las Sierras Chicas como su lugar para vivir junto a su esposo y sus tres hijos.
Hoy se encuentra editando su sexto disco, “Soy”, que se presenta oficialmente el próximo viernes en el Teatro Real. En él reafirma su talento como compositora, cultivando su singularidad y, a la vez, continuando la tradición de su histórica familia. Un trabajo discográfico que da cuenta de una nueva etapa en su vida, la cual se rebela plena y luminosa como ella misma.
“Hace años que soñaba con venirme a vivir acá. Córdoba es la provincia donde más he venido a cantar porque están la gran mayoría de los festivales folclóricos. Y yo ya vivía enamorada de este lugar, cada vez que venía no me quería ir”, comentó Roxana con su voz alegre y su acento santiagueño, arrastrando las “r” como no podía ser de otra forma.
Tanto es así que el corte de su último disco, “Por los caminos”, es un tema de inconfundible aire serrano y que de hecho nació en una visita a la casa de Raly Barrionuevo.
De intérprete a compositora
A los 17 años Roxana se unió al proyecto musical de su tío Peteco, pero después de ganar el premio Consagración Cosquín en 1999; se lanzó como solista. Pronto empezó a componer sus propias canciones y pudo saldar aquello que ya sentía como una “deuda pendiente”.
“A mí las canciones me salen mayormente a partir de dolores, de sufrimientos o de las cosas malas que pasan en la vida. La primera canción que hice está dedicada a Olga Villalba, madre de Patricia, la joven muerta en el doble asesinato de La Dársena. Es una canción que salió a partir del dolor, de ver el sufrimiento de esta madre, el desamparo y la impotencia”, comentó.
Sin embargo, hoy Roxana se encuentra en una nueva etapa de su vida y eso se ve reflejado en las canciones de “Soy”, donde ya incluye ocho temas propios que hablan “del renacer, la esperanza, el futuro, las cosas lindas de la vida”. “A medida que fui cerrando historias que no me hacían bien empezaron a nacer canciones más alegres”, explicó la cantante.
Sencilla y natural, Roxana confiesa que le cuesta ponerle nombre a los discos, pero reconoce que es una tarea necesaria. “’Soy’ es una palabra muy amplia y de autodefinición, me autodefino con lo que soy: soy un poco mi familia, soy un poco mis raíces, soy un poco de mi tierra, soy un poco de lo que canto, o mucho; soy madre, soy mujer, soy chacarera, soy santiagueña”, señaló con alegría.
“Me voy autodefiniendo en la composición, porque voy mostrando qué es lo que soy. Antes era intérprete entonces mostraba canciones de otros, lo que eran otros, ahora muestro lo que soy yo”, concluyó.
La canción como compromiso
A pesar del luminoso presente que está viviendo, Roxana no se olvida de lo que ocurre a su alrededor. Recién llegada a Unquillo, la muerte de Gabriel Torres durante los corsos del año pasado fue un hecho que la golpeó de cerca.
“Algo te dice en ese momento que Gabriel podría haber sido tu hijo. Es algo que te afecta ahí instantáneamente. Yo me pongo en ese lugar siendo madre y no me lo quiero ni imaginar. Y creo que un poco para mitigar ese dolor, para revertirlo uno lo convierte en una canción esperanzadora, aunque lamentablemente siguen pasando cosas tristes”, señaló Roxana refiriéndose a “Soñemos unidos”, la chacarera que dedicó al joven en su último disco.
“Yo creo que es un compromiso que debemos tener todos los que la posibilidad de estar en un lugar tan sagrado y tan importante como un escenario. No sabemos si realmente una canción puede cambiar las historias tristes de este mundo, pero al menos que sea un granito de arena para construir algo mejor”, concluyó la artista.
Del tiempo de mi niñez
Roxana Carabajal nació en Buenos Aires el 21 de junio de 1973, pero fue criada por su abuelo, Carlos Carabajal, y su bisabuela, María Luisa en La Banda, Santiago del Estero. Con sólo 9 años, su “papi” (Carlos) no dudó en subirla al escenario para cantar “Escondido de la Alabanza”, dando el puntapié inicial de lo que sería una prolífica carrera.
“Yo creo que a la gente le ha gustado muchísimo porque no afinaba nada, gritaba nomás, pero cantaba con pasión. Al día de hoy me sigo poniendo igual de nerviosa antes de subir a un escenario, pero cuando se me pasa lo disfruto y canto con todo mi amor”, recordó entre risas la exponente femenina del clan Carabajal.
Así fue creciendo en aquel legendario patio de La Banda, donde sus tíos la despertaban “con la guitarra sonando y la pava en el fuego”, mientras Doña Zita, la abuela de los Carabajal, limpiaba el patio de tierra, regando y silbando. “Siempre nos contaba chistes, nos hacía felices más allá de la humildad en la que vivíamos”, contó la cantante.
“Decir Carabajal es decir puertas abiertas. A mí me toca vivir la parte más linda, porque todo lo que han sembrado mis mayores hoy lo empiezo a cosechar: la amistad, la hermandad, la entrega, el buen deseo, el saber que a la gente le encanta escuchar una chacarera y que yo se la pueda dar como un regalito de amor es algo fascinante”, reflexionó.