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El arte a través del lente

De arquitecto a fotógrafo y de guatemalteco a argentino, Luis González Palma es actualmente uno de los artistas más reconocidos en Latinoamérica. Desde su casa en Cabana y con su inconfundible acento centroamericano, González Palma cuenta a El Milenio de qué se trata su peculiar arte y reflexiona sobre el poder de la imagen.

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Indudablemente, Unquillo es tierra de grandes artistas. Algunos nativos y otros importados, como Luis González Palma, guatemalteco de nacimiento pero argentino por elección. Cuando le preguntan por qué decidió venir a este país, González Palma responde simplemente: “porque me enamoré de una argentina”. Graciela de Oliveira, arquitecta y artista oriunda de Misiones, fue la responsable del traslado.

Actualmente ambos viven en Cabana, donde González Palma continúa su trayectoria como fotógrafo de renombre. Su obra ha recorrido el mundo, desde Corea hasta Estados Unidos, y ha formado parte de reconocidas exposiciones.

"Lo más importante de la imagen no está en la imagen, pero se asoma. Si a alguien le interesa una imagen, es porque se reconoce en ella", explicó González Palma.
“Lo más importante de la imagen no está en la imagen, pero se asoma. Si a alguien le interesa una imagen, es porque se reconoce en ella”, explicó González Palma. Foto Lucía Argüello/ El Milenio.

Yo empecé con la fotografía de casualidad, aunque siempre quise dedicarme al arte”, contó González Palma a El Milenio. “Una amiga se había comprado una cámara y yo se la pedí prestada para probar qué onda. Al ver el resultado me gustó mucho; me pareció que había sido una experiencia fascinante y así fue como empecé”, comentó el artista que incluso abandonó su tesis de arquitectura después de comprarse su primera cámara, una Pentax LX.

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Foto Lucía Argüello/ El Milenio.

“Venir a Argentina representó un cambio radical para mí, sobre todo a nivel formal, pasé de los retratos a otro tipo de imágenes. Pero en esencia siempre hablo de lo mismo: del vacío, el desencuentro, el dolor, la soledad, el desamor, el miedo, la complejidad de las relaciones”, señaló el artista. “Yo nací en Guatemala en el 57, un país totalmente fracturado, convulsionado, complejo, contradictorio. La forma en que yo veo el mundo está influida por la Guatemala que yo viví”, reflexionó.

Fotopintura

El interés por la pintura queda patente en las obras de González Palma, que más que fotografías convencionales parecen cuadros. “Posiblemente me dedico a la fotografía porque soy un pintor frustrado”, señaló el artista entre risas.

Miradas profundas, rostros morenos, habitaciones vacías, objetos y símbolos, todo en tonos sepia; atravesados por líneas y figuras geométricas de colores puros; son algunos de los elementos que componen el trabajo de González Palma, una perfecta mixtura entre pintura y fotografía.

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“Hay algo que falta en la fotografía y es una cierta gestualidad, porque en definitiva es todo a través de una máquina. Por eso mis fotos están trabajadas y manipuladas para que no sean simplemente una imagen fotográfica, sino que estén cargadas de huellas y de gestos. Siempre trato de acercarme a la pintura”, explicó González Palma.

Mi gran inspiración es la pintura y la escultura barroca. Mis museos fueron las iglesias guatemaltecas que recorría de niño. Ese mundo místico, oscuro, silencioso y misterioso ha generado todas las imágenes que he hecho a lo largo de mi vida”, señaló el artista al reflexionar sobre sus influencias.

El abrazo invisible

“A mí no me interesa la fotografía. Lo que realmente me interesa es la imagen y cómo uno se relaciona con ella a través de la mirada. Y la imagen me interesa justamente por lo que no muestra, por lo que oculta, que es en definitiva lo esencial. La imagen le exige a la persona un ejercicio imaginativo para relacionarse con ella”, explicó González Palma.

Para el artista guatemalteco, su trabajo es un trabajo lírico e introspectivo. “Uno busca que la gente reflexione sobre sí misma y a la vez es un ejercicio en el cual yo reflexiono sobre mi mundo interno, mis anhelos y mis miedos. Mis fotografías nacen de vacíos, de una falta esencial que trato de llenar”, reflexionó.

Podría hacer mis fotos y guardarlas pero hay un deseo de compartir mi mirada, de buscar en el otro una especie de empatía, como una suerte de abrazo invisible, el sentir que no estás tan solo. La mirada es una forma de abrazo también“, concluyó el fotógrafo.