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Paintball: estrategia y diversión

El paintball se ha consolidado como una opción que combina desafío y disfrute en un contexto de camaradería y competencia amistosa. Entre la decena de campos que hay en Córdoba, PaintWar se destaca por su entorno único, que ofrece escenarios diversos y distintas modalidades de juego. Con casi tres décadas en el rubro, Gustavo Bianciotto nos cuenta de qué se trata y cómo comenzó este singular emprendimiento que hoy lleva más 12 años funcionando en Unquillo.

Redacción: Alejandra Boldo. elmilenio@periodico.info Participaron: Augusto Nalbandian y Santino Vélez (4to IENM). Joaquín Reyna y Jano Conti (4to IMVA).


Desde su nacimiento, a mediados de la década del ‘80 en Estados Unidos, el paintball supo reunir a una gran legión de aficionados. En Argentina desembarcó a fines de la década del ‘90. Al principio eran juegos entre amigos, en terrenos que no estaban específicamente destinados a dicha actividad. Poco a poco fueron surgiendo emprendimientos especializados, lo que permitió que el deporte creciera y se popularizara. En Córdoba, uno de los pioneros del paintball es Gustavo Bianciotto (50), propietario de PaintWar, en Unquillo. 

Sus primeros pasos los dio jugando en Buenos Aires, en 1995, y tras enamorarse del deporte decidió traerlo a Córdoba. “Con unos amigos empezamos a soñar y a preguntarnos cómo sería conseguir las armas y dónde instalarnos. Al principio jugábamos con unas marcadoras que disparaban bolitas de plástico, pero luego de tres años logramos comprar las de paintball a un campo de Villa Carlos Paz que había cerrado. Así surgió PaintWar, en 1998”, cuenta Gustavo.

Para el vecino de Sierras Chicas, empezar el emprendimiento como jugador le permitió conocer a fondo la actividad. De ahí surgen los más de 28 años de experiencia de este emprendedor que, al día de hoy, conoce el negocio en toda su extensión. “Sé cómo piensa un jugador”, afirma. 

A lo largo de dos décadas de vida, PaintWar fue evolucionando. Cambió varias veces de ubicación en busca de entornos ideales para este deporte, que necesita de escenarios amplios, entre artificiales y naturales, y mientras más intrincados mejor. La primera locación fue en Vertientes de la Granja, pasó por Villa Animí y Agua de Oro, llegando incluso hasta Córdoba capital, para finalmente desembarcar en Unquillo, donde funciona hace más de 12 años. 


Diversión para todos los gustos 

Existen varias modalidades de paintball, aunque las más populares son dos. El recball, donde el juego se desarrolla en bosque o edificaciones abandonadas, y el speedball, una disciplina altamente competitiva que tiene sus propios torneos internacionales y una liga nacional. Se juega en una cancha simétrica con obstáculos inflables dispuestos en forma espejada de ambos lados. 

En PaintWar el modo de juego es el redball. “Se trata de un paintball relacional, para divertirse, jugar, estar un rato con amigos o familiares. Por eso el lugar en el que estoy es espectacular, porque es una fábrica abandonada”, explica Gustavo. En ese sentido, destaca que el principal diferencial de su emprendimiento es precisamente el entorno, unas viejas canteras que ofrecen muchos escenarios en un mismo lugar, desde monte hasta estructuras edificadas.

Adentrarse en esta aventura es muy sencillo. Primero hay que reunir un grupo de personas, lo ideal es entre 10 y 12. En PaintWar, los jugadores no necesitan experiencia previa. En el lugar se proporciona todo el equipo necesario, incluyendo la marcadora, que es la pistola a gas o aire comprimido, las pequeñas bolas de pintura y la máscara protectora, un elemento de seguridad obligatorio que cubre completamente el rostro y los ojos.


Una vez equipados, los jugadores se adentran en el campo, un terreno extenso y variado que Gustavo utiliza al máximo para crear una experiencia de juego inmersiva y emocionante. Los juegos se organizan en base a distintos objetivos, como capturar una bandera, proteger un área o buscar y transportar una “bomba” al lado opuesto del campo. 

Esta variedad de misiones garantiza una experiencia dinámica y llena de desafíos. A medida que los juegos avanzan se van acumulando puntos, y al cabo de dos o tres horas (lo que dura la experiencia), un equipo se alza como ganador. 

La seguridad es una prioridad en Paintwar. Las reglas son claras y se enfatiza el uso adecuado del equipo de protección. Aunque las bolitas de pintura pueden causar un impacto más o menos fuerte según la distancia del tiro, no es un dolor insoportable y forma parte de la emoción del juego.

Aunque se percibe al paintball como un deporte arriesgado, para Gustavo la aplicación rigurosa de las normas de seguridad derriba esa imagen. “En Estados Unidos, donde el paintball es especialmente popular, sólo el 0,31% de las personas involucradas sufren algún tipo de accidente, lo que equivale a 31 casos por cada 1.000 jugadores. Esta cifra, en comparación con otros deportes, demuestra que el paintball es bastante seguro”, revela.


Lo que hay que saber

El paintball se juega con dos equipos y existen diferentes modalidades, aunque siempre la estrategia es clave para ganar el juego. Los equipos deben trabajar juntos, comunicarse y planificar tácticas para superar a sus enemigos.

Para jugar solo se necesita máscara, marcadora y bolitas de pintura, elementos que se entregan en cualquier campo de práctica, aunque algunas personas compran su propio equipo. 

Respetando las normas de seguridad, el paintball es un deporte muy seguro, afirma Gustavo.

Es una práctica lúdica y deportiva abierta, así que solo es necesario formar un grupo de amigos y visitar el campo más cercano. Para una experiencia completa se recomienda un grupo de al menos 12 personas, lo que reduce los costos individuales. 

Esta actividad atrae a grandes y chicos que buscan un espacio de recreación para divertirse. El público de PaintWar, es diverso, desde aficionados a los videojuegos hasta familias enteras. En Argentina es considerado un deporte, pero son más los adeptos que encuentran un espacio para jugar y entretenerse.