- Por Camilo Bajo (4to IMVA). periodico@elmilenio.info
- Edición: Lucía Argüello.
Cristina Bajo es una figura que ya casi no necesita presentación. Nacida en la ciudad de Córdoba el 17 de junio de 1937, pasó su infancia y adolescencia en Cabana, “su lugar en el mundo”. Desde el principio, la palabra ocupó un lugar fundamental en su devenir, pero tuvo que pasar por muchos trabajos y actividades para finalmente reconocer que la escritura era (y siempre había sido) su llamado a ser en la vida.
Así, “de grande”, se lanzó a publicar libros. El éxito no se hizo esperar mucho y fue rotundo. Con la Saga de los Osorio, su obra más amplia, una escritora del interior llevó la literatura cordobesa a las grandes librerías de Buenos Aires y todo el país, trascendiendo incluso las fronteras argentinas para ser traducida en todo el mundo.
Entrevistada en varias ocasiones por este medio, hoy El Milenio vuelve a dialogar con Cristina a través de su sobrino nieto, Camilo, quien compartió una charla más que amena con la escritora, entre galletitas, infusiones, libros y la ternura infinita que distingue a esta “gran dama de la literatura argentina”, como alguna vez fue bautizada.
“Ya es mayor el tiempo que he vivido en la ciudad que el que pasé en Unquillo, pero dicen que hay un lugar en el mundo que es de uno, y para mí sin dudas es Cabana”
Cristina Bajo

El Milenio: Hola Cristina, un placer habernos reunido hoy en tu casa para esta entrevista. ¿Querés que arranquemos?
Cristina Bajo: Me parece muy bien, estoy encantada de que me hagan esta entrevista.
EM: Para empezar, me gustaría saber sobre tu relación con Cabana. ¿Cómo fue tu infancia allá y cómo influyó esto en tu carrera?
CB: Mi infancia en Cabana fue realmente maravillosa. El tiempo en la ciudad también, porque no vivíamos en el centro, sino en un lugar cerca del Río Primero (Suquía) donde había sauces y un puentecito. Parecía rural, a pesar de que era barrio General Paz.
Pero cuando llegamos a Cabana, ver las montañas, el río, las mojarras, pájaros raros, impresionantes, extraños. Ver las víboras por primera vez. Fue una cosa maravillosa. Fue como descubrir un mundo nuevo. Y yo creo que eso me marcó para toda la vida.
Ya es mayor el tiempo que he vivido en la ciudad que el que pasé en Cabana (que fueron nada más que veinte años), pero para mí es como mi lugar de origen. Yo me siento identificada con Cabana. Dicen que hay un lugar en el mundo que es de uno, y para mí sin dudas es Cabana.

EM: ¿Y cuándo empezaste a relacionarte con el mundo de la escritura?
CB: Creo que primero empecé a relacionarme con el mundo de la lectura. Me gustaban mucho los cuentos que nos contaba o nos leía mi mamá. Yo tuve la suerte de que mi padrino de bautismo era dueño de una enorme librería de Córdoba. Desde que nací me regaló libros y así formó mi biblioteca junto con mis padres. Yo aprendí a leer antes de ir al colegio. Me gustaban tanto los libros que, no te puedo explicar cómo, pero ya sabía leer cuando fui a la escuela, las monjas estaban sorprendidas.
A mí me preguntaban “¿Cuál es el juguete que primero recuerda?” y los “juguetes” que primero recuerdo son los libros, libros maravillosos que me regalaba mi padrino o que me compraban mis padres. Sobre todo, libros de hadas. Tengo 85 años y todavía si veo algún hermoso libro de hadas o de cuentos infantiles muy bien ilustrado, lo compro, porque a pesar de que leo a los grandes escritores del momento o del pasado, los cuentos infantiles me siguen atrayendo terriblemente.
EM: ¿Cómo fue el acompañamiento de tu familia en tu vida como escritora?
CM: Te respondo con una historia. Una vez llegó una gente muy importante a Cabana para hacer unos tratos sobre una compra de tierras. La cuestión es que me acuerdo que mamá nos presentó así a este señor: “Acá está Eugenia, que toca mucho el piano y toca muy bien, acá está Carozo, que le gustan mucho las actividades físicas, anda muy bien a caballo… y acá está Cristina, que va a ser escritora”. ¡Con eso te digo todo!

EM: ¿Cómo comenzaste a publicar tus primeros escritos?
CB: Creo que las primeras publicaciones fueron en el marco de concursos. Gané uno o dos concursos literarios, hubo algunos que los gané escribiendo para otra persona, porque yo no me quise presentar. Me acuerdo que una amiga mía, compañera de escuela, quería presentarse, pero no escribía tan bien como yo, entonces me pidió que le hiciera un cuento. Fue el primer premio que gané, lo ganó ella con su nombre, pero lo escribí yo.
Después mandé otro con un seudónimo, varios años después, y me lo editaron en una revista llamada Juvenilia, que salía en Buenos Aires, pero llegaba a todos los colegios de monjas, así que posiblemente fuera de la congregación religiosa. Ahí hubo un concurso de cuentos también. No sólo gané el premio y me editaron el cuento, sino que me pidieron más.
Así empecé a aventurarme y atreverme a más. Cuando tenía unos 17 o 18 años, empecé a escribir las primeras novelas. En este sentido, lo normal suele ser que uno hable sobre su entorno o cultura, pero yo estaba escribiendo novelas de cowboy, nada que ver, era lo que me gustaba y fue lo primero que empecé a escribir.
“A quienes quieren ser escritores les aconsejo que escriban todos los días algo y que lean buenas lecturas, porque lo que vos lees configura la forma en que vas a escribir después”
Cristina Bajo
EM: ¿Cómo es el proceso de pensar y escribir un nuevo libro o novela para vos?
CB: A mí me empieza con una leve idea de que quiero hacer algo, casi todos los libros los he escrito así, tengo una idea general de cuáles son los personajes que quiero poner, es como que me aparecen los personajes (generalmente ya con nombres), por lo menos los principales.
Sé más o menos qué quiero para el primer capítulo y tengo una idea de qué quiero para el último, lo que pasa al medio no tengo ni idea. Todo lo voy formando a medida que se vaya desarrollando el nudo que quise darle a la historia.
Es una especie de recreación a medida que vas creando, no te lo puedo explicar, porque es muy instintivo, quizá no todo el mundo trabaje así. Yo creo que cada escritor tiene como una especie de llave, como una clave, y dentro de esa clave sabe desarrollar lo que quiere, su idea.

EM: ¿Qué opinas sobre la tecnología al servicio de la lectura?
CB: Para un cumpleaños mío, hará unos tres o cuatro años, me regalaron un ebook… ¡y estoy tan fascinada! Desde el vamos, a mí me suelen gustar libros que tienen muchas páginas. ¿Sabés lo que es sostener en la cama un libro de 700 páginas? Aparte son libros caros, porque el libro no sólo te lo cobran por la fama del autor sino también por el peso en papel (y el papel hace rato que está muy caro). Entonces, ¿qué hago yo? Lo bajo en el Kindle.
Además, el Kindle tiene una cosa muy buena: el fondo es gris opaco, no te lastima la vista, y le puedo poner el tipo de letra y tamaño que yo quiera. Por otro lado, hay muchos libros que no se consiguen en papel porque son libros extranjeros que a lo mejor ninguna librería trae porque piensa que no los va a vender, entonces directamente los descargo.
Todo lo técnico me fascina, no tengo mucha capacidad para hacerlo, pero siempre encuentro a alguien que me dé una mano. La capacidad mental que tengo, en una de esas, está más acotada a mi edad, pero al mismo tiempo tengo la suerte de contar con personas alrededor mío que me ayudan en eso.
EM: ¿Qué libros recomendarías a gente de mi edad para iniciarse en el mundo de la lectura?
CB: A mí un autor que me fascinó cuando tenía tu edad fue Rudyard Kipling. Era de familia inglesa, pero nació en la India y sus educadores eran hindúes. Él tenía tal amor y tal fascinación por esa India, amaba la jungla, los animales, el pueblo y escribió unos cuentos maravillosos, algunos de gente de la India, otros de ingleses en la India y otros de animales de la tierra. Yo diría que si a vos te gustan las aventuras y el humor (él tenía mucho sentido del humor), tendrías que leer “Las tierras vírgenes”, de Kipling.

EM: Y del otro lado, ¿qué consejo le darías a los y las jóvenes que hoy quieren ser escritores?
CB: Que escriban todos los días algo y que lean buenas lecturas. Yo leo de todo, pero antes de leer de todo tenés que formarte culturalmente y saber qué no es bueno y qué no es malo. Dentro de las novelas románticas, por ejemplo (y aclaro que no es que desdeñe al género), hay obras clásicas y modernas que son buenas, y otras que son más pasatistas.
Primero mejor formarte culturalmente de lo que son buenos autores y después lee lo que vos quieras, porque lo que vos leas configura la forma en que vas a escribir después. Por eso es tan importante si lees un libro extranjero, que sea una muy buena traducción.
EM: ¿Estás escribiendo algún libro actualmente o tenés pensado escribir alguno a futuro?
CB: Sí, estoy trabajando en una novela donde voy a hablar de una peste que hubo en Córdoba, que se cree que entró a través del Océano Pacífico, por el lado de Perú/Bolivia. Antes de que llegara a Córdoba, los primeros casos se dieron en Santiago del Estero.
Fue una peste que duró tres o cuatro años, y es un tema que me interesó. Quería hacer una novela contando las similitudes y deferencias con el presente, que la gente vea lo que era una peste en aquel entonces, muy semejante en algunos sentidos a lo de ahora, pero con más muertos.
Un detalle llamativo es que murieron muchos jesuitas porque casi todas las órdenes religiones se largaron a cuidar a los enfermos y recoger cadáveres, para que no murieran solos en la calle. Me pareció una situación muy dramática. He escrito unos tres o cuatro capítulos, pero todavía estoy juntando datos de todo tipo, como los remedios que se usaban en la época.
También estoy preparando otro libro, que ya no es una novela, y que tiene que ver con clases y conferencias que he dado, es un tema que me piden mucho porque las mujeres quieren que les des una visión feminista de la historia o de las heroínas.
Así que tengo una serie de vidas de mujeres de la América precolombina y colombina y estoy haciendo una especie de libro con eso. No van a ser unas biografías muy profundas, más bien una semblanza de la mujer de la época y de las circunstancias que nos llevaron a hacer eso. Dentro de todo lo que he recopilado tengo a monjas, poetas, médicas, mujeres conquistadoras, mujeres con títulos de capitanía para dirigir un barco, mujeres que eran reinas o cacicas de pueblos originarios y muchas más.

EM: Para ir finalizando, ¿alguna vez pensaste o pensás en volver a vivir a Cabana?
CB: Sí, a menudo. Posiblemente irme a vivir me cueste mucho porque todavía sigo trabajando y para trabajar es mejor estar en Córdoba. Acá estoy más cerca de las editoriales y, si vienen de Buenos Aires a hablar conmigo, a pagarme, a tratar de convencerme para que firme un contrato o lo que sea; no se van a ir hasta Cabana.
Por ahora tengo que estar acá, en la ciudad, pero sí quiero alquilar o comprar (en el supuesto caso que me fuera muy bien) una de las casas que hizo papá en Cabana para ir los fines de semana, o pasar unos días y volverme, pasar un mes en verano. Si es alguna de las nuestras, mejor, y sino cualquiera de las que haya hecho él, que eran muy lindas.
He vivido mucho tiempo en la ciudad, sin embargo, el tiempo que he vivido en Córdoba me resulta muy corto, para mí todo el tiempo es Cabana, esos 20 años que viví en Cabana…
EM: Muchísimas gracias, Cristina, por la entrevista y por recibirme en tu casa…
CB: De nada, al contrario, ¡gracias a vos por venir!
