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Abrazando la corporalidad

El nuevo cuento de Carola Reynoso nace como un regalo a su hijo Valentín, en un proceso de aceptación y cambio de género. Lo que surgió como un escrito personal, al que le sumó ilustraciones del artista plástico Sebastián Pairone, padre del adolescente, se convirtió en un libro con gran recepción por parte de toda la comunidad.

Carola Reynoso es madre, docente y acompañante terapéutica. Junto a su pareja, comenzó recientemente a desandar los caminos de una familia convencional en pos de abrazar el nuevo sentir de uno de sus tres hijos cuando tomó la decisión de cambiar de género. 

Para la vecina de Salsipuedes, la palabra siempre ha sido el camino de su expresión. A comienzos de 2021 con Ediciones Azucena, Carola publicó un libro de poemas titulado “Aire, exhalando poemas eróticos”. 

A fines del mismo año, lo que empezó como un escrito personal sobre la experiencia que estaba transitando con su segundo hijo, se sumó a las ilustraciones de su pareja y padre del adolescente, el artista Sebastián Pairone, para terminar convirtiéndose en un regalo para Valentín y toda su familia.

El libro fue tan bien recibido que todos le aconsejaron publicarlo. Tras agotar dos pequeñas ediciones y una tercera recientemente, “Valentín” se prepara para llegar de nuevo a las librerías de Sierras Chicas.

 “El cuento no relata la historia de Valentín, cómo empezó su proceso o cómo está siendo. Lo que intenta el libro es mostrar este ser, este nuevo universo que es mi hijo hoy”

Carola Reynoso

El Milenio: ¿Cómo surgió la idea de compartir el cuento?

Carola Reynoso: La escritura es parte de mi vida y todo lo que me va sucediendo termina siempre en papel y palabras. “Valentín” era un escrito para mí, pero después empecé a sentir que quería que fuera un regalo para él y para toda la familia. Nos sorprendió la llegada del libro porque trajo mucha maravilla en el compartir. 

Valentín no tiene un conflicto social en su cambio, es un proceso absolutamente amoroso el que está viviendo, no solamente con su familia sino con sus amigues, a nivel institucional, en los espacios a los que asiste, pero sí hay todo un proceso en relación con su cuerpo, sobre qué es ser transgénero.

EM: ¿Cómo crece él con estos sentimientos?

CR: La idea fundamental del cuento es transmitirle a Valen (y a otras personas también), que pueden vivir y ser con ese cuerpo, que no hay necesidad de transformarlo, y, si hay una intención de transformarlo, que sea una decisión desde el propio deseo. 

Valentín hoy tiene 16 años y quiere hacer un tratamiento hormonal, lo cual ya llegará en su momento, está en un proceso de desarrollo y hay una cuestión de salud y de pasos que se irán viendo. Pero para nosotros lo importante es que, hasta que llegue ese momento, hoy ya es Valentín. Nosotros se lo podemos transmitir a nuestro hijo, pero la idea de esto es poder transmitírselo a otras personas, el poder disfrutar su propio cuerpo como es, más allá de ser un chico trans. 

Es un desafío porque hay toda una construcción cultural y social que hace preguntarse qué es ser un varón, en lo físico y en lo actitudinal también. Cuando Valentín se empezó a nombrar así, sus compañeros empezaron a saludarlo con la mano y no con un beso. Tiene que ver con estas cuestiones sociales que tenemos inculcadas, hay que desandar todo eso.  ¿Cómo saludo a una chica o cómo saludo a un varón? Esto lleva a repensar: “Yo puedo saludar a un chico con un beso”. 

Valentín lo vive también desde ese lugar. Los cuerpos trans no encajan en estos moldes y, por tanto, no son visibilizados. Nuestro lugar como familia es acompañarlo y acompañarnos a nosotros/as también a desandar, es un aprendizaje. 


EM: ¿Cómo impactó en la familia este cambio? 

CR: Me generó mucha sorpresa la recepción de la familia, si bien a mí no me cabían dudas de que iba a haber mucho amor, en un primer momento hubo una sensación de “¿Y qué van a decir?”, cosa que rápidamente se diluyó. 

Empezó siendo un proceso muy interno, tanto de su papá como mío, de poder empezar a incorporarlo, hasta que tomamos la decisión de compartirlo con nuestra familia y amigos. Valentín estuvo pensando en sus abuelos, ellos son de otra generación, pero fue increíble la amorosidad con la que lo recibieron. También me sorprendió la reacción de sus hermanos: “Bueno, ¡tengo otro hermano más!”.

Al principio me costaba sentir a Valentín, tuve que desandar 15 años de una hija, por más que yo respetara y amara a mi hijo, tenía que empezar a sentir a Valentín. Cada uno tuvo su propio proceso. Hoy me doy cuenta que en el fondo sabía que mi hijo se sentía así, no fue sorpresivo, él ya venía manifestando ciertas actitudes que tenían que ver con el estereotipo masculino. Cuando lo compartió fue shockeante, pero en los siguientes días me di cuenta que eso había estado dando vueltas hace un tiempo. Para él también fue un proceso, eligió su propio nombre.    

EM: ¿Qué consejo le podrías dar a los chicos/as transgénero y a sus familias para transitar este cambio?

CR: Creo que lo que Valentín me trajo fue la certeza de lo hermoso que es vivir en libertad, siento que ese es el camino. Cuando empezamos a habitarnos desde la plena libertad, todos esos fantasmas  de lo que uno/a mismo/a tiene que ser o las expectativas de lo que el otro tiene que ser, se van. Es eso, la libertad de ser quien somos, que nos cuesta un montón. 

Pienso que hay que habitarlo como un proceso más. Yo tengo tres hijos y cada uno lleva su propio proceso, son diferentes. Y aunque ustedes no lo crean, hoy estoy disfrutando mucho el proceso de Valen, lo admiro, me enseña sobre la libertad, el sentir, el decir. 

El aporte que yo puedo hacer a otras familias tiene que ver con esto, cada uno es un universo y un hijo transgénero es este universo, puede llevarse como cualquier otro proceso familiar, puede ser lindo a pesar de las idas y vueltas. 

EM: ¿Hubo alguien que demostrara discriminación o transfobia hacia él? 

CR: No, a un año de su proceso, no tuvo que pasar por ninguna situación violenta, lo cual para mí es increíble. Socialmente él no ha tenido que vivir nada así, pero eso no significa que a otros chicos no les suceda. A mí me da esperanza ver que estamos empezando a vivir en un mundo más inclusivo.