- Por Daiana Zilioli. periodico@elmilenio.info
- Colaboración: Guadalupe Bustos y Catalina Gos (4to IENM). Magalí Ochoa y Bautista Persello (4to IMVA).
El festejo por el Día de las Infancias, la Peña del Agua, El Día de la Pachamama, el partido de fútbol por la tarde, las clases de folklore, los cumpleaños, las ferias. Todo eso y mucho más sucede en el centro vecinal de Cabana, un espacio que alberga un sinfín de actividades, en consonancia con la diversidad y particularidad de este barrio unquillense.
En marzo pasado, pese a intentar llegar a un acuerdo entre quienes ya integraban la organización, finalmente se realizaron elecciones y resultó ganadora la Lista Verde, encabezada por Noelia Vázquez de Novoa.
Hoy en día, la sede del Centro Vecinal funciona “de lunes a lunes” y sus usos están determinados por las necesidades e intereses de quienes habitan el barrio. Desde talleres de microdosis medicinales hasta las clases de Educación Física de la escuela secundaria y primaria de Cabana. Hay actividades para todas las edades y la mayoría son de carácter gratuito.
“Lo que intentamos es que el centro esté abierto a la comunidad. Está abierto a los guardaparques, a las problemáticas que tienen diferentes grupos de vecinos, a la murga, al folklore, a la bioconstrucción, a grupos de mujeres como Las Desatadas, a la brigada forestal Chiviquín y mucho más”, explicó Valeria Prato, tesorera del centro vecinal.
Además, el espacio físico colinda con el del Centro de Salud Municipal. Si bien los divide una pared, el trabajo comunitario es el mismo. “Nos retroalimentamos porque el centro de salud se nutre del centro vecinal y viceversa”, aseguró Noelia Vázquez de Novoa.
Ejemplo de ello fue el trabajo conjunto que realizaron durante la pandemia, donde a partir de la atención primaria de salud, se pudieron conocer las necesidades de algunas familias del sector, que luego fueron asistidas desde el centro vecinal.
La estrecha relación entre ambos espacios es histórica, según señalaron desde la comisión, ya que siempre han estado en contacto directo. Misma situación se da con la Cooperativa de Agua y la escuela del barrio, “con quienes el vínculo es muy fuerte”.
Si bien en Unquillo existen otros centros vecinales, el de Cabana es uno de los más antiguos y consolidados. Aunque las autoridades y referentes han ido variando con el tiempo, el trabajo comunitario y la diversidad de las propuestas es algo que caracteriza a la organización.

“El centro es un espacio que sigo eligiendo y ponderando como lugar de lucha y trabajo colectivo. Me da la esperanza de una comunidad más igualitaria para todos y todas”
Noelia Vázquez
Todas las voces
Como son muchas las propuestas que varían y fluctúan durante el año, sostenerlas solo es posible gracias al trabajo articulado y comprometido con el resto de las organizaciones que participan del espacio. Para ello, todos los jueves a la tarde tienen una cita, de la que puede participar cualquier vecino o vecina, incluso aunque no sea de Cabana.
“La toma de decisiones es ardua, lo que buscamos es llegar a un acuerdo. Conversamos, discutimos, damos nuestras opiniones, nos escuchamos y nos tomamos ese tiempo. Creo que jamás hemos votado, tratamos de consensuar lo que decidimos”, remarcó Prato.
En este sentido, para Valeria, uno de los grandes desafíos del espacio a nivel humano es instalar prácticas de buen trato entre todos los integrantes. “El Centro Vecinal significa en mi vida la oportunidad de aprender día a día a pensar, construir, crear y materializar ideas y propuestas de forma colectiva; en un proceso donde todas las opiniones tengan el mismo valor y peso, donde entendamos que todas las voces deben ser oídas”, compartió emocionada Noelia, quien además de ser presidenta del centro, ha crecido en Cabana.
Vale señalar que las redes sociales del espacio (en Facebook: Vecinal Cabana) también funcionan como un nexo con el resto de la comunidad. Allí difunden no sólo las actividades que realizan cómo organización sino también los diferentes emprendimientos que llevan adelante vecinos y vecinas del barrio y el resto de la ciudad.


Los frutos del trabajo colectivo
“Para mí el mayor logro es que el centro vecinal sea parte de todos y no algo que esté ahí cerrado, que nadie sabe para qué es y solo lo usa un grupo especial. Queremos que sea un espacio de todos y todas”, afirmó Prato.
Así, además de ser un sitio para disfrutar de diferentes propuestas y talleres, también es un lugar de encuentro y escucha. Según explicaron las entrevistadas, muchas veces se acercan vecinos y vecinas que tienen alguna necesidad o situación puntual en la que requieren de la ayuda y solidaridad de todos.
“Nos pasó hace poco que una persona había tenido un accidente en la casa y se hizo una peña para juntar plata y fue así: ‘Tomá, acá está la llave’, confiando y siendo fieles a nuestras convicciones e ideologías”, resaltó Noelia.

Lo mismo sucedió cuando ocurrieron los últimos incendios en Sierras Chicas y el centro se convirtió en punto de acopio para donaciones y colaboraciones destinadas a quienes estaban combatiendo el fuego.
Otro de los frutos del trabajo mancomunado fue la concreción de una estufa ‘rocket’ a leña para el salón, algo que era muy necesario debido a las bajas temperaturas en invierno y los elevados costos de calefacción.
Como todo espacio autogestionado, además de ser horizontal, el trabajo es voluntario y “a pulmón”, ya que quienes forman parte del centro también participan de otros espacios. Por lo que el aporte de cada uno se vuelve imprescindible para el sostenimiento conjunto, considerando, además, “los cuidados y los intercuidados comunitarios”.
“El centro es un espacio que, aunque algunas veces me estruja el corazón y regreso triste a casa, sigo eligiendo y ponderando como un lugar de lucha y trabajo colectivo. Me da la esperanza de una comunidad más igualitaria para todos y todas”, concluyó Noelia.
