Ubicado en el cruce de Avenida Belgrano y Horacio Torres, El Olimpo es uno de los emprendimientos familiares más antiguos de Salsipuedes. Para don José Maleh, la amabilidad y la honradez son las claves que le permitieron a su negocio permanecer más de 80 años al servicio de la comunidad, sin preocuparse por la llegada de las grandes cadenas de supermercados que se fueron instalando en la ciudad.
“Está a full la competencia acá, pero la seguimos peleando y aguantando”, defiende el histórico comerciante. “Aparte lo que haga la competencia, a nosotros no nos interesa”, afirma el hombre, con la serenidad de quien ha resistido las peores embestidas económicas y ha visto al humilde pueblito de Salsipuedes transformarse en una creciente urbe.
“Era un pueblo de más o menos 500 habitantes, todos muy buena gente”, recuerda con añoranza don Maleh. “Ahora cambió completamente el panorama turístico y comercial, creció casi un 70% la ciudad, antes era todo monte”, cuenta mientras imagina esa postal de Salsipuedes hace más de medio siglo.
“Lo que más se modificó es la gente que llega en la temporada vacacional. Vienen por cuatro o cinco días y se van, cuando en el pasado las familias se quedaban 30 o hasta 40 días. Tenían casas propias y los conocíamos a todos”, explica el histórico comerciante y añade que incluso muchos vecinos solían alquilar habitaciones de sus casas para cubrir la demanda turística.
Un cliente inesperado
José se hizo cargo del negocio cuando tenía 29 años, heredando el título de “don Maleh”. Hoy, su hijo continúa la tradición familiar. Foto E. Parrau/El Milenio.
Para mediados del siglo XX, la localidad de Salsipuedes todavía estaba definiendo su identidad como polo turístico regional, siendo una de sus principales fuentes de ingresos por ese entonces la cercana cantera El Sauce, cuyos trabajadores iban al pueblo a descansar y abastecerse de recursos para aguantar las largas jornadas laborales.
Según cuenta el libro “Historias de amor de Salsipuedes”, fue Vicente Deponti, que por temas de trabajo viajaba mucho, quien le contó a Jorge Maleh (padre de José) lo linda y prometedora que era la ciudad serrana. Así, don Jorge, inmigrante sirio con buen ojo para los negocios, decidió mudarse para allá con toda su familia y el 28 de diciembre de 1938 abrió su propio almacén de ramos generales.
“Los dos primeros días no entró ni un cliente”, cuenta don José y sonríe al recordar las drásticas medidas que pensaba tomar su padre para torcer esa mala suerte inicial. “Cargó la valija, como buen árabe, y estaba por salir a las canteras a vender, cuando justo se vino una tormenta de verano y quedó parado en la puerta”, relata.
En eso pasó un gaucho en un sulqui y le pidió permiso para guarecerse de la lluvia. El comerciante sirio lo recibió, sin saber que aquel paisano era Don Segundo Luna, quien se convertiría en el primer cliente del flamante negocio. “Compró pantalones, ropa interior, un sombrero y así se inició El Olimpo en la venta”, resume con orgullo el hijo de don Jorge, quien se encargaría de continuar con el negocio familiar tras fallecer su padre a finales de los 60.
Desde los montes griegos
El Olimpo abrió sus puertas el 28 de diciembre de 1938 casi al frente de donde se encuentra actualmente, en la esquina de Av. Belgrano y Horacio Torres. Foto E. Parrau/El Milenio.
Según revela José, en un principio el almacén familiar estaba ubicado al frente de su actual espacio. Se trataba de un modesto local que alquilaban a la familia Torres, cuya esposa, al escuchar el apellido de sus nuevos inquilinos, exclamó “¡Por los dioses del Olimpo! ¡Un griego!”, confundiendo el origen sirio de don Jorge. “Al escuchar esto, mi padre pensó que podíamos bautizar al negocio como ‘El Olimpo’, en honor al famoso monte griego, y así quedó hasta el día de hoy”, explica el entrevistado.
De aquellas primeras épocas, don José recuerda con nostalgia cómo, ya de chico, lo mandaban a la canchita vecina a vender maní con cáscara y café a los hinchas que se congregaban a ver los encuentros deportivos. “Volvía contento a la casa con la bolsa vacía y el dinero en la mano”, remata el preciado recuerdo.
En 1969, cuando fallece su padre, don José, con 29 años, se hace cargo formalmente del establecimiento junto a su madre. “Más tarde compramos un terreno al frente de donde alquilábamos y nos hicimos el negocio propio con casa y todo”, explica. “Fue gracias a mi señora, que en ese entonces pensó en extenderse para ofrecer otro tipo de productos, como prendas y ropa de vestir”, destaca el vecino de Salsipuedes.
El empleado del mes
Foto E. Parrau/El Milenio.
Otra anécdota curiosa que envuelve a El Olimpo es la historia del primer empleado que tuvo don José. Todo empezó el día en que una clienta fija de muchos años le pidió si podía tomar como empleado a su hijo, que en ese momento se encontraba sin trabajo. “Le dije que me lo mandara y quedó, porque era muy buen chico”, recuerda el comerciante, que en ese entonces no podía imaginar que ese jovencito se convertiría en el actual intendente de Salsipuedes, Marcelo Bustos.
En 2019, ya estando en el gobierno, el mandatario le dedicó unas palabras al histórico autoservicio en ocasión de su octogésimo aniversario. “No son pocos 80 años de trabajo y perseverancia acompañando el crecimiento de nuestra localidad. Por ello, desde el Municipio y en mi carácter de intendente, quiero reconocer a estos vecinos y desearles que sean muchos más los aniversarios de este comercio que ya es parte de la historia de nuestro pueblo”, manifestó Bustos en aquel momento.
Hasta el día de hoy, el mandatario se hace una escapada de vez en cuando al comercio que le dio su primera oportunidad laboral para charlar con su ex patrón y alejarse de los problemas de la vida política. “Yo le digo «aguantá que todavía tenés dos años más»”, se ríe Maleh.
Aunque don José se encuentra actualmente retirado, sigue asistiendo al local para ayudar a su hijo, quién decidió seguir sus pasos y administrar el negocio familiar. “O sea que ahora ya somos tres generaciones al frente del negocio”, sintetiza con orgullo el hombre que vio crecer a Salsipuedes desde el mostrador de su local.