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Mes de la Mujer: del festejo a la lucha

Mientras las denuncias se multiplican y los rostros de las víctimas invaden las redes sociales, los movimientos feministas continúan su batalla contra la violencia de género. En esta nota, la psicóloga y referente cordobesa Ruth Ahrensburg analiza la evolución de la problemática, al tiempo que los colectivos de mujeres sierrachiquenses elevan sus reclamos ante una realidad tan nacional como regional.
  • Colaboración: Carlos Romero.

Pasó otro 8 de marzo, otro Día Internacional de la Mujer, donde las “homenajeadas” de la fecha gritaron “basta” y, lejos de celebrar, volvieron a elevar con fuerza el reclamo por una sociedad más justa, igualitaria y no violenta. Atrás quedaron los saludos de “feliz día”, los bombones y las flores. Lo cierto es que en un 2021 donde una mujer muere cada 30 horas a manos de un hombre, nada puede festejarse. 

Sin embargo, con el incremento de la violencia de género en los últimos años, también creció la visibilización de esta problemática y la conciencia sobre las diversas formas que adopta (psicológica, verbal, económica, sexual y la lista sigue).

Así, hoy el foco del reclamo está puesto en la aprobación, a nivel nacional, del proyecto de Ley “Emergencia Ni Una Menos”, cuyo propósito es la priorización de recursos humanos y económicos para la atención integral de mujeres e integrantes del colectivo LGTBIQ+ que atraviesan situaciones de violencia.

“No podemos seguir esperando”, declara con rotundidad la solicitud presentada en 2019 por el colectivo Mujeres de la Matria (sic) Latinoamericana (MuMaLá), organización que, además, lleva un registro nacional de los femicidios ocurridos en los últimos años. 

El mismo refleja que fueron 69 las muertes violentas de mujeres, travestis y trans ocurridas en Argentina entre el 1 de enero y el 28 de febrero de este año. De este número, detalla el informe, 47 fueron femicidios directos, 9 muertes están vinculadas a economías delictivas o colaterales y robos, 10 decesos se encuentran en proceso de investigación y 3 se consideran suicidios femicidas (es decir, inducidos por hechos de acoso, abuso o maltrato). 

La investigación también arroja que el 94% de los femicidas eran conocidos por las víctimas (64% eran parejas o ex parejas) y otro dato llamativo es que el 17% de los asesinatos fueron perpetrados por integrantes de las fuerzas de seguridad. 

Además, aumentó el porcentaje de casos en los que las víctimas habían denunciado previamente a su agresor (un 29% frente a un promedio del 20% en meses anteriores). El 19% tenía orden de restricción, pero sólo el 4% de las mujeres disponía de botón antipánico.

“Una mujer que se apropia de sus derechos va a molestar a quien busca someterla, pero las transformaciones se van dando de manera paulatina e inexorable. Queda enojarse o reflexionar y cambiar”.

Ruth Ahrensburg, Asociación Con Voz.

Asimetría normalizada


“Los procesos violentos están muy naturalizados, tenemos una historia de más de 500 años de dominación que se sigue sosteniendo en todos los niveles y ámbitos sociales. Esa asimetría vigente es donde las mujeres seguimos sufriendo abuso y maltrato”, reflexionó Ruth Ahrensburg, psicóloga cordobesa y fundadora de Con Voz – Asociación por una vida sin violencia, que hace 30 años acompaña a sobrevivientes (término utilizado por la organización) de agresiones machistas.

En diálogo con El Milenio, la profesional habló sobre el famoso “patriarcado”. “Es una posición ancestral instalada que, como da todos los beneficios al varón, es muy difícil de derribar”, explicó Ahrensburg y añadió que actualmente existe un gran desconocimiento sobre el tema, pero también una “ignorancia deliberada” para perpetuar esta posición privilegiada del género masculino en la sociedad.

“Es muy difícil que el hombre esté dispuesto a perder esa posesión sobre la mujer que influye en la economía, en la administración del dinero, en el cuerpo, en el tiempo de ocio y en la sexualidad”, aclaró. Por eso, la transformación de un sistema, que desde sus orígenes oprime a la otredad, es un trabajo que recién comienza, aunque Ruth se reconoció optimista al respecto. “Va a llevar tiempo, pero tengo esperanza”, declaró.

Por su parte, Liliana Roca, vecina de Río Ceballos y propulsora del colectivo regional Acompañamiento Violeta en Violencia de Género, agregó que “hay mucho por desandar” en esa “naturalización de la violencia”. Además, criticó los juicios de valor de la sociedad hacia las víctimas. “Muchos piensan que algo así se atraviesa por gusto o comodidad, hay una estigmatización de las mujeres violentadas”, denunció.

“Estamos viviendo una revolución, todos los días se revisan las bases de esta sociedad que se cae a pedazos. Buscamos otras formas de relacionarnos, a través del respeto a la humanidad y con base en la democracia”.

Dora Marengo, Feministas Andando Sierras Chicas.

Responsable ausente


Un registro único de denuncias contra agresores, asistencia económica, asesoramiento y patrocinio jurídico gratuito, fortalecimiento de los equipos interdisciplinarios y organizaciones para la asistencia temprana, son algunos de los puntos que contempla el proyecto de declaración de “Emergencia Ni Una Menos”. 

A nivel general, el objetivo es multiplicar los recursos estatales para el abordaje de una problemática cada vez más severa. No obstante, muchas de estas cuestiones ya se encuentran contempladas en la Convención de Belém do Porá (1994), el primer tratado internacional que consagró el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia y al cual Argentina adhirió.

“Allí están los deberes del gobierno, no se debería luchar por ellos, pero las autoridades, en su gran mayoría, los desconocen”, aclaró Ahrensburg y afirmó que las políticas públicas son “correctas en la letra”, pero “insuficientes en el campo de la aplicación”. “No hay un criterio uniforme de intervención entre el Polo de la Mujer, la Policía y el Sistema Judicial”, aseveró.

A su vez, remarcó la importancia de una implementación eficaz de la Ley Micaela (que establece la capacitación obligatoria en perspectiva de género para quienes se desempeñan en la función pública) y de la Ley de Educación Sexual Integral. En opinión de la psicóloga, ambas normativas son abordadas como un “trámite” y con falencias sistemáticas.

Por otro lado, Dora Marengo, representante de Feministas Andando Sierras Chicas, denunció: “El Estado se lava las manos y no nos brinda elementos fundamentales, como un presupuesto concreto para combatir esta realidad. Se forman comisiones para todo, pero son puras declaraciones”. Además, es fundamental que se resuelvan con más celeridad las instancias judiciales, señaló Liliana Roca.

Bajada local


“Paren de matarnos”, “Vivxs y libres nos queremos” y “Basta de femicidios y travesticidios” fueron algunas de las consignas que se levantaron durante el 8M. Foto E. Parrau/El Milenio.


Como a nivel nacional, en Sierras Chicas han surgido múltiples organizaciones que luchan activamente contra la violencia ejercida hacia las mujeres y las identidades femeninas por razones de género. Actualmente, uno de los colectivos más grandes (que a su vez reúne las actividades de otros grupos) es Feministas Andando Sierras Chicas, nacido en 2017. 

Dora Marengo, integrante de la organización, contó que las primeras acciones tuvieron lugar en Unquillo y, “a base de esfuerzo”, paulatinamente se sumaron otras localidades. Hoy comparten la labor con Socochicas, Acompañamiento Violeta y otras agrupaciones que surgieron en los últimos cuatro años.

Uno de los grandes pedidos de estos movimientos, desde la primera marcha, es un hogar refugio para una efectiva asistencia y contención inmediata de las víctimas de violencia. Vale recordar que, como se desprende del informe de MuMaLá, el 70% de los femicidios perpetrados en los primeros dos meses del año ocurrieron en la vivienda de la víctima o vivienda compartida.

“No se trata de una solución, pero sí de una necesidad urgente. Y con la cantidad de casas deshabitadas que hay en Sierras Chicas, los mandatarios podrían poner alguna a disposición”, declaró Marengo y añadió: “Nosotras somos simples trabajadoras, no tenemos los recursos para ayudar a todas”.

“Saben que estamos llenas de ideas y dispuestas a trabajar, ya que tampoco hay opciones laborales y por eso nos sentimos aún más violentadas”, aportó Liliana desde Acompañamiento Violeta y lamentó las complicaciones que implica ayudar, trabajando “a todo pulmón”. “Estamos abiertas al diálogo, somos conscientes de que sólo somos una red voluntaria y nos falta la otra parte, que se involucren quienes tienen el poder”, continuó.

En los primeros dos meses del año, una mujer fue asesinada por un hombre cada 30 horas. El 94 % de los femicidas eran conocidos por las víctimas (64% parejas y ex parejas) y el 29% ya había sido denunciado por ellas.

Fuente: informe MuMaLá.

La revolución


Con la campaña Ni Una Menos, en 2015, una nueva etapa de reivindicación feminista se abrió paso en la historia argentina. La marcha multitudinaria que atravesó el territorio nacional en ese entonces, hizo temblar cimientos sociales que regían casi sin cuestionamiento y empezó a transformar para siempre los modos de concebir el rol de la mujer, en busca de una sociedad más igualitaria.

Desde su trabajo profesional y social en la Asociación Con Voz, Ahrensburg fue testigo de los cambios que este movimiento propició a lo largo de las últimas tres décadas. “Los primeros grupos de mujeres que tuvimos venían derivadas por el colegio, porque los hijos tenían alguna dificultad de conducta y entonces saltaba la problemática familiar”, recordó.

“Tiempo después llegaban por malestares en la familia y la pareja, pero sin percibirse como víctimas”, prosiguió. No obstante, fueron los últimos diez años los que empezaron a marcar un cambio auténtico. “Ahora llegan reclamando derechos, sabiendo que son sobrevivientes y que quieren apropiarse de lo suyo. Fue una evolución muy importante en la autopercepción”, afirmó la psicóloga.

Asimismo, Roca y Marengo valoraron el “ímpetu de las chicas” en los tiempos que corren. “Estamos viviendo una revolución, todos los días se revisan las bases de esta sociedad que se cae a pedazos y buscamos otras formas de relacionarnos, a través del respeto a la humanidad y con base en la democracia. El feminismo es luz”, sostuvo Marengo.

“No es una bandera tan solo del feminismo”, añadió Roca, “debe ser un compromiso social, nadie puede quedar excluido”. En esta línea, reflexionó sobre el papel de los hombres en esta (de)construcción y apuntó: “Deben poder mirarse a sí mismos y tratar de ver todo lo que aconteció en los últimos años, analizarlo y dejar de ponernos en el lugar de objeto, no burlarse de esta lucha. Hay muchísimo para hacer, pero se puede, aunque sea de a poco”.

“Hay cierta resistencia a tomar conciencia de que la vida y la sociedad están cambiando. Una mujer que se apropia de sus derechos va a molestar a quien busca someterla, pero las transformaciones se van dando de manera paulatina e inexorable. Queda enojarse o reflexionar y cambiar”, concluyó Ahrensburg.

De cerca


En las últimas semanas de febrero se realizaron dos importantes movilizaciones en Sierras Chicas reclamando justicia por los casos de Miriam Beatriz Farías y Yamila Herrera, de Saldán y La Calera respectivamente.

Yamila apareció ahorcada en su hogar el 24 de febrero de 2020. Aunque en primera instancia el hecho fue considerado un suicidio, su familia exige que se abra una nueva investigación para esclarecer el deceso y sospechan de su última pareja, quien tenía reiteradas denuncias.

Por otro lado, Miriam Beatriz Farías falleció en el Instituto del Quemado a causa de las severas lesiones que sufrió a manos de su pareja, Jorge Juárez, un suboficial de la Policía Federal que se encuentra actualmente detenido e investigado. 

A estas últimas se suma Ivana Módica, vecina de La Falda, que se encontraba desaparecida de su hogar desde el 11 de febrero pasado. Tras la confesión del crimen por parte de Javier Galván, entonces integrante de la Fuerza Aérea y pareja de la víctima, su cuerpo fue encontrado en el Camino del Cuadrado, cerca de Río Ceballos.