Colaboración:
Joaquín González y Tomás Carballo.
4to Año, Instituto Educativo Nuevo Milenio.
Juan Brizuela y Felipe Murga.
4to Año. Instituto Milenio Villa Allende.
Una familia de diarieros forjó el ambiente ideal para que Virginia Guevara se apasionara, desde la niñez, por el periodismo. Siempre rodeada de información, Guevara supo instintivamente que su vocación era escribir y que su área predilecta sería la prensa gráfica, aunque también tuvo algunos coqueteos con la literatura.
Transitó su formación en la Universidad Nacional de Córdoba, donde se recibió de licenciada en Ciencias de la Información. Poco antes de obtener su título, recorriendo los pasillos de “la escuelita”, se topó con un pequeño aviso pegado en la pared que cambiaría su presente y consagraría su futuro.
“Rendí la última materia y me enteré que La Voz del Interior convocaba a pasantías. Era la primera vez que ocurría”, recordó, “empecé a trabajar en la sección de Economía. Fue un aprendizaje muy intenso, pero supe inmediatamente que ese era el lugar donde quería estar”. Tras dos años de labor, Virginia finalmente quedó contratada. “Fue la única vez que busqué trabajo, no viví el proceso habitual de fracasar en mil intentos hasta llegar”, reconoció, con una media sonrisa.
A lo largo de sus casi 25 años de trayectoria en el histórico diario cordobés, Guevara pasó por diferentes roles y áreas, ya sea desempeñándose como redactora en la sección de Información general o integrando equipos de investigación e informes especiales. Finalmente, se convirtió en editora jefa de Política, una de las secciones más relevantes del medio.
Las normativas que rigen su actividad son claras. “Mi trabajo es aplicar reglas básicas que se deben cumplir para que algo sea periodismo. Se trata de acceder a los mejores datos posibles, chequearlos, contrastarlos, buscar opiniones y desde ahí fomentar la discusión pública”, explicó la actual vecina de la Perla de Sierras Chicas.
El Milenio: ¿Qué sucesos provinciales marcaron más tu carrera?
Virginia Guevara: A nivel personal, por lo que representó en términos periodísticos y porque estuve a cargo de la cobertura, diría que la muerte de José Manuel de la Sota. Recuerdo que fue un sábado a las nueve de la noche, estaba apagando la computadora después de editar el diario del domingo. Ya tenía todas las páginas corregidas, firmadas y enviadas a impresión cuando nos enteramos del suceso.
Tuvimos que descartar todo lo que habíamos hecho y ponernos a desarrollar esa noticia, que fue muy impresionante. Trabajar a contrarreloj siempre es un desafío, y ni hablar tener que desechar todo lo abordado desde la mañana para arrancar de nuevo.
También debo destacar el episodio de sublevación policial en 2013 y los saqueos masivos que le siguieron, que fueron algo conmocionante, repentino e inesperado; como así también la muerte de Néstor Kirchner. A su vez, para quienes nos gusta la función, cada elección es un acontecimiento relevante y lindo de cubrir, desde las campañas hasta la votación.
EM: ¿Ha habido algún momento de la historia nacional que fuera condicionante para tu tarea?
VG: La segunda gestión de Cristina fue muy difícil, por el enfrentamiento con el Grupo Clarín, al que pertenece La Voz. No podías acceder a muchas fuentes solo por pertenecer a ese grupo empresario, no había posibilidad de informar por fuera de esa pelea, se cerraban todas las puertas. Como periodista, no poder hablar con un sector es un problema insalvable, se trata de algo básico para el buen ejercicio de la profesión. Ahora la situación es muy diferente, Alberto Fernández habla con todos y lo hemos entrevistado en varias oportunidades.
EM: ¿Cómo cambió la actividad desde que arrancaste hasta la actualidad?
VG: La política, aunque incluye acciones, es básicamente discurso. Y la manera de difundirlo está atravesada por los desarrollos tecnológicos. El mayor cambio que observo hoy en día es que ya no se necesita a los medios de comunicación como intermediarios. Hace veinte años, el político solo tenía la posibilidad de hacer conocer su palabra si un diario, radio o canal de televisión lo entrevistaba. También se podía pagar propaganda, como ahora, pero siempre fue una vía alternativa.
Actualmente, los partidos políticos tienen un desarrollo enorme, de lo más sofisticado, son medios en sí mismos. Lo mismo ocurre con las estructuras de comunicación de los gobiernos. Todo eso con el objetivo de llegar directamente al electorado sin interferencias, sin necesitar que un medio te reconozca. Nuestra labor actual se basa en el análisis y en contar aquello que no quieren que se sepa.
EM: ¿Qué desafíos dirías que son los más significativos para tu campo laboral hoy en día?
VG: Está muy distorsionado el modo en el que se ejerce el periodismo, sobre todo el político, que está tan atravesado por discusiones ideológicas y posturas que a la larga empañan cualquier tema de agenda. No es que esté mal, el problema es que muchas veces esa discusión se da antes de tener lineamientos concretos de información y evaluación, que es lo mínimo que hace falta.
También creo que la población quiere ver solamente aquello con lo que concuerda previamente, lo que implica que tus propios lectores no quieran leer una información que no coincida con su juicio. En este sentido, las redes sociales son un punto difícil. Mucha gente se informa solo a través de ellas y cree conocer todo el espectro de posturas sobre un tema, cuando ocurre todo lo contrario. Las plataformas muestran lo que un sistema de algoritmos determina a partir de los intereses del usuario, entonces nunca se accede a opiniones diferentes.
“Aspiro a mejorar la calidad de la información que llega a la gente, aportando nuevos puntos de vista a la reflexión colectiva. En ese campo inscribo mi labor y me siento a gusto con el resultado alcanzado”
EM: ¿Cuál crees que es tu mayor logro profesional?
VG: El mayor logro tiene que ver con el placer que me genera mi trabajo. Me encanta empezar cada día con un diario en blanco y terminar con uno hecho. Aspiro a mejorar la calidad de la información que circula y que llega a la gente, aportando nuevos puntos de vista a la reflexión colectiva. En ese campo inscribo mi labor y me siento a gusto con el resultado alcanzado.