Colaboración: Agostina Budrovich
Instituto Educativo Nuevo Milenio
La travesía en el desierto es una experiencia inigualable, cada piloto tiene un recorrido singular y una historia para contar. A principios de enero, el corredor Mariano Bennazar viajó a Arabia Saudita para participar de la 42ª edición del Dakar en la categoría cuadriciclos, enfrentándose a una carrera que asusta y enamora. En diálogo con El Milenio, el unquillense charló acerca de sus inicios en los complicados circuitos del rally y los mayores desafíos que enfrentó en su camino como piloto.
El Milenio: ¿Cómo llegaste al deporte motor?
Mariano Bennazar: Fue en 2010. En realidad, yo ya hacía rally, me gustaba andar por las sierras. Un día, trabajando para la organización del Dakar, descubrí la locura que hacían los que corrían acá en Sudamérica y me enamoré de lo épico, lo trascendente y lo loco que es esto. Soy una persona que disfruta de los desafíos con grandes dificultades.
En 2013 ya empecé a preguntar acerca de costos y cómo podía arrancar. Me contacté con personas vinculadas al tema y comencé el trayecto para ser elegido algún día por los organizadores del Dakar. Finalmente me postulé como candidato, después de muchas carreras a nivel nacional.
EM: ¿Lo encaraste apuntando al profesionalismo o pensando simplemente en el disfrute de correr?
MB: Lo hice de manera amateur, yo tengo mi trabajo aparte. Los inicios fueron complicados, había que buscar presupuestos, conseguir la máquina y aprender a navegar. Como todo en la vida, lleva un proceso de compresión y entendimiento.
Toda la etapa de 2014 y 2015 fue dura, había que entender cómo competir, interpretar la carrera, cómo eran los días, qué era importante y qué no, la preparación física y psicológica, así como las situaciones riesgosas.
En 2015 hice muchos clicks a nivel mental que se tradujeron en lo deportivo. En 2016 entendí cómo había que competir y salí subcampeón argentino en la especialidad 4×2. Para mí eso significó muchísimo y fue increíble teniendo en cuenta lo tarde que había arrancado, ya tenía 42 años.
Después empecé a participar en competencias internacionales, en Paraguay, Chile y Perú. El año pasado fui a correr a Marruecos en la tercera fecha del mundial, logrando el quinto puesto. También participé en los Dakar de 2017 y 2018, con abandonos por problemas mecánicos.

Mariano Bennazar llevó la pasión y el sacrificio por el rally a su forma más extrema. Foto gentileza Dakar.
EM: ¿Cómo fue la experiencia de participar en una competencia tan importante en un país muy alejado y distinto como lo es Arabia Saudita?
MB: Todavía no me cae la ficha de haber vivido semejante locura, fue un mes muy intenso. Es una cultura muy diversa. Aprendí mucho de sus costumbres y cómo están cambiando con el mundo nuevo que se les viene. Hay pocas ciudades, pero son muy grandes y modernas. Y un gran mar de arena.
Nos habían dicho que tuviéramos mucho cuidado con sus tradiciones y normas, pero fue más liviano de lo que esperábamos. Decían que no podíamos andar en bermuda, pero en los shoppings, los mismos habitantes las utilizaban. Eso sí, las mujeres iban totalmente tapadas. Tienen leyes muy estrictas, nadie roba porque te cortan la mano. Pero la gente es muy amorosa, buena, cálida. Era complicada la comunicación, usaban más que nada el inglés, aunque nosotros nos arreglábamos haciendo señas.
EM: ¿Cómo es la relación entre competidores?
MB: En el caso mío, muy buena. En realidad, siento que en esta carrera uno no corre contra otro, sino contra uno mismo. En ese aspecto, es distinto a otro tipo de circuitos donde vas en un mismo “panal” superando y siendo superado por otros corredores. Acá se trata de hacer tu mejor tiempo y diagramar estrategias de manera inteligente al momento de navegar. No es una competencia donde gana solamente el más rápido, gana quien pueda combinar la velocidad con la audacia y la inteligencia. Es distinto y apasionante.

“En esta carrera, uno no corre contra otro, sino contra uno mismo. Para hacer tu mejor tiempo no hace falta sólo velocidad, sino también audacia e inteligencia al momento de navegar. Es distinto y apasionante”
EM: ¿A qué desafíos se enfrenta un corredor de Dakar?
MB: Es la carrera más difícil del mundo. El reto principal es terminar el día, que el vehículo no sufra ningún tipo de inconveniente y que uno físicamente no termine tan agotado. Hay que cuidar la máquina todo el tiempo, porque son muchos días de carrera.
Aparte tenés el riesgo de golpearte en zonas peligrosas del trayecto o de tener un accidente (podés terminar enredado con vehículos de otro porte, como camiones, autos, camionetas). Hay un sistema de seguridad que te avisa cuando viene un vehículo, pero a veces puede romperse. A mí me pasó en esta carrera, tuve que hacer toda una etapa sin ese sistema. Eso me obligó a mirar por el espejo todo el tiempo, lo cual te asusta porque en décimas de segundo te pueden atropellar.

El Dakar 2020 se llevó a cabo en Arabia Saudita entre el 5 y el 17 de enero con un itinerario que superó los 7500 kilómetros. Foto gentileza Dakar.
EM: ¿Cómo ves la organización de las competencias nacionales en comparación con las extranjeras?
MB: Las competencias nacionales no tienen nada que envidiarles a las internacionales, están muy bien organizadas. Las hojas de ruta son muy buenas y se usan GPS que se compraron a los organizadores del Dakar, con las mismas características y los mismos modelos de seguridad.
EM: ¿Y qué opinás del reconocimiento de los corredores que nos representan a nivel mundial dentro del país?
MB: Yo corría de manera privada, con los aportes que podía conseguir. En cuanto al Estado, el apoyo es nulo. Hay algunas provincias que tienen ley de sponsors y ayudan a algunos pilotos, tal es el caso de un compañero mío de Chaco. Lo mismo sucede en países como Colombia. Pero en general, Argentina no ofrece ningún tipo de apoyo, ni privado, ni público.