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Noelia Oliva: 20 años sobre las pistas

Noelia Oliva patinó profesionalmente la mayor parte de su vida y llegó a ser una de las deportistas más importantes del país en esta disciplina. Hoy, a dos años de su retiro de las instancias competitivas, la atleta se dedica a terminar su carrera y a dar clases en la ciudad que la vio nacer y crecer en su vocación.
  • ESPECIAL
  • Yamila Belén Boxler
  • periodico@elmilenio.info
  • Colaboración: Candelaria Mur (5to IMVA), Malena Petroli y Francesca Fisher (5to IENM).

Río Ceballos. El patinaje artístico es un deporte de alto riesgo, exigente y muy costoso que, además, cuenta con poco apoyo estatal. Pese a esto, Noelia Oliva hizo de su amor por esta disciplina, el eje de su vida y su fuente de trabajo. Hoy tiene 28 años, estudia Ciencias Económicas y da clases a niños y niñas de todas las edades en el camping de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), en Río Ceballos.

Sus inicios se remontan a los cuatro años, con la inocencia y el disfrute típicos de la infancia. Su talento la llevó a progresar rápidamente y a competir desde muy temprana edad, convirtiéndose en una de las figuras más destacadas del patín en Argentina.

Sin embargo, su camino no estuvo libre de trabas. Con solo 13 años, sufrió una lesión muy grave en la articulación del tobillo y los profesionales de la salud creyeron que no podría volver a patinar. Una operación y un largo proceso de recuperación la mantuvieron alejada de las pistas por más de cinco años. Finalmente, Noelia volvió a ponerse los patines y retomó su pasión con la tenacidad de siempre. “Fue doloroso pensar que no iba a volver a patinar, pero quería hacerlo y me fui animando de a poco”, recordó la atleta.

Oliva siguió dedicando su vida al deporte, ganó en distintas categorías y, en 2015, viajó a Italia para competir en la Copa Sedmak Bressan. En 2017, quedó seleccionada para competir nuevamente en esa instancia y también para participar de la Copa Filippini (Italia) y la Internacional de Orlando (Estados Unidos). Sin embargo, los viajes no pudieron concretarse debido a una lesión reciente y a algunas dificultades económicas, por lo que Noelia decidió retirarse de las competencias a fines de ese año y seguir patinando a través de la docencia.

Noelia se retiró de las competencias en 2017. Hoy se dedica a terminar su carrera y a enseñar patín en el camping de la UOM

El Milenio: ¿Cómo empezaste a participar en competencias?

Noelia Oliva: Empecé a patinar de chica en Río Ceballos, tomaba las clases como un juego, las disfrutaba mucho. Mi profesora notó que tenía habilidades y condiciones para competir, así que me fue invitando a participar de los torneos. Desde el principio tuve muy buenos resultados, me entusiasmé y no paré más. Todos los años iba subiendo de categoría.

EM: ¿En qué consistía tu rutina de entrenamiento?

NO: Cuando entrenaba en las iniciales, jugábamos durante dos horas, dos veces a la semana. Después, cuando empecé a competir en las categorías Elite, en la modalidad Escuela, por ejemplo, necesitábamos mucho más tiempo de trabajo.

Aun así, yo entrenaba poco, hacía cuatro horas tres veces a la semana, más una hora de preparación física. Cuando competía con chicas de otras localidades, me decían que entrenaban ocho horas por día, además de complementar con nutricionista, psicólogo, danza. Obviamente, a medida que subís de categoría, mayor es el nivel de exigencia. 

“El patín siempre fue muy abierto internamente respecto a los roles de género. No hay bullying en ese sentido. El conflicto se da hacia afuera, en la sociedad (e incluso, con los mismos padres)”

EM: ¿Se puede trabajar de manera colectiva en el patín o es muy individual?

NO: Yo considero que es un deporte muy individual, es un trabajo muy personal entre el patinador y su técnico. Las oportunidades para compartir con las compañeras se dan en los torneos. Por suerte, se viaja mucho para competir y siempre en grupos, eso es lo más lindo. Patinás cuatro minutos y todo el resto del viaje lo pasás en conviviendo con tus compañeras, es un espacio lindo de contención. 

EM: ¿Cómo arrancaste con la parte docente?

NO: Empecé a dar clases entre 2007 y 2008 ayudando a mi profe con los grupos de iniciación. Todavía iba al secundario y entrenaba en el Campo de Deportes de Río Ceballos. De ahí me fui a entrenar al Club General Paz Junior y el año pasado empecé a dar clases en el camping de la UOM.

Aunque ya no iba a competir, quería seguir en el ámbito del patín, porque me apasiona. Así que empecé la escuelita, con un poco de miedo porque no es lo mismo lo que lográs en la pista que lo que podés transmitir a tus estudiantes. Por lo pronto vamos bien, con muy buenos resultados. 

Empezó en el patín a los cuatro años y compitió en instancias nacionales e internacionales.

NO: ¿Utilizás tu experiencia en el ámbito competitivo a la hora de enseñar?

NO: Sí, claro. Este año estuvimos trabajando con un psicólogo porque era el primero de entrenamiento y competencia para mis alumnas. Es necesario este acompañamiento para que entiendan que no te va siempre igual en los torneos, por mucho que entrenes. Que son nuevas, que todavía no están en su mejor nivel.

Habiendo hecho eso, nos anotamos en la Liga Cordobesa con la intención de que vivan el ambiente de la competencia sabiendo que ganar no es lo más importante. La verdad que volvieron con muy buen ánimo. Están conformes y saben que la competencia no define nada por sí sola. Lo importante es que no sufran, que disfruten y se animen. Y, si les va bien, mejor.

EM: ¿Cómo ves los roles de género dentro del patín artístico?

NO: Siempre hubo muy pocos hombres en el patín. Los que conocí que llegaron a categorías altas, pasaron por situaciones feas, mucho bullying. Hoy creo que eso está cambiando, está más aceptado que los chicos hagan patín. Antes los padres no los dejaban entusiasmarse, no los dejaban ir a entrenar. En cambio, yo tuve dos alumnos varones y los padres los apoyaban y los acompañaban. El patín siempre fue muy abierto a nivel interno. No hay bullying, somos todos compañeros. El conflicto se da hacia afuera, en la sociedad.

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