Casa Cántaro es un espacio que Gabriela Gómez ofrece en Unquillo para actividades que tengan que ver con el arte, la meditación y la naturaleza. Enclavado en el corazón de Cabana, la propuesta busca fomentar el encuentro en armonía con el entorno. Hace pocos días, fue declarada sede de la Fundación Guido Buffo.


- Por Mabel Tula.
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Colaboración: Camila Avedano y Victoria Lovey (4to IENM).
La historia de este emprendimiento familiar se remonta al año 2012, cuando Gabriela Gómez, impulsora del espacio, todavía vivía en barrio Argüello, Córdoba. Docente, cantante y bailarina, Gómez siempre fue una amante del tango, pero le costaba mucho encontrar sitios donde hubiera un público interesado por este género musical y que, además, contara con todas las condiciones que necesita un artista (sonido, iluminación, calidez, accesibilidad y la posibilidad de consumir alimentos y bebidas).
Ante esta carencia, comenzó a gestionar shows musicales ella misma. Hizo alrededor de ocho eventos en Córdoba y luego se mudó a Unquillo, trayendo su experiencia y el sueño de tener un espacio cultural propio en armonía con la naturaleza.
El Milenio: ¿Por qué se llama Casa Cántaro?
Gabriela Gómez: Fue una idea que nos gustó a mi pareja y a mí porque el cántaro es de barro, se relaciona con la tierra y también tiene que ver con el agua y el vino. Mi casa siempre estuvo cerca del arroyo, tanto cuando vivía en Córdoba, como ahora en Los Quebrachitos. El cántaro contiene el sonido del agua y el aroma del vino. Viene a representar el espíritu del compartir la comida, del encuentro y de la amistad.
EM: ¿Por qué eligieron Cabana como lugar para vivir?
GG: Porque es un paraíso. Disfrutamos mucho vivir acá, un lugar tan tranquilo y silencioso, pero a la vez poblado de los sonidos del campo y el monte: los pájaros, los caballos, el arroyo, los árboles, el viento. Realmente es hermoso.
Hoy sentimos que es nuestro lugar en el mundo, no sólo por la naturaleza sino también por el valor que se le da al arte en Unquillo a nivel general y particularmente en Cabana. Los vecinos son muy generosos, compartimos y nos cuidamos entre todos. Ese es un logro que nos interesa sostener al ofrecer este tipo de actividades.
EM: ¿Tuvieron que hacer muchas refacciones en la casa?
GG: La verdad que estaba bastante conservada para ser una propiedad de 1935. Fue construida por un ingeniero suizo de apellido Minervini, que vivía en Rosario y vacacionaba acá. La propiedad es muy fuerte, tanto la casa como la dependencia de servicio. Ahora estamos trabajando en el mantenimiento del techo, las tejas, la pintura, las cañerías (que están deterioradas y hay que cambiar). La casa estuvo cerrada por largo tiempo.
EM: ¿Qué actividades realizan en este espacio?
GG: Casa Cántaro tiene tres grandes núcleos que se vinculan entre sí: el arte, la meditación o la contemplación y la naturaleza. La idea es que los eventos, actividades o propuestas que se den en este lugar estén relacionadas con esos tres ejes.
Se ofrece para encuentros de danzas circulares, de yoga, conciertos de música (generalmente popular, folklore, tango, jazz). También hemos tenido un taller de nuevas tecnologías para personas con discapacidad e hicimos un campamento con las familias de una orquesta infanto-juvenil de Villa Allende. Es bastante diversa la agenda de Casa Cántaro.

EM: ¿Cuentan con personal?
GG: Sólo somos mi pareja, yo y mi hija, es muy familiar la propuesta. Cada persona que viene a ofrecer su trabajo se vincula con la difusión del evento y se encarga de gestionar lo que haga falta, sonido, algún material didáctico para la tarea, etc.
Mi hija Cande, que está en primer año de Educación Física, también colabora con el espacio. Le gustan mucho los caballos, la huerta, ayuda como moza cuando hay eventos con gastronomía. Mi pareja es arquitecto y yo soy profesora de Educación Física, así que nos complementamos mucho para ser receptivos a todo lo que se necesita del lugar.
EM: ¿Qué significa este espacio para vos?
GG: Para mí es un sueño hecho realidad, un sueño que tuve medio despierta a los 20 años en un trabajo que hicimos para una obra. En ese momento pude ver la casa, la montaña, el arroyo, la casita blanca así muy alta. Siempre fue mi sueño tener un espacio cultural muy vinculado a la naturaleza.

Recientemente, Casa Cántaro fue declarada nueva sede de la Fundación Guido Buffo, siendo la primera vez que la base elegida por esta institución se encuentra en Sierras Chicas y no en Córdoba.
EM: ¿Cuáles son sus planes a futuro?
GG: La casa todavía está en reparación y tiene muchas posibilidades, se pueden armar pequeños refugios, espacios súper disfrutables, por supuesto cuidando y manteniendo la flora y la fauna autóctona del lugar.
Nuestra intención es que la gente venga hasta acá se pueda quedar a dormir, porque está alejado del centro de Unquillo y ni hablar de Córdoba. Hemos tenido una sola experiencia, con un grupo de mujeres de Paraná, que se quedaron cuatro noches. La idea es arreglar el espacio de la dependencia de servicio y convertirlo en un refugio de montaña.
Lo máximo que hemos recibido hasta ahora ha sido 40 personas. El terreno tiene casi media hectárea, pero parece mucho más grande porque estamos al pie del cerro El Mogote y también colinda con el arroyo, entonces la visión es mucho más amplia.