Luchando para romper los estereotipos que dividen el deporte en “femenino y masculino”, Aldana Barreto encabeza una de las pocas escuelas de básquet mixto de la zona. Su objetivo es hacer del deporte un espacio de inclusión igualitario para niñas, niños y jóvenes.

- Por Agostina Canova.
- agostinacanova@elmilenio.info
Colaboración: Antonella Monguzzi y Candelaria Bailone (4to IENM). Felicitas Crerar y Candela Delgado (4to IMVA).
Desde temprana edad, los adultos envían a sus hijos e hijas a practicar algún deporte para desarrollar sus capacidades físicas, sociales y mentales. Algunas disciplinas convocan más a las mujeres y otras, a los varones, mientras que, a su vez, los equipos se dividen en masculinos y femeninos.
Sin embargo, Aldana Barreto, profesora de Educación Física y vecina de Mendiolaza, rompe con estos esquemas. Entrenadora de básquet, Barreto da clases a niños y jóvenes desde los 5 hasta los 18 años en las canchas del Instituto León XIII con una particularidad: los equipos se conforman sin divisiones de género.

El Milenio: ¿Cómo surgió la idea de armar equipos de básquet mixto?
Aldana Barreto: El objetivo inicial fue generar un espacio para el básquet femenino, lo cual es muy difícil de encontrar en Sierras Chicas. Presenté un proyecto en el Instituto León XIII, donde me aprobaron y me dieron el empujoncito para crecer. Tras un año de expansión con el básquet femenino, yo sentía que me seguía faltando algo, así que decidí emprender la modalidad de básquet mixto. Por suerte, fue un éxito total.
EM: ¿Por qué elegiste ese formato?
AB: Me pareció importante este tipo de modalidad ya que somos nosotros, los docentes, quienes debemos dejar de etiquetar los deportes según el género. Por eso la propuesta se abrió a todos las niñas y niños que quisieran participar, ya sean alumnos del colegio o no.
EM: ¿Es igualitario el manejo con niños y niñas?
AB: El trato siempre fue, es y será igualitario porque somos los profesores los que, desde el principio, hemos hecho hincapié en que somos un equipo. Cada uno tiene un proceso de crecimiento diferente y eso es lo que los hace particulares, todos entienden eso y nunca tuvimos problemas. Cada vez que se suman chicas o chicos nuevos, se integran rápidamente, porque el grupo es bastante envolvente. Son muy unidos y eso es una gran satisfacción.
EM: Al ser un equipo mixto, ¿se aplican las mismas reglas que a los equipos divididos por género? ¿Qué ocurre en las competencias?
AB: Totalmente, las reglas son iguales para todos y todas. Somos uno de los pocos equipos que juegan con este tipo de modalidad, así que en los torneos generalmente nos toca con grupos masculinos, pocas veces con otros equipos mixtos. Pero el juego en sí no cambia. Nosotros siempre sostenemos que el básquet no es masculino ni femenino, simplemente es básquet.
EM: ¿Cómo se gestionan los torneos mixtos?
AB: Nosotros, particularmente, jugamos hace dos años en el torneo A.T.E.B (Agrupación Torneo Escuelas de Básquet), quienes nos acogieron desde un principio sin ningún tipo de diferencias.
Nuestro equipo contagió un poco al resto de los profesores para empezar a incluir a niños y niñas en un mismo grupo y es bueno verlo plasmado en este deporte. A nivel asociativo (torneo provincial), se está empezando a trabajar con la modalidad de básquet mixto desde mini básquet y eso también está buenísimo.

EM: ¿Actualmente participan en alguna competencia?
AB: Siempre jugamos los fines de semana, por el fixture del torneo, pero si en algún momento tenemos fecha libre o feriados, tratamos de organizar encuentros con escuelitas de básquet que recién están arrancando o que todavía no participan en competencias.
Es algo que venimos haciendo desde que empezamos. Entre profesores entendemos que es una manera de ayudarnos a crecer como equipos, además de darles la oportunidad a los chicos y las chicas para que participen de encuentros deportivos enriquecedores.
EM: ¿Cómo definen cuántas mujeres y cuántos hombres hay en un equipo?
AB: Lo vamos viendo a medida que se van sumando jugadores y jugadoras al equipo. La realidad es que tenemos más varones que mujeres, pero somos una de las escuelas que más chicas ha incorporado. Eso hace que padres y madres se animen más a enviar a sus hijos e hijas a equipos mixtos.
“Necesitamos el apoyo de las grandes autoridades para que el deporte no sea otro medio de exclusión y genere menos frustraciones y más oportunidades”
EM: ¿Hay diferencias, a la hora de aplicar una infracción, entre hombres y mujeres?
AB: Lamentablemente sí, muchos árbitros dejan pasar más faltas de mujeres con el fundamento de que “hay que dejarlas que aprendan”. Yo creo que dejar pasar esas situaciones, en lugar de explicarles qué hicieron mal, no colabora con el aprendizaje de las jugadoras. De todas formas, en la actualidad es algo que ya no ocurre tanto como antes.
EM: ¿En qué crees que aporta un equipo combinado?
AB: Creo que el mayor aporte se da a nivel social. Quienes conforman los equipos, chicas y chicos, entienden que, en ningún espacio, ya sea en la escuela o en otras agrupaciones, es necesaria la división “mujeres por un lado, varones por el otro”, sino que todos y todas tienen mucho que aportar, desde el respeto, la solidaridad y el compañerismo.
En nuestro caso, somos una entrenadora y un entrenador quienes llevamos adelante esta escuela de básquet. Esto nos pone en un lugar diferente y poco convencional en relación a otros equipos, pero ayuda a que nuestros jugadores y jugadoras entiendan lo que les queremos transmitir.

Muchas veces, nos encontramos con entrenadores o profesores que prefieren hacer jugar más a los varones porque, según ellos, tienen más fuerza o son más ágiles. Es decir, siguen sosteniendo un argumento que lo único que hace es dividir y generar una diferencia entre chicos y chicas, lo que en muchos casos lleva a burlas y frustraciones.
Tanto hombres como mujeres desarrollan la fuerza, la agilidad y la resistencia necesaria en función del estímulo que les den sus entrenadores responsables. Por eso, quien debe tener la convicción es el profesor o profesora que está a cargo del grupo, para poder transmitirles esos valores a los chicos.
EM: ¿Qué reacción genera en los alumnos que el equipo sea mixto?
AB: En principio, a quienes más sorpresa les genera no es a los niños y niñas, sino a sus padres. Muchos nos preguntan cómo hacemos para que jueguen todos juntos, si el deporte es “para varones”. Ahí entendemos que estas ideas estereotipadas tradicionales vienen bajando de otras generaciones y aún no fueron revisadas por los adultos de hoy en día.
Nosotros les explicamos a los niños y a sus padres que el deporte es para compartir, ya sea desde la competencia o desde lo recreativo. Es un encuentro y un momento de intercambio deportivo y educativo.
“A pesar de todas las críticas y prejuicios, siempre apuntamos a seguir adelante, modificando las estructuras que dicen lo que debe ser para las chicas y para los chicos”
EM: ¿Se sienten afectados por los prejuicios en pleno siglo XXI?
AB: Recibimos algunas críticas, muchas veces nos dicen que seríamos un mejor equipo sin las chicas o viceversa. Además de los prejuicios hacia los jugadores y jugadoras, también pasa con las entrenadoras femeninas, que generamos mucha sorpresa a la vista de familiares y otros entrenadores, cuando hace algunas décadas nuestra tarea como mujeres ya estaba definida de antemano y no era justamente ser entrenadora de un equipo de básquet.
A pesar de todas las críticas y prejuicios, siempre apuntamos a seguir adelante, modificando las estructuras que dicen lo que debe ser para las chicas y para los varones. Somos un equipo: jugadores, jugadoras, entrenadores y entrenadoras, colaboramos y aportamos nuestro granito de arena sin fijarnos en nuestro sexo.
EM: ¿Qué objetivos tienen a futuro?
AB: Nuestra meta principal es formar personas, luego deportistas. Nos interesa crecer como equipo y que a nivel social entendamos que estos espacios deben ser multiplicados. Necesitamos el apoyo de las grandes autoridades para que el deporte no sea otro medio de exclusión y genere menos frustraciones y más oportunidades. Para eso hay que trabajar mucho y por ese camino vamos.