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Córdoba, pieza clave del Cruce de los Andes

La investigadora y apasionada de la historia Adela Boscarino revela la importancia que tuvo nuestra provincia en la empresa sanmartiniana y habla sobre la estadía del prócer en Sierras Chicas.

La investigadora y apasionada de la historia Adela Boscarino revela la importancia que tuvo nuestra provincia en la empresa sanmartiniana y habla sobre la estadía del prócer en Sierras Chicas. Hoy a las 20:00 dará una charla en la Casa de la Cultura de Villa Allende y el domingo se presentará a las 16:00 en la Feria del Libro de Carlos Paz.

Por Lucía Argüello | luciaarguello@elmilenio.info

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[dropcap]N[/dropcap]o cabe duda que el General José de San Martín fue un protagonista trascendental de los hechos que llevaron al nacimiento de nuestro país. De hecho, este 2017 se cumplen 200 años del Cruce de los Andes, la épica gesta que no sólo consumó la independencia de Argentina, sino que también liberó a Chile y Perú de las tropas realistas.

Sin embargo, lo que pocos saben es que Córdoba ocupó un lugar fundamental en la fragua de esta empresa patriótica. Así lo revela Adela Boscarino, guía de turismo, investigadora y escritora, pero, ante todo, una apasionada de la historia cordobesa, autora del libro “Nuevas miradas de Córdoba”, publicado el año pasado.

Tras su participación en “Buen día mi General, la película de San Martín”, el documental producido por la Fundación Josefina Valli de Risso que recientemente ingresó a la plataforma virtual del INCAA, hoy por la mañana, Boscarino formó parte del acto que se llevó a cabo en el Instituto Milenio Villa Allende en honor al padre de la Patria.

Hoy a las 20:00 dará una charla llamada “San Martín en Córdoba” en la Casa de la Cultura (Figueroa Alcorta 426), con entrada libre y gratuita, y el domingo a las 16:00 se presentará en la Feria del Libro de Carlos Paz.

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El Milenio: ¿Qué nos podés contar sobre este personaje tan importante y, a la vez, tan misterioso de la historia argentina que es San Martín?

Adela Boscarino: Muchos me dicen: ¿qué podés escribir de San Martín si ya se dijo todo? Y lo cierto es que hay tanto para seguir investigando y descubriendo acerca de él. Lo que a mí me gusta es encontrar las otras caras de San Martín, más allá de la figura del prócer. Incluso tengo un trabajo que habla sobre Remedios de Escalada, lo que vivió y lo que sufrió como esposa de un personaje raro, silencioso y desconfiado, como lo era San Martín. Él decía “que te mano izquierda no sepa lo que escribe la derecha”, así que imagínense.

EM: ¿Cómo fue el paso del padre de la Patria por Sierras Chicas?

AB: San Martín tuvo muchos problemas de salud. Él vuelve al país con 34 años, después de haber peleado en España contra los moros y otros invasores, y ya acarreaba unas cuantas heridas de guerra. En la Batalla de San Lorenzo, el caballo le aprieta la pierna y además se lastima el brazo. Venía con paludismo, asma y una úlcera terrible. En esa época la única forma de curarse era con el aire, el sol, el descanso y las defensas naturales del cuerpo, por eso los médicos le recomiendan venir a Córdoba.

En junio de 1814 llega a la Estancia Saldán, que hoy es parte de Villa Allende. Pero él, acorde a su personalidad, no eligió este lugar sólo para recuperar su salud, sino también porque quería un sitio seguro y medio escondido para planear el Cruce de los Andes. Hay que recordar que el gobierno de Buenos Aires no lo apoyaba, él hacía todo a pulmón con sus amigos y aliados. Así, en sus momentos de mejoría, estiraba el mapa sobre una mesa de pino y calculaba sus estrategias. Acá recibió a mucha gente importante y se carteó con otros tantos.

Yo me crie en Argüello y la verdad es emocionante pensar que, mientras descansaba, seguramente anduvo a caballo por estas mismas tierras que pisamos todos los días, que en ese tiempo eran todo monte y campo.

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EM: Luego de eso, ¿vuelve a Córdoba?

AB: Sí, en 1816, mientras se celebraba el Congreso de Tucumán, San Martín vuelve a Córdoba para reunirse con Juan Martín de Pueyrredón, el Director Supremo, y conseguir la autorización para el Cruce de los Andes. Después de una conferencia privada de dos días con sus noches, la consigue. Al mismo tiempo, enviaba cartas constantemente a Tucumán para apurar la declaración de la independencia y así poder avanzar hacia Chile y Perú.

En definitiva, lo que hay que destacar es la importancia que tuvo Córdoba a nivel nacional. En 1814, para recuperar la salud de nuestro prócer y servir de base para sus estrategias; y en 1816, para obtener el sí definitivo de lo que fue una de las mayores hazañas de la historia argentina.

EM: Después de tantos años de investigación, ¿qué imagen tenés de San Martín?

AB: Yo creo que San Martín fue un bohemio, un soñador y un amante de su tierra. Él tenía 6 años cuando lo mandan a España y antes de los 12 ya había ingresado al ejército español, pero, a pesar de la gran carrera militar que tenía allá, cuando escucha las noticias de la revolución, decide volver al Río de la Plata. En definitiva, se había criado acá, la mujer que lo había cuidado y amamantado o la gurisa, como se decía, era de acá, al igual que su propia madre. Yo creo, aunque no hay nada escrito, que ella le inculcó el espíritu criollo. Muchos desconfían de esta idea o piensan que es simplemente una imagen idealizada de él, pero no, es real, ¿por qué otra razón decidiría volver si no es por el amor a su patria?

Aparte fue un hombre muy decidido y muy fuerte, de grandes convicciones. En el Cruce de los Andes, a él lo pintan gallardo y estoico sobre un caballo blanco, pero lo cierto es que el 80% de su paso por la Cordillera fue en camilla, y los pocos momentos en que montó, lo hizo a lomo de mula. Aun así, cruzó y venció a las tropas realistas.

EM: ¿Qué mensaje te gustaría darles a los jóvenes sobre San Martín?

AB: Que investiguen, no te digo que estudien, pero que lean aunque sea sobre él y su vida, ahora que la información es tan accesible, y que lo tomen como ejemplo, lo que hizo de la nada, en un momento tan trascendental, cuando no éramos ni siquiera país, su sacrificio y su convicción por hacer el bien.

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