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La profesión de la voluntad

Hace más de 20 años que Unquillo cuenta con su propio cuartel de bomberos. La intimidad del cuartel en la nota.

Hace más de 20 años que Unquillo cuenta con su propio cuartel de bomberos, integrado por vecinos de todas las edades, quienes, a pesar de sus propias necesidades, brindan solidaridad y coraje al pueblo. 

Por Amira López Giménez | amiralopez@elmilenio.info

[dropcap]P[/dropcap]ablo Calderón es Cabo Primero en el cuartel de bomberos de Unquillo y también es enfermero. Como muchos saben, ser bombero no es nada fácil, pero para este joven combinar la adrenalina de las urgencias es el condimento cotidiano de la vida. Y así es para todos los integrantes del cuerpo de bomberos de la ciudad que día a día brindan protección y ayuda ante cualquier imprevisto.

El cuartel, fundado en 1995, vino a apropiarse de una antigua casa sobre la calle Santa Fe y desde aquel entonces el espacio fue conocido como la sede oficial de los bomberos. Los memoriosos recuerdan el incendio del año 2013 que se llevó 25 mil hectáreas a cuestas, cuando el fuego pisó Cosquín la intensidad de las llamas podía verse desde cualquier hogar en Unquillo. En aquel entonces el cuartel terminó defendiendo las sierras con el poco personal que quedaba disponible. También, presentes durante la inundación del 2015, forman parte de los pilares fundamentales en la comunidad serrana pero más allá de la voluntad existen necesidades que ellos mismos tratan de satisfacer.

“Uno lo hace por una satisfacción personal, nosotros como voluntarios no somos remunerados en lo económico, pero tenemos una remuneración en cuanto a la gratitud de ayudar a otra persona, a los animales, al medio ambiente, es muy satisfactorio”, comenzó relatando Calderón sobre su experiencia que arrancó a sus 11 años de edad junto al equipo de bomberos que hoy dirige.

El Milenio: ¿Cuáles son las actuales necesidades del cuerpo de bomberos?

Pablo Calderón: Siempre estamos haciendo locros, empanadas, pollos, buscamos fondos porque queremos refaccionar el cuartel. Estamos necesitando insumos edilicios como pintura, cemento, cal, arena, entre otras cosas. El edificio es una casa vieja adaptada a un cuartel de bomberos y tenemos que hacer muchas modificaciones.

EM: ¿Reciben el suficiente apoyo de los vecinos y de las instituciones? ¿Se sienten valorados?

PC: Recientemente firmamos un convenio con la cooperativa de agua. Nosotros somos asociaciones de bomberos voluntarios y necesitamos más socios, pero se nos dificulta ir casa por casa para cobrar o tener alguien de confianza que trate con el vecino. Por eso, hemos decidido con la cooperativa que junto a la boleta del agua el vecino que quiera cooperar va con su DNI a la sede y anuncia que desea ser socio de bomberos voluntarios y aporta veinte, treinta o cincuenta pesos. Se le agrega a la boleta un item que especifica el tipo de aporte que desee hacer el vecino y listo.

EM: ¿Qué los motivó a realizar este acuerdo?

PC: Porque entendemos que el cuartel es de la comunidad y que es necesario que el pueblo colabore, de todas maneras los vecinos muchas veces tienen la intención de colaborar pero la institución no tiene una manera estructurada y formada para recibir este apoyo. Con este sistema evitamos que terceros manejen la plata de bomberos. Con la cooperativa quedaron las cosas claras, a través de la boleta el vecino da cuenta de cuál es nuestro ingreso y nosotros vamos a ir demostrando qué se compró y en qué se invirtió ese dinero aportado por el vecino. Privilegiamos antes que nada que cada bombero tenga su equipo de protección personal completo. Eso significa casco, guantes adecuados, chaqueta y pantalón con tiradores, las botas para incendios y el equipo de respiración autónoma.

EM: En otros lugares del mundo el bombero es una profesión remunerada como un servicio esencial, como la policía. Acá también es una profesión, pero voluntaria. ¿Cuál es tu visión sobre esta oposición?

PC: Por lo  menos yo siempre voy a defender el voluntariado, porque lo hacemos con mucha pasión y con más pasión cuando no es remunerado, lo puedo asegurar. Uno está ahí por elección y por pasión, si no fuera por eso sería una pérdida de tiempo y de dinero, de peleas familiares en vano. Nosotros como institución de bomberos nos conformaríamos solamente con que el estado se haga cargo del 100% del mantenimiento de la flota, del edificio, de las capacitaciones, que son muy caras donde hay que pagar hotel, comidas, traslados, más el valor del curso. Si el estado, de cualquier ámbito, ya sea provincial, municipal, nacional, pagara el 100% de estas cuestiones sería mucho más fácil nuestra labor. En vez de ocupar tiempo en vender pollos podríamos estar estudio.

EM: ¿Cuáles son los pro y los contra del voluntariado?

PC: En cuanto a los pro, es lo que uno recibe, gratitud, satisfacción, te sentís reconocido en el pueblo. En mi caso, ser parte del cuartel de bomberos ha forjado mi personalidad, me ha inculcado valores importantísimos. El cuartel es un espacio muy amplio donde participan jóvenes, niños, adultos, de distintas clases sociales y religiones, con distintos estudios que incluso no tienen nada que ver con las emergencias específicamente, como en algunos cuarteles donde hay abogados. Es un lindo espacio donde uno intercambia experiencias y miradas que se construyen desde lo colectivo. Los cuarteles de bomberos son unos de los pocos espacios que quedan donde se inculcan valores.

Y los contra, el tiempo, donde no es fácil combinar el trabajo de cada uno con las actividades del cuartel. Lo familiar es complejo también, generalmente la familia se pone contenta de que uno haga esta actividad, pero en ciertos momentos molesta y uno como bombero también lo entiende. Preocupa, a veces estás con el corazón en la boca todo el día.

EM: ¿Cuál fue la situación más peligrosa que te tocó enfrentar?

PC: Los cuarteles de las sierras tienen mucha experiencia en incendios forestales. Recuerdo que en Carlos Paz, entramos a una zona de interface que es cuando las casas quedan en el monte y presionadas o rodeados por el incendio. En el afán de salvar la casa nos encerró el fuego y fue una situación complicada de la que por suerte salimos airosos.