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El capitán

Pocos nombres se encuentran en los últimos tiempos tan identificados con la Selección Argentina como el de Javier Zanetti. El “Pupi” pisó suelo cordobés para mostrar el proyecto de la cantera de su club, el Inter de Milán. En esta visita participó de la jornada deportiva que tuvo a la Escuela Castelfranco como anfitriona, recibiendo al Instituto Educativo Nuevo Milenio, y la escuela Dante Alighieri. El Milenio dialogó con este referente del fútbol, y recorrió su basta historia.

El andar elegante de un hombre que pasa vestido de jean con campera de entrenamiento y atraviesa el patio interno del colegio. Rodeado por su productora, y dos personas más que parecen salidas de un partido de fútbol, Javier Zanetti se detiene, mientras observa a los pocos jóvenes que pasan cerca de él sin darse cuenta quién es.

Esboza una sonrisa mientras parece disfrutar del hecho de que aún no se hayan percatado de su llegada. Logra observar, pasar desapercibido por sobre la mirada de todos, aunque sea por efímeros segundos. Un niño que aparenta estar en los primeros años de la secundaria se acerca a un amigo y le cuenta al oído que ese hombre con jean y una campera del Inter de Milán se parece demasiado a aquel notable jugador que admiraron por televisión.


Este va y le cuenta a otro, el rumor se vuelve cada vez más claro en los más chicos, y de a poco se enteran los más grandes, que quizás, pudieron vivir más de cerca la carrera de un símbolo del fútbol internacional. La algarabía se expande y se refleja en los ansiosos rostros de los adolescentes que salen de las aulas, y los profesores que vuelven a ser chicos por un rato. Zanetti sale al patio externo y ante la intensa luz de un día soleado es abordado por más de un centenar de jóvenes que quieren ver de cerca al astro del fútbol.

“En las derrotas te hacés más fuerte”


Su rostro y su estado atlético no distan mucho de aquel joven que debutaba en primera en 1992, jugando para Talleres de Remedios de Escalada. Tan extensa ha sido la carrera de Javier que ninguno de los alumnos de las tres escuelas presentes había nacido cuando él comenzaba su trayectoria.

Nacido en la Sección 2 del humilde y futbolero barrio de Dock Sud, creció admirando a los grandes del deporte y soñando pisar algún día el mismo césped que miraba desde afuera. En Dock Sud la tradición futbolera brota en el aire, el pequeño poblado del conurbano se encuentra inserto en Avellaneda, territorio del club de los amores de Zanetti: Independiente.

La infancia de potrero le enseño el oficio, agregándole a la picardía criolla una gran nobleza dentro y fuera de la cancha. Siendo aún un niño llegó a la cantera del “Rojo” de Avellaneda, aunque estando ya cerca en su camino a primera división fue dejado libre por la institución que amaba, habiendo por entonces cerrado el libro de transferencias.

Este duro golpe que podría haber noqueado a más de uno solo reavivó las fortalezas del Pupi, quien mientras buscaba un nuevo horizonte deportivo trabajaba junto a su padre como albañil. Cambiaba el overol todos los días por las medias, las canilleras y la camiseta rojiblanca de Talleres de Remedios de Escalada, otro equipo del sur del conurbano que le abrió las puertas y le dio la valiosa oportunidad de llegar a los 19 años a primera.

Allí disputó sus primeros partidos como profesional y al año siguiente fue contratado por un club vecino, Banfield. “El Taladro” posó sus ojos en un lateral derecho con espíritu de volante, grandes cualidades técnicas y una potencia física poco común para un jugador tan joven.

Apenas dos años duró en el fútbol argentino, el Inter de Italia lo buscó. Fue en ese momento el adinerado petrolero, Massimo Moratti, quien se fijó en un jugador cuyo enorme potencial no había sido descubierto por la masividad de los medios, y decidió llevarlo al conjunto milanés. El técnico del equipo azul y negro era por ese entonces Ottavio Bianchi, un afamado entrenador que no mostró interés alguno por un refuerzo que no había pedido.

En su primera charla táctica, Bianchi repartió 11 naipes en una mesa, dibujando su esquema de juego favorito. Miró a Zanetti, y sin siquiera acordarse de cómo se llamaba le preguntó en qué posición jugaba. Camino a su presentación como nueva incorporación del plantel, el Pupi caminaba solo con sus botines a cuestas, fuera de foco para los flashes, pero con el foco bien puesto en demostrar su valor en el único lugar importante, el campo de juego. Al lado de las incorporaciones de la figura inglesa Paul Ince, y el lateral brasilero Roberto Carlos el argentino se convertía en una inesperada incógnita.

A fuerza de enormes rendimientos futbolísticos Javier Zanetti cambió esa postal de futbolista ignoto por los cánticos, avivando las tribunas cada vez que tocaba la pelota. El joven “Pupi” Zanetti trocó las dudas por certezas, y el siguiente paso era la Selección Argentina. Con apenas 21 años, el oriundo de Avellaneda, se adueñó del lateral derecho, mostrando además su tremenda versatilidad para jugar como defensor o volante.

Allí participó de dos mundiales (Francia 1998, Corea Japón 2002), siendo titular indiscutido y figura. Quedó relegado de otras dos copas del mundo por insólitas consideraciones futbolísticas de los entrenadores de turno, pero aun así se mantuvo al pie del cañón cada vez que fue convocado, mostrando el mismo compromiso que lo llevó a ser el jugador con más participaciones en la historia del seleccionado (175 partidos).

Mientras tanto, su carrera en el Inter fue en franco ascenso, logrando convertirse en uno de los mejores jugadores del mundo en su posición. Llegando a finales de los noventa el Inter aún con grandes incorporaciones como la de Ronaldo, Clarence Seedorf, o Ivan Zamorano, no lograba consagrarse ni siquiera a nivel local. Zanetti era pretendido por los clubes más grandes de Europa y esto incluía una contundente oferta deportiva y económica de parte del Real Madrid.

Sin embargo, para el Pupi el objetivo era claro, devolver al Inter de Milán su vieja gloria. En esa empresa el equipo azul y negro ganó la Copa UEFA 1998, y en 2006 logró coronarse campeón de la Serie A de Italia, luego de casi veinte años, comenzando una hegemonía que llevaría al equipo capitaneado por Javier Zanetti a ganar cinco torneos locales de manera consecutiva.

El coronar de la extraordinaria carrera del Pupi en el Inter llegó a mediados del 2010, cuando el Internazionale se consagró campeón de la ansiada Champions League, luego de 45 años de espera, venciendo entre otros equipos al Barcelona.

Javier se retiró a los 40 años, luego de disputar 858 partidos con la misma camiseta. Nadie representó tantas veces al Inter ni a la Selección Argentina, y solo el legendario Paolo Maldini disputó más partidos en la Liga Italiana. Sin embargo, hay un dato que lo representa aún mejor, sólo fue expulsado una vez, en más de 1000 partidos como profesional, y jugando como defensor.

Las estadísticas reflejan en este caso, sin atenuantes, una de las carreras más brillantes del deporte. Agregan además una enseñanza inusual en un fútbol regido por patrones económicos, Zanetti permaneció en el club que ama, hasta el final de su carrera. Lo más extraño para muchos es que logró todo desde un perfil bajo, sin negociar sus valores, demostrando en la cancha y fuera de ella, una y otra vez, que se puede ser el mejor en lo que uno hace jugando limpio.

El Milenio: En cuanto a los objetivos deportivos, ¿Qué pensás que se viene para Inter tanto a mediano como largo plazo?

Javier Zanetti: Ahora con la nueva propiedad del club, una propiedad que llega desde China, la idea es construir un equipo competitivo y que vuelva a ser protagonista, que pueda alcanzar grandes triunfos y volver a los logros.

EM: ¿Te quedó alguna cuenta pendiente como futbolista, algún club donde hubieras querido jugar?

JZ: No, la verdad que no. Disfruté mucho de mi carrera, fueron muchísimos años, traté de estar presente en cada momento, compartir con mis compañeros, disfruté los logros y aprendí de las derrotas porque es ahí en donde uno se hace más fuerte. No me quedaron cuentas pendientes, creo que en la vida hay que tomar decisiones y cuando las tomé siempre fue desde el convencimiento. Lo importante es mantener un sentido común y seguir siendo siempre el mismo. Pude jugar en la selección, y sobre todo representar a mi país en cualquier parte del mundo, eso es lo más grande que me pudo pasar en el fútbol.

EM: Si tuvieras que elegir un entrenador que te haya marcado a fuego, ¿Cuál nombrarías?

JZ: Siempre lo digo, Marcelo Bielsa. El tiempo en el que estuvimos en la selección hemos aprendido mucho de lo que hay que hacer, no solo dentro de la cancha sino afuera. Mourinho es otro entrenador que en los dos años que estuvo en el Inter nos dejó grandes enseñanzas, creo que estamos hablando de dos de los mejores entrenadores del mundo.

EM: ¿Qué características definen al capitán de un equipo?

JZ: Creo que lo primero que tiene que tener es una gran credibilidad, sumada a una gran personalidad y un respeto ganado en relación al resto de los integrantes de un grupo. Un capitán tiene que hacer partícipe a todos cuando las cosas van bien y también cuando van mal, y ser el ejemplo. Sobre todo en los momentos de dificultad un capitán tiene que alzar la voz y ser quien representa a todos sus compañeros.

EM: ¿Cómo describís la experiencia de haber podido jugar con, y también en contra, de Lionel Messi?

JZ: Jugar con Messi fue un privilegio. Cuando él llegó a la selección tan joven ya veíamos el tremendo talento que tenía, el tipo de persona que era, de modo que sinceramente a quienes pudimos tenerlo cerca no nos sorprende todo lo que demostró y lo que sigue haciendo en la actualidad.

Enfrentarlo siempre fue muy difícil porque en cualquier parte de la cancha desequilibra. Nosotros nos enfrentamos en una instancia clave como era en ese momento una semifinal de Champions League, y era complicado. Lo que hicimos fue un trabajo colectivo que afortunadamente funcionó para que Lionel no tenga su mejor noche y su enorme talento no pueda verse reflejado en el trámite de ese partido.

EM: Siempre se comenta lo complejo que es para un deportista dejar la profesión. Vos pudiste extenderte en el tiempo pero ¿Existe algo en particular que hoy extrañes?

JZ: Los entrenamientos, la convivencia con mis compañeros, el día a día. Hoy por hoy, mi rol es otro pero siempre que hay un picadito me llaman, saben que el fútbol me hace sentir feliz. Cada vez que tengo un tiempo libre corro y entreno como lo hacía adentro de una cancha porque me hace bien. El Inter tiene un equipo de leyendas y esa es mi manera de sentirme en actividad. Me quedan los mejores recuerdos y cada vez que piso un campo de juego me siento feliz.

EM: ¿Cuáles fueron las claves para sostenerse tanto tiempo en un nivel tan alto?

JZ: El sacrificio, la perseverancia, el dedicarse siempre y respetar a pleno  la profesión. Yo siempre supe que a cualquier edad podía seguir aprendiendo del fútbol y eso me acompañó durante toda mi carrera.

EM: Siempre mantuviste la postura de quedarte en el Inter ¿Qué razones llevaron a mantenerte siempre en el mismo lugar?

JZ: Bueno, desde que llegué al Inter me sentí como en familia. No me olvido nunca de todo lo que me dio el club cuando yo recién llegaba a Europa y no me conocía nadie. Al principio fue difícil, la sequía de títulos fue larga, pero siempre creí que el equipo iba a llegar a luchar cosas importantes, por eso me quedé. Después, con la responsabilidad de ser el capitán, no dudé en permanecer y llevar una cultura de trabajo que nos permitiese alcanzar objetivos importantes. Pasado el tiempo, seguir ligado a esta institución para mí tiene un significado especial porque el Inter es parte de mi vida.

EM: ¿Qué experiencia de vida te llevás con tantos años viviendo en Italia?

JZ: Yo llegué a una ciudad increíble como Milán, aunque vivo en Como, que es un lugar hermoso. Mis tres hijos son italianos y tanto la experiencia como la calidad de vida es muy buena. Poder hacer crecer a mis hijos en un país con tanta cultura es muy importante, pero no me olvido de mis raíces, mi país va a ser siempre Argentina y el hecho de que hoy esté acá para compartir el entusiasmo de los chicos me hace disfrutar, como disfrutan mi mujer y mis hijos cada vez que venimos a Argentina.