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A prueba de volante

El transporte público es un servicio al ciudadano que opera las 24 horas del día, todos los días del año. El desgaste de sus operarios es muchas veces indescriptible; renegar con la limpieza de los vehículos, los pasajeros, las calles, el tránsito, son solo algunos de los inconvenientes que sortean los choferes.

El transporte público es un servicio al ciudadano que opera las 24 horas del día, todos los días del año. El desgaste de sus operarios es muchas veces indescriptible; renegar con la limpieza de los vehículos, los pasajeros, las calles, el tránsito, son solo algunos de los inconvenientes que sortean los choferes.

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Los conductores de colectivos también tienen la ardua tarea, además de conducir, de cobrar el pasaje.

Por Redacción El Milenio

periodico@elmilenio.info

Colaboradores: Morena D´angelis, Matias Cataldi,

Guadalupe Gómez Silva, Oreana Ruiz del Río. 4°B IENM.

Cada profesión tiene sus particularidades que la hacen única y especial; las cuestiones negativas, positivas o divertidas se suceden a diario sin importar el oficio. Lo cierto es que este tipo de situaciones son muchas conocidas sólo por las personas que ejercen ese trabajo diariamente o con cierta frecuencia.

De esta manera, para los trabajadores de cada rubro se vuelven cuestiones cotidianas y se naturalizan cosas que para los ajenos al tema resulta llamativo.

En este sentido, tomando un ejemplo como muestra, el colectivero es uno de las personas que más interactúa con la gente día a día. Suben al ómnibus miles de personas de todas las edades, gustos y carácter.

En este marco, uno de los choferes de la empresa Intercórdoba, Ignacio Lafuente, comentó a El Milenio que “más que un trabajo es un oficio; a los que nos gusta conducir y llevar gente es más que un trabajo”.

“Lo mejor es que te rodeas de gente y las transportas, la sociabilidad del trabajo es lo más lindo. Pero una de las particularidades es que hay que cumplir un horario específico a realizar, hay que medir el tráfico, controlar la cantidad de gente que sube al colectivo. Hay que marcar buen tiempo, como un corredor de rally por así decirlo”, aseguró Lafuente.

“Los choferes estamos muy mal vistos. Es un trabajo muy pesado, por lo menos en mi caso siempre trato de salir renovando la energía y la buena onda, pero siempre tiene que existir respeto de ambos miembros”, relató el chofer.

Sin embargo, Lafuente asintió que los choferes se sienten estigmatizados porque “circulo con un vehículo de dimensiones muy grandes y a los otros autos que vienen atrás o adelante les incomoda y yo los entiendo pero no puedo andar más rápido”.

“Con respecto a los pasajeros, siempre digo que con solamente un saludo cordial es una muestra de respeto muy grande y se solucionan o minimizan los problemas”, remató el chofer.

A dos manos

Por otra parte, los conductores de colectivos también tienen la ardua tarea, además de conducir, de cobrar el pasaje. No sólo que deben cobrar el pasaje con dinero, sino además controlar a los abonados, que en muchos casos se intercambian o donan los boletos para poder viajar gratis, y también la recarga de las tarjetas. El chofer es el que tiene que habilitar para que cada persona pueda abonar su pasaje correctamente en cada caso.

El problema consiste en que el conductor debe operar la máquina que imprime el boleto, cortar otro boleto en el caso que corresponda, dar vuelto en aquellos casos que se pague con dinero, y al mismo tiempo arrancar el colectivo mientras la gente se está terminando de acomodar para no perder tiempo y llegar a horario a cada parada.

Taxis y remises

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Jorge Estela, taxista de la ciudad de Unquillo, explicó a El Milenio que “lo mejor del trabajo es que puedo manejar mis horarios, por ser dueño de la chapa, puedo salir en el horario que yo disponga, puedo salir a la mañana o a la tarde. Hace poco que estoy en esto y peor no he encontrado nada”.

“Lo más complicado es el tema de romper el auto por las calles que están medias rotas, como no arreglan mucho lo que más se puede complicar es el tema de los gastos por la rotura de las calles”, indicó Estela.

Dedicación y transporte

Otro tipo de transporte, es el de pacientes crónicos. Quizás se trate de una tarea más sensible comparado a otros tipos de traslados.

En este caso, Edgar Enriquez expuso que “lo mejor del trabajo es que conocí un mundo que la mayoría desconoce. Empecé trabajando con chicos especiales, con capacidades diferentes, y la verdad que por eso resulto un mundo que la mayoría ignoramos. Los últimos años trabajé con gente grande que también está bueno porque tienen muchas experiencias pero también más problemas. Fue otra experiencia y fue bastante duro en algunos casos, hasta una señora se llegó a morir en el transcurso que yo la llevaba porque estaba mal y eso afecta mucho”.

“Lo peor es el pago, eso es muy ingrato porque vos ponés la mejor predisposición para la gente que transportas y que sabes que necesitan muchas más cosas que nosotros en el transporte, pero lo peor es el pago porque a la hora de recibir el pago las mutuales son un desastre y hacen lo que quieren”, contó Enriquez.

Moneda corriente

Otra de las situaciones que tienen que afrontar los conductores de transportes públicos, desde colectiveros, taxistas o remiseros, es la falta de higiene de los pasajeros o el daño que producen a la unidad en la que viajan.

Los olores son moneda corriente, como también la basura que producen los usuarios en los vehículos que obligan a sus choferes a higienizar las unidades de transporte de manera permanente para poder brindar un buen servicio.

También se suma la realidad vial de las ciudades por las que circulan, sobre todo en calles del casco céntrico donde transitar se vuelve realmente difícil para quienes manejan vehículos de grandes dimensiones.

Sin dejar de lado, que la mayoría de las ciudades de Sierras Chicas cuentan con calles de tierra, cuyo estado se ve altamente afectado por las lluvias y el poco mantenimiento de las maquinarias públicas.