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Hacia entornos emocionalmente positivos en el aula

Permanentemente hablamos de las competencias de los alumnos, diciendo que hay que descubrirlas y desarrollarlas porque es la clave para aprendizajes constructivos, significativos y creativos… son los que dejan huellas y los que permiten que se “enlacen” otros en un enriquecimiento permanente.

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Por Lic. Adriana Belén | Psicopedagoga MP 14-1387


 

Parte I: ¿Sabemos escuchar?

Permanentemente hablamos de las competencias de los alumnos, diciendo que hay que descubrirlas y desarrollarlas porque es la clave para aprendizajes constructivos, significativos y creativos… son los que dejan huellas y los que permiten que se “enlacen” otros en un enriquecimiento permanente.

Para ello es indispensable comprender a los niños y adolescentes. Esto se consigue poniendo en práctica una de las capacidades más importantes del ser humano: “Saber escuchar”. ¡Ardua tarea! Sobre todo en los tiempos que “corren” actualmente. Pareciera algo fácil, sencillo, y natural, pero ¿cómo es que tantos niños y adolescentes no se sienten escuchados en la escuela?

Pero este interrogante es sólo a modo de “disparador” y no está planteado para saber si el “no sentirse escuchado” del alumno comienza en el hogar, en la familia, en los adultos que lo rodean… Apunta más hacia la mirada introspectiva del docente, a revisar sus prácticas, “nuestras prácticas”.

Quizás una manera de saberlo comenzaría haciéndoles la pregunta a ellos, a los alumnos: ¿Cuántas personas conoces en la escuela que te escuchan interesados y disfrutan mucho lo que le cuentas? Prejuiciosamente y sin estadísticas firmes creo que muchos dirían que no se sienten escuchados (Algunos me lo han manifestado personalmente, otros me lo plantearon: “Profe, Ud no me está escuchando”). Verdaderamente me moviliza e inquieta. Así que confié en algo que recordé: “Cuando entres a clase prueba hablar menos y escuchar más”.

Escuchar atenta y completamente lo que dicen, cuentan, relatan… Escuchar interesadamente… Escuchar disfrutando…

Claro que esta no es tarea sencilla en un grado/ curso con 30 o más alumnos. Para aprender, los niños y adolescentes (y nosotros los adultos también) necesitan sentirse seguros, calmos y motivados. Y esto se logra cuando sienten que se los comprende, que se los conoce y respeta.

Escuchar es esencial para comprender a los alumnos, al escucharlos los conocemos más, aprendemos más de ellos y les garantizamos un aprendizaje más personalizado. Existen diferentes oportunidades en el aula para escuchar, a veces en diferentes momentos, algunas con todos y otras con algunos o sólo uno.

Seguro que se seguirán preguntando cómo hacer para escuchar a 30 o más de nuestros alumnos, dependiendo del grado/curso que nos toque y de su mayor o menor grado de ansiedad por participar. Y aquí viene realmente el desafío. Para ello, les comparto un puñado de ideas, algunas que fui recibiendo, otras que se me van ocurriendo (no considero importante en este caso, la originalidad, sino la experiencia misma con ellas y cómo nos va). Pero se los dejo para una segunda parte…